32. Crema y más crema.

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—¿Cómo estás mi vida? —dijo acariciándole el pelo. Emma estaba tapada hasta la barbilla con una manta. Sonrió y se tapó hasta la cabeza. —Veo que mejor —sonrió Carolina y le empezó a hacer cosquillas. Emma reía con gusto.

—Ya, ya, mamá —dijo con la respiración acelerada. Se destapó, el cabello le quedó de una forma algo graciosa. Carolina rió y se lo acomodó bien.

—Ahora estás animada, ¿eh? ¿Quieres comer algo? —Emma negó con la cabeza. —¿Un poco de pollo? ¿Frutas? Hay fresas enana.

—Mm... ¿y el spray?

—Sí, hay crema ¿Quieres? —le preguntó.

—¡Sí, sí, sí! —se levantó y salió corriendo.

—Eh, eh, ponte las zapatillas, no va a ser que te enfermes otra vez. —Emma hizo morros y se fue en busca de sus zapatos. Colocó sus pies en estos y bajó dando pequeños saltitos por las escaleras, hasta que llegó al comedor. Carolina salió de la habitación. Escuchó unos golpes su provenían del gimnasio de Agustín. Abrió la puerta. Lo vio golpeando con fuerza su saco de boxeo. Aquellos músculos que se tensaban, la espalda brillaba, tentando a Carolina a pasar su lengua por la salada piel. El pelo alborotado también resbalaba con algunas gotitas de sudor. Un pantalón corto de chándal que atraía la atención de Carolina observando su bien puesto culo. Más abajo sus fuertes piernas. Tuvieron el cruce de miradas suyo. Esos ojos llenos de energía, penetrantes hasta el alma. Una mirada que literalmente podía matar a cualquiera. Agustín tomó el saco de boxeo e hizo que parara de balancearse. Se sentó en una de las máquinas de pesas.

—¿Qué me ves? —le sonrió él.

—Que eres hermoso, te mire por donde te mire —Agustín suspiró. Agachó la mirada y se tiró el pelo hacia atrás. Carolina yacía a seis metro de él, apoyada en el marco de la puerta.

—Te daría un buen beso, pero es que sino pierdo la apuesta, bonita. —Carolina rió.

—Voy abajo, no sé que estará haciendo la pequeña.

—¿Emma está despierta?

—Ajá.

—Vamos a ver cómo está. —sonrió, agarró una toalla del estante que había cerca de allí y la colocó en sus hombros.

Crema, crema, y más crema. Carolina entre abrió la boca.

—Emma Camile ¿qué has hecho? —tartamudeó Carolina. —¿Emma? —¿y donde estaba Emma? —la ronca risa de Agustín la sacó de sus pensamientos. Carolina se giró. —no te rías, tú me ayudarás a limpiar esto.

—No me rió por eso, mi amor. Mira. —señaló a Emma, sentada en el sofá.

¿Quien vive en la piña debajo del mar?

—¡Bob Esponja! —Carolina fue hacia Emma. Ella estaba igual que la cocina entera. Llena de crema. Su pelo, la nariz, los labios. Fresas en un bowl, crema por todos lados. Su pijama, las zapatillas. Carolina no sabía ni que en un pote de spray cabía todo eso.

—Vamos a la ducha, anda... —suspiró Carolina.

—¿Puedo venir yo también? —dijo Agustín tirando la toalla hacia un lado.

—¡No! —dijeron las dos a la vez. Emma miró a su madre y rió.

[...]

El timbre sonó. Carolina bajó corriendo con una toalla enroscada en el cuerpo. Ahora era a Agustín el que le tocaba darse un baño. Y como ella había tenido que secarle el cabello a Emma, y ayudarla a vestir, se había dejado de última, y aún estaba envuelta en un par de toallas blancas y suaves. Abrió la puerta.

—¡Agus!

—¡No soy Agus! —rió Carolina y miró a Michael.

—Mm...me di cuenta —dijo Mike mirándola de arriba a abajo. Descaro absoluto, ¿Consideración?, cero. —¿Está en casa?

—Sí, pero está en la ducha. —Carolina se dio cuenta del niño que llevaba en brazos. —¿Y esta ricura? —dijo pellizcando una mejilla al pequeño Nei. —¿Quien es? ¿Tu primito?

—No, enana. Es mi hijo. —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué? —dijo Carolina abriendo la boca. —¿Desde...? ¿Tú...? ¿Cuando...? —balbuceo, sin poder articular una sola palabra bien. Mike rió, Carolina le dio paso y entró a casa.

—Es que Agustín me ayuda a ser padre —explicó, aun viendo la expresión de Carolina. —Es una larga historia. Sólo que yo también quedé alucinando al saber que me debía encargar de mi hijo de cuatro años.

—Que fuerte es esto —dijo ella, mirando al niño. —¿Y a qué te ayuda Agustín? —Mike se encogió de hombros.

—De momento ha echo que deje de llevar pañales.

—¿Llevaba pañales? —dijo Carolina abriendo los ojos. —¡¿Con cuatro años?!

—Sí. —Michael rió.

—No hace gracia, gusano —susurró Carolina poniendo una mano en su frente y frotándose los sienes. Ese era un apodo hacia Mike. Le gustaba molestarlo. —¿Y ahora que te tiene que enseñar? ¿Cual es el segundo tema?

—Netan no deja de llorar. Dice que se encuentra mal y no sé que le pasa. —suspiró. —me pone de los nervios.

—Vaya con el padre —Carolina ladeó la cabeza. —¿No sabes que hay una pasa? A Emma le agarró fiebre el otro día.

—¿Y qué tiene que tomar para que se le pase?

—Yo le doy Dalsy. —dijo nombrando el jarabe del oteo día. Se fue hacia la cocina a buscarlo. En ese momento bajó Agustín. Más nervioso que en una guerra.

—No puede ser. —sí, es posible. Suspiró. Impaciente por verla vestida de blanco...miró alrededor y vio a Carolina subida en un taburete para agarrar un medicamento que estaba e un estante algo alto. —¿Puedes, cariño? —Michael soltó una risa por lo bajo.

—¡Enana! ¿Ahora entiendes el porque tu apodo? —dijo Mike.

—Idiota —le contestó Carolina. —Agustín me quiere así. —Agus iba a darle la razón cuando Carolina fue a bajar, se desplegó la toalla, dejándola totalmente desnuda, delante de dos hombres. Uno que llevaba tan sólo dos días sin follar y ya estaba hasta Dios sabe donde de la abstinencia y la apuesta, y otra ¿que para qué contarlo?

—Dios... —Michael empezó a reír, saboreando cada trozo que había podido ver del cuerpo de Carolina. —vaya cuerpo, nena...

—¡Mierda! —ella bajó rápidamente y se tapó de nuevo. Sonrojadísima, como nunca, dejó el pote de jarabe encima de la mesa y se fue hacia arriba.

—Dulce Jesús... —susurró Agustín frotándose los ojos. —que se me pase rápido esta semana.





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🍌¡Bananas!🍌

💚¿Cómo están?💚

¡Oops! Emma y sus travesuras y luego Carolina queda al descubierto ¿que seguirá?😂

Dedicado a; CarmenTuiranH
¡Gracias por siempre apoyarme bebu!💚

Las amo❤

noy🎡


 

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