Tokio, Japón 22 de septiembre, 2001.
Eran las tres de la mañana un joven de veintiún años —cabello plateado hasta la media espalda, piel clara, ojos color ámbar—, caminaba de un lado a otro en la sala de espera de un hospital. Ya tenía más de tres horas ahí, su esposa estaba en la sala quirúrgica dando a luz a su primer hijo. Estaba nervioso, ansioso pero no se le notaba por su semblante serio. Llevo su mano a las sienes y resopló mientras tomaba asiento. Varios minutos más pasaron cuando un doctor apareció en la sala.
—Familiares de la señora Koyuki Takumi —llamo al llegar.
— Soy su esposo —hablo serio el peliplata poniéndose de pie.
—¿Sesshomaru Taisho? —pregunto el medico leyendo la hoja de ingreso.
—Sí. ¿Cómo está mi esposa? —miro seriamente al medico quien dejo de leer las hojas para mirarlo.
—Felicidades —dijo con una sonrisa—. Su hijo acaba de nacer hace unos minutos.
Sesshomaru sonrió de lado, un niño. No hubiese tenido nada de malo que fuera una niña ya que de igual manera esperaba su llegada. Para muchos –incluso sus padres—, dijeron que había tomado decisiones muy rápidas como casarse a los diecinueve años apenas en el primer año de universidad. Pero el que estuviese estudiando no afectaba en nada su matrimonio pues ella —Koyuki—, también quería casarse. Así que decidieron salirse de sus casas para iniciar una vida juntos, vivían en la misma cuidad pero en un pequeño departamento, el cual pertenecía a Sesshomaru, se lo había heredado su abuelo —padre de Inu-no—, así que no hubo problemas. Ambos tenían dinero, no era mucho pero si lo suficiente para vivir bien un tiempo así que entraron a otra universidad menos costosa y con beca.
Sacudió levemente la cabeza para dejar de pensar en el pasado.
—¿Puedo pasar a verlos? —pregunto en tono tranquilo.
—La señora Koyuki pidió que se le dejara descansar —Sesshomaru entendido eso—, el bebé esta en los cuneros —le indico como llegar—. Si necesita algo estaré en mi consultorio.
Sesshomaru asintió lentamente y giro sobre sus talones para encaminarse hacía los cuneros, tenía inquietud por conocer a ese pequeño, quizás para muchos estaba mal que fuese padre a tan temprana edad pero a él le daba igual lo que opinaran los demás sobre su vida. Sólo con tener a Koyuki y a ese bebé a su lado le bastaba.
Al llegar al pasillo donde estaba la habitación con los demás bebés dentro, se acerco por la ventana. Unas enfermeras caminaban de aun lado para otro cargándolos para acomodarlos. Una de las enfermeras lo vio y salió de la habitación para acercarse a él.
—¿Cual es su apellido? —le pregunto amablemente una enfermera para así poder mostrarle al pequeño.
—Taisho —respondió fríamente.
—Deme un momento por favor —volvió a entrar y reviso a los barones, hasta que encontró al que buscaba. Lo tomo en brazos y se acerco a la entrada—, pase por favor —lo invito ya que hacía mucho frió para sacar al pequeño.
Sesshomaru entro sin decir nada, su mirada la tenía puesta en ese pequeño que la enfermera tenía en brazos.
—¿Quiere cargarlo? —él asintió lentamente, la enfermera se lo fue dando poco a poco dándole indicaciones de como cargarlo—. Lo dejare u momento solo.
Sesshomaru no dijo nada, se dedico a observar a la pequeña vida que tenía entre sus brazos, con tres kilos su piel algo rosada, los ojos los tenia cerrados, tenia poco cabello que se veía platinado. Con su mano tomo una de las pequeñas manos del pequeño. Sonrió de lado, eran nuevas sensaciones las que nacían al tenerlo en brazos, sin pensarlo estaba meciéndolo suavemente. Las enfermeras estaban embobadas viéndolo pues era muy raro ver a los padres así de cariñosos con sus hijos y más cuando el padre no mostraba ninguna emoción como Sesshomaru.
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Perfect two
FanfictionLas coincidencias no existen, sólo existe lo inevitable. Si estas destinado a estar con alguien, pasara aunque pasen por muchas cosas. Sesshomaru y Rin se conocieron desde pequeños, cuando crecieron se separaron por distintos motivos. ¿Volverán a en...