Contenido explícito y lenguaje elevado, leer bajo responsabilidad propia.
Esta historia contiene tres temporadas, todas llevadas acabo en esta misma obra. Deberás leer desde el principio para entender todo.
Historia adaptada, todos los derechos rese...
Carolina sintió como unos brazos la rodeaban. No hizo falta que alzara la vista para saber que se trataba de Agustín. Tembló contra su piel. Sabía que él se estaba mojando con ella, hasta que paró el agua.
-¿Estás bien? -. Un silencioso 'si' salió de los dulces labios de Carolina. Agustín no pudo hacer más que tomar su cara entre sus manos y besarlos, tan tiernamente, como solo él sabía hacerlo, para calmarla. Agustín se separó un poco de ella.
-Estás mojado. -murmuró, sonriendo un poco. Agustín le sonrió de vuelta. ¿Por qué ya no era aquella persona fría que ella conocía? ¿Por qué al menos con ella no? Carolina fijó su vista en su cuerpo. Estaba manchado de sangre. Las lágrimas volvieron a sus ojos.
-No te preocupes, no hay nada mío aquí. -mintió. Pues claro estaba que él había recibido también. Carolina suspiró. Cuando se escucho un gemido proveniente de la sala. Michael.
-Mierda -Agustín se levantó de golpe y fue hacia en salón. Carolina enroscó una toalla en su cuerpo y salio pisándole los talones a Agustín. -Quédate en mi habitación, enciérrate allí, y no salgas. -le dio un beso en la frente. -Ahora vuelvo, amor. -frotó sus brazos con una suave fricción y dio un pequeño empujón a Carolina para que se dirigiera hacia su habitación. Aunque fuera imposible, Carolina le hizo caso, aunque la preocupación no se iba de su mente,de su cuerpo. Se acurrucó, cogiéndose de las piernas, en la cama matrimonial. Nunca había entrado en la habitación de Agustín. Era una habitación hermosa, las entonaciones blancas, negras y granates eran las que predominaban. Había un pequeño despacho, un armario grande. Las paredes eran adornadas con papel de un color beige, mientras el suelo era cubierto por parquet de madera marrón y una moqueta granate. La mesita de noche, en frente de ella, le llamó la atención. La curiosidad mató al gato, pero...había algo que la incomodaba mucho más. Se levantó y se fue otra vez al salón.
-Cuidado Agustín... -masculló Michael tirado a un lado,cogiéndose el brazo -Esta por aquí...es...es peligroso.
-Cállate, ahora me las arreglaré. -ató el cinturón alrededor del brazo de Michael para detener la hemorragia. -No te muevas. -Agustín se levantó, desde detrás del sofá, donde se encontraba Michael. Parecía imposible, pero la casa no estaba hecha una mierda, como pasaba casi siempre.
-¡Agustín! -exclamó Michael. -¡Cuidado!
Cuando se dio cuenta de que la bomba había caído a centímetros de sus pies, ya fue demasiado tarde. Pequeña,pero no dejaba de ser una explosión. El cuerpo de Agustín cayó, contra una de las paredes laterales. Se quejó, no podía levantarse. En un segundo lo habían dejado hecho polvo. Intentó tomar la Goncz Hi Tec que le había prestado a Michael, la cual se encontraba ahora a unos centímetros de donde él se encontraba. Pero le pisaron la mano. Dolor. Mucho dolor, eso era lo único que sentía ahora mismo Agustín. Iba a dar la vida por Carolina si hacia falta. Pero sabia que Michael no podía hacer nada con el brazo así y una costilla rota, y él...estaba hecho una mierda. En ese momento el hombre que estaba a punto de atravesar el cráneo de Agustín, abrió los ojos a través del pasamontañas. Agustín se extrañó. ¿Estaba alucinando? Ese hombre voló en mil pedazos. Agustín cerró los ojos sintiendo como la sangre de ese hombre lo salpicaba. Luego volvió a abrirlos. Vio a Carolina a unos metros de él. Tenia los ojos, de nuevo, inundados en lágrimas. Michael y Agustín la miraban estupefactos. Carolina se tiro el pelo hacia atrás, la gran arma de explosivos yacía a su lado y dejó que las lágrimas cayeran, en pequeñas gotas repartidas por sus mejillas.
-Eso,pasa por no hacerte y caso y...por dejar la puerta...de tu galería... abierta -murmuró mirando el arma que ella misma había usado,aún sin saber como. -No vuelvas a decirme que me quede en tu puta habitación cuando estás dando la vida por mi.
Michael se levantó como pudo apenas y se acercó a Carolina.
-Eres la mujer más valiente que he visto en mi vida -Carolina lo miró, sintiéndose halagada. -Envuelta en una simple toalla de baño,descalza, medio mojada y con una bazooka de explosivos en la mano. Estoy orgulloso de ti -la abrazó y besó su frente. -Gracias -ella sorbo su nariz e intento desaparecer las lágrimas. Demasiadas cosas en tan solo un par de semanas. Demasiadas emociones en poco tiempo. Pero el suficiente para que su corazón volviera a tener esperanzas de amor. Miró el tocado brazo de Michael.
-Tenemos que hacerte mirar esto...-dijo pasando la yema de los dedos por los alrededores.
-Agustín me dará unas puntadas luego -sonrió. -Si tu vieras...tengo cicatrices por todo el cuerpo,una más no hará daño. Y por lo de la costilla...
-¿¡También te has roto una costilla!? -Carolina parecía preocupada. Agustín no podía moverse. Le dolía todo el cuerpo. Sonrió al ver que Carolina estaba bien. Aunque no podía centrarse en la conversación de ellos dos,pronto habría tiempo para hablar con ella. Sus ojos tuvieron un reflejo. Miró hacia el lado,donde había el tocador de la entrada. Le hubiera sorprendido menos ver a Marilyn Monroe allí sentada. Se puso hasta pálido. Ella yacía allí,inocente,sonriendo. Con su preciosa melena clara que le caía por encima de los hombros,con las pecas que Agustín tanto había besado, salpicándole parte de la cara,del cuello y los hombros descubiertos. Y con esos...ojos claros que tantas veces se les había quedado mirando,enamorado. O al menos eso creía. Cuando Sasha se encontraba entre sus brazos. No dijo nada,ni él tampoco. Simplemente desapareció por la puerta, tal y como había entrado, sin que nadie se percatara de que ella...estaba allí.
