7.El juego hα terminαdo.

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Carolina estaba sorprendida...se aguanto, lo que pudo, pero era imposible.

—Pero...

—No.—dijo él.

—Es que no podré...

—No.—repitió él, cortante de nuevo. —cumpla ordenes, señorita Kopelioff.—acarició una de sus nalgas, la que minutos antes había azotado. Sintió como Agustín se inclinaba hacia adelante y le desabrochaba la venda. La agarró del mentón y alzó su cara, para besarla. El sabor a sangre de Carolina se disolvía entre las dos bocas. Claro que Agustín se dio cuenta de que ella se había mordido. Adrede. Ese beso fue posesivo, autoritario. Para terminar, le mordió el labio inferior, de manera que los carnosos labios de Carolina se hincharon más y se tornaron de un color rosado, tan deseable, que Agustín quiso volverlos a besar. Ella lo miró, una vez que él se hubo separado. Llevaba unos pantalones militares anchos que le quedaban estupendos, caídos, se notaba que no llevaba bóxer. Uno, se podían notar las marcadas ingles,  trabajadas por horas de duro ejercicio. Dos, aquella...enorme erección. Aunque un bóxer tampoco cubriría mucho. Agustín la observaba. No dijeron nada, Carolina había aprendido la lección.

—Se ve tan jodidamente sexy atada a mi cama, a mi disposición— sonrió él,cruzando los brazos. —que tendría que pagar por ello.— Carolina se mordió el labio. —¿Qué es lo que quiere, señorita Kopelioff?—dijo él, poniéndose de rodillas detrás de ella encima de la cama. Carolina no podía girar la cabeza, no lo podía ver. Sintió como algo suave se paseaba por su espalda, provocando un escalofrío. Una pluma, o algo por el estilo. Era una sensación agradable. —¿Quizás chupármela?—se dignó él a decir. Carolina sintió otro sucesivo escalofrío. —no oigo una respuesta, señorita. —dijo él, cogiendo de nuevo la correa. —de veras, ¿Puede que haya oído que desea a mi fiel amigo?—rozó su erección, aún cubierta por el pantalón, contra su trasero. Carolina gimió.

—Sí...—murmuró. —sí, sí lo deseo. Deseo cualquier cosa que usted me dé.—escuchó un gemido de Agustín. La respuesta lo había satisfecho. La cama se movió, dando a entender que él había bajado de ahí. Carolina escuchó como se desabrochaba el cinturón y como se bajaba el pantalón.

Pronto apareció de nuevo a su lado, cogiendo la protuberancia de su longitud. Se volvió a poner de rodillas a su lado. Se veía... condenadamente sensual. ‘El Dios del sexo’ pensó Carolina. Completamente. Ella no quitó el ojo de la mano de Agustín, subiendo y bajando...

—Demuéstreme que tanto lo desea.—posó la otra mano detrás de la cabeza de Carolina y la acercó a él. Carolina lo intentó meter todo dentro de su boca. Agustín gimió, ante la succión, fuerte. —oh si...—jadeo. —no pare si no se lo ordeno.—se limitó a decir, recogiendo el cabello de ella, en una sofisticada coleta improvisada. Carolina intento darle a probar de su propia medicina. Succionó de nuevo, fuerte. De la garganta de Agustín, se escapó un ronco gemido. Ella movió su boca, rodeándolo todo con sus labios. Carolina se apartó. Lo recorrió con su lengua y plantó un cariñosos beso.

—Hummm...—Carolina decidió torturarlo un poco. Lo mordió, suavemente. Agustín gimió.

—No ha podido hacer eso.—se quejó. —oh, eso vale por un castigo.—sonrió, retirándose de su lado, aún más excitado que antes, empalmado, al límite. Se colocó atrás de ella, inclinándose, le volvió a poner las pinzas en los pezones. Carolina apretó los ojos. De nuevo esa dulce sensación de dolor, punzadas que enviaban suspiros calientes hasta su palpitante sexo. Agustín rozó su entrepierna con el sexo de ella, vibrante. La metió, de una plena sacudida.

—Ohhh...—gimió Carolina. —sí, sí, sí...—era lo que quería. Pero Agustín no se lo pensaba dar. Se movió, poquito, rápido, sin salir de ella. Y luego, término por sacarla, completamente. Carolina gimió, quejándose.

—Perdone, señorita mía.—se levantó. —iré al baño a hacerme una paja, para terminar con esto...—sonrió. —eso le pasa por morderme donde y cuando no debió hacerlo...—Carolina quedó con la boca entre abierta, sintiendo como Agustín desaparecía, cumpliendo su palabra. ¿Era tan cabrón de dejarla así? Atada a la cama, con las piernas abiertas, y con las ganas que tendría una gata en celo.

Se dio por rendida, cuando volvió a sentir como unas manos la tomaban del trasero,y empujaban...metiéndose de nuevo dentro de ella. Agradeció el cambio de opinión de Agustín, en un agudo gemido de sorpresa...y de gusto.

—¿No que iba a hacerse una paja para apaciguarse?

—Mi mano no podrá sustituir nunca...—suspiró. —esta delicia tuya.—Carolina jadeo. —no soy tan idiota como para dejarte a medias en uno de los polvos más grandes que hemos tenido.

—¡Ah!—jadeo Carolina sintiendo como Agustín la penetraba con fuerza, una y otra vez. —no pares...no.—Agustín compaginaba de maravilla, el ritmo, el tiempo, el número de embestidas. La agarró de la cintura, metiéndose, hasta dentro de sus entrañas. Jadeo, sintiendo como Carolina también llegaba a su orgasmo. Y esa fue la gota que colmó el vaso, las palabras de ella, jadeantes, cardiacas, a pulso;

—Mi señor...—murmuró Carolina. —¿Y ahora? ¿Puedo correrme?—un largo y ronco ‘Si’ terminó, acompañando un intenso orgasmo que acabo escurriéndose por los muslos de Carolina. El juego ha terminado.



[🌹]

Claro está que acá ya ninguna teníamos inocencia😂

Comenta un “🌚” si es cierto.

¿Cómoooooo están bananas?🍌❤😏

Espero que súper bien❤

Siento que el capitulo anterior tuvo esa cantidad de votos por el titulo del capitulo🌚. Mi celular no ha parado de sonar en todo el día, hay personas que votaron y tan siquiera han leído la historia completa🌚

Meta; 100 votos y sigo❤

Piglet🌚🌹

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