Capitulo 22 *Libertad (parte 1)*

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Bankotsu intento llamar varias veces a Koyuki, pero no le respondía. Habían quedado de verse y nunca llego. Así que regreso a la casa para volver a torturar a Rin haciéndole creer que estuvieron juntos. Al llegar escucho ruidos extraños y subió rápido a la habitación de la castaña.

Frunció el ceño al ver que no estaba en la cama, se acercó al baño donde se escuchaban los ruidos, abrió la puerta y sus ojos se abrieron a mas no poder. Rin estaba de rodillas frente al inodoro mientras vomitaba, mientras el doctor estaba con los brazos cruzados y recargado en el lavamanos. 

—¿Qué demonios le pasa? —pregunto Bankotsu serio.

—Hablemos afuera —dijo el doctor. Bankotsu miro a Rin con desconfianza—. No escapara —aseguro.

Bankotsu resopló y ambos salieron del baño, también salieron de la habitación para poder hablar sin que ella los escuchara 

—¿Está embarazada? —pregunto serio.

—No —respondió tajante—, de estarlo ya hubiera abortado desde que la empezaste a drogar —explico.

—Entonces, ¿qué tiene? 

—La estas matando, hay demasiada droga en su sistema, si sigue así no sobrevivirá ni un mes. 

Bankotsu lo observo con seriedad, bien podría estar mintiendo. Sí de seguro era eso. Rin no iba a morir, ella era fuerte como para morir por algo como eso.

—Me da igual —dijo sin interés, dando la vuelta—. Síguela drogando, la quiero despierta mañana. En la cocina hay pan para que le des. Y que sea la ultima vez que la sueltas, puede escapar.

—¿Escapar? Apenas si se puede poner de pie, dudo mucho que intente escapar.

—¿Por qué la defiendes tanto? —se regreso para encararlo. 

 —No la defiendo. Sólo te doy mi opinión como médico.

—Guárdate tus opiniones —entro a la habitación y fue a Rin, quien estaba recargada sobre el inodoro, se sentía demasiado mareada como para intentar levantarse—. Tus chantajes no servirán conmigo.

Ella levanto lentamente la mirada, sus ojeras eran más notorias, su piel estaba tan blanca que parecía papel, sus pequeños labios estaban resecos y pálidos. Sentía escalofrió, su piel dolia al mas mínimo roce.

—¿Por qué... no me matas? —dijo jadeante.

—¿Por qué haría tal cosa? —se puso de cuclillas frente a ella—. Ya te lo dije, tu sufrimiento puede terminar cuando aceptes ser mi esposa. 

—Prefiere morir... antes de ser tu esposa.

—Si esa es tu decisión —sonrió con malicia—, que así sea —la tomó en brazos y la llevo a la cama de nuevo, la recostó sin nada de sutileza, haciéndola quejarse —. Ya sabes que hacer —ordeno al caminar hacia la puerta.

El médico estaba poniendo de nuevo el catéter a Rin, una vez que todo estaba lista tomó la jeringa con la droga, estaba por inyectarla cuando ella hablo.

—No por favor... —lo miro—. Ya no... me drogue —suplicó.

—Son ordenes —dijo serio, tratándose de convencerse a si mismo de ello.

—Al menos... espere un poco —sonrió a medias al ver que él le hizo caso—. ¿Puedo saber... su nombre? 

—Suikotsu —respondió en voz baja, mientras tomaba el vaso con agua del mueble para acercárselo a ella—. Bebe —dijo serio, ayudándola a beber. 

—Gracias —susurró al recostarse de nuevo—. ¿Por qué lo obedeces?

—Tiene a mi hermana —explico molesto—. Le enamoro y se la llevo, la tiene escondida —bajo la mirada—. Sólo tiene catorce años —susurró, pero ella alcanzo a escuchar.

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