Incomodo

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Piscis

Sentí una mano en mi espalda, además, de que tenía una pierna rodeandome la cadera.

La noche anterior había sido un descontrol, fuímos a dos fiestas y nos emborrachamos lo suficiente como para olvidar nuestros nombres.

Intenté acomodarme en la pequeña cama de una plaza, pero era imposible, teniendo en cuenta que el otro cuerpo era como un pulpo.

Me volteé esperando encontrarme con la cara granuda de Piscis, pero lo que vi me dejo shockeado.

Frente a mí estaba la cara del papito de Leo.

Lanze un gritó sorprendido, el chico al oírme abrió los ojos y me empujó de la cama, igual de sorprendido que yo.

Baje la mirada al notar el torso desnudo del rubio, ay, pero que papi, seguí bajando y casi se me cae la mandíbula.

¡Está todo desnudó!  Me miré a mi mísmo y agradecí que estaba en bóxers.

El chico también noto que estaba desnudo y se cubrió con la sábana, mmm nunca voy a lavar esa sabana de nuevo.

¡Ay, por diós Pisis no pienses en eso ahora! Me reprendí mentalmente.

Pero... Espera un segundo ¿Qué carajos hacemos ambos desnudos?

Lo miré exaltado y el pareció comprender mis pensamientos, porque al segundo, ambos estábamos gritando de nuevo.

— ¡Espera, espera! — me gritó— ¿Quién fué pasiva?

Yo lo miré furioso ¿Qué clase de idiota preguntá eso?

Pero tiene razón ¿Quién fue pasiva?

No lo sé ¿Te duele algo? — pregunté, el negó — a mí tampoco.

El apuntó detrás mío y ví el envase de vaselina sobre la mesita de noche.

Ambos volvímos a gritar.

— Oigan, chicos ¿Porqué gritan? — preguntó Cáncer.

De su lado salió una manta de pelo rubio que reconocí como Capri.

Ay, dios estuve en una orgía.

Alguién máteme.

***
Géminis leía un libró tranquilamente sobre su cama ya hecha, no sabía que hacer.

No tenía sueño, a pesar de haber vuelto a la madrugada. Se mordió el labio recordando lo de anoche.

— Ay, me duele la cabeza...— gimoteo Lea. Vió a la morena sentada, através de sus ojos hinchados.

— Uy, te dieron una patada en la cara— dijo Géminis sonriendo.

— Me meo...— Lea se levantó de la cama a regañadientes. Se dirigió al lavabo y se asustó al verse. Tal vez si me dieron una patada...

Se giró para abrir la canilla de la bañera, sin prestar atención.

— ¡Agh, apagá el agua! — dijo una voz masculina. Lea corrió la cortina sorprendida.

Ahí estaba Tauro con las manos atadas a la canilla. El chicó la miró exasperado.

— ¡Apágala, mujerzuela! — le gritó.

— ¡Mujerzuela tu abuela, pedazo de imbécil! — dijo Lea, cerrando la canilla.

Géminis estaba en la puerta observando la escena, mientras reía.

Los signosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora