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Jenna posó su mirada en Emma y ella se sintió inferior, pequeña, vulnerable. La pelirroja estaba terminando de guardar sus cosas cuando escuchó pasos detrás de ella, las manos le temblaban y el corazón le iba a mil por hora, se podía decir que tenía miedo.

-Hey debilucha- Pronunciaron a sus espaldas- Mañana a las cuatro en mi casa ¿vale?

Ella asintió.

Las figuras detrás de ella se fueron y Emma terminó de guardar todo. Con las piernas temblando, salió de la sala y se dirigió a su casillero. Tomó algunos libros y los colocó en su mochila. Fue caminando por los pasillos en dirección a la salida con la cabeza a gachas dejando que todo el que pasara por su lado la chocara o la insultara por su torpeza. Era evidente que se dejaba pisotear.

Izzy estaba en clase de música. Todo era muy aburrido, incluso para él, una persona para la cual la música es su vida. La profesora hablaba, hablaba y hablaba, lo único que hacía era hablar, bueno además de mirarlo por el rabillo del ojo de vez en cuando. Por fin la campana sonó y él fue el primero en salir de ese infierno. Con la mochila al hombro caminó hacia la entrada donde se encontró a Emma, cabizbaja, asintiendo a todo lo que una chica rubia alta le decía. Se acercó hasta donde estaban e inmediatamente la rubia dejo de hablar.

-H..ola Izzy- Saludó Emma con una pequeña sonrisa.

-Hola Emma- Sonrió- ¿Tú eres…?

-Jenna pero tú puedes decirme Cherry, bombón- Le giñó un ojo- Como te decía, mañana te quiero en casa con todo lo necesario ¿entendido?

Emma asintió otra vez.

-Perfecto, ahora me voy, adiós debilucha, nos vemos corazón- Le lanzó una mirada seductiva a Izzy y comenzó a caminar.

-¿Qué fue eso de “debilucha”?- Preguntó él enarcando una ceja.

Ella suspiró.

-Es mi “apodo”- Se mordió el labio mientras jugaba con un mechón de su cabello.

-¿Qué? Ese apodo ni siquiera te describe Emma, yo no creo que seas una debilucha- Hizo que levantara la mirada.

-¿E..nserio?

-Si, enserio, es más desde ahora en más tu nuevo apodo será… rojiza- Sonrió satisfecho.

Emma sonrió y ya no era consciente de sus actos. Se abalanzó sobre Izzy abrazándolo y casi tirándolo al suelo. Él rió por el color de la cara de Emma cuando se separaron, estaba más roja que un tomate.

-P..e..rdón y..o- Murmuró torpemente.

-¡Tranquila!- Izzy sonrió- Pareces un tomatito, es más, el abrazo me ha gustado- Rió.

Ella rió nerviosa.

-Bien, tengo que irme- Él hizo una mueca- ¿Quieres que te lleve?- Sonrió.

-Oh… no quiero ser una molestia…

-No lo eres, anda, ven te llevo, al menos se donde vives.

Emma lanzó una risita y siguió a Izzy hasta el estacionamiento del instituto. La guió hasta casi lo último y se encontraron con una moto.

-¿Es tuya?- Emma sonrió.

-Si, es mi bebé- Se subió a ella- Ven vamos- Sonrió.

Ella imitó su acción y Izzy hizo rugir el vehículo. De un momento a otro ya estaban andando por las desiertas calles de la ciudad. Emma reía como nunca en su vida con las payasadas de un chico que había conocido hace menos de dos días, eso era una experiencia totalmente nueva para ella. Izzy aparcó justo en frente de la casa de Emma, ella se bajó y le agradeció.

-Muchas gracias- Sonrió tímida- N..os v..emos mañan..a.

-No es nada rojiza- Se encogió en hombros- Nos vemos mañana- Besó su mejilla y volvió a arrancar la moto.

Emma lo vio desaparecer al final de la calle y colocó su mano donde este había depositado un beso. Lanzó un suspiro y embozó una pequeña sonrisa, pero esta le duro poco ya que recordó que tenía ensayo. Frunció el ceño y resopló molesta. Ingresó a su casa y vio a su madre preparando sus cosas.

-H..ola mamá- Bajó la mirada.

-¿Lista?- Dijo fría Ángela terminando de ordenar todo.

Emma asintió.

-Bueno, vamos, no quiero llegar  tarde- La tomó algo brusca del brazo y la arrastró hasta el auto.

Llegaron al gran salón donde practicaban y Emma entró empujada por su madre. Se sobó el brazo y miró a su alrededor, había más chicas que siempre.

-¿Es un nuevo grupo?- Miró a su madre con un poco de miedo.

-Si- Afirmó la mujer- Es tu nuevo grupo.

Dio una mirada a los nuevos rostros. La mayoría parecían barbies falsas, como siempre pero había dos que se destacaban, una castaña y una morena. A la primera los rizos le tapaban la mitad del rostro y a la otra su cabello negro le llegaba más arriba de los hombros. Las dos le dedicaron una sonrisa y siguieron hablando.

Su madre dio las indicaciones para empezar. Parecía una clase normal hasta que la puerta se abrió con fuerza. Todas fijaron su mirada en ella y justo en ese momento entró Jenna, esto no podía ser ¿qué hacia ella ahí?

Caminó hasta su lado y luego de pedirle disculpas a su madre por llegar tarde embozó una sonrisa de superioridad. La clase siguió. Emma conoció a las dos chicas, Sara y Lea, eran hermanas y muy simpáticas. El día llegó a su fin, Sara y Lea se despidieron de ella y las demás se retiraron, excepto Jenna y ella.

-Mamá- Musitó en voz baja Emma.

-¿Qué quieres ahora?

-M..e voy- Bajó la mirada.

-Genial, el momento que esperé, la debilucha se va- Jenna sonrió abiertamente y colocó las manos en su cintura.

Ángela rió.

-Vete si quieres, por mi puedes perderte si quieres- Dicho esto siguió hablando con la otra joven como si nada hubiese pasado. 

Emma no aguantó más y salió con los ojos llenos de lágrimas. Caminó unas cuantas cuadras y la lluvia se hizo presente. Comenzó a sollozar más fuerte y comenzó a correr sin destino, solo comenzó a correr. Llegó a su casa y abrió la puerta con todas sus fuerzas. Corrió a su habitación y tiró todas sus cosas. Caminó hasta el balcón y se paró dispuesta a hacerlo. Lágrimas comenzaron a caer. Estaba dispuesta a hacerlo. Escuchó pasos detrás suyo y lo último que recuerda fue unos brazos sosteniéndola y una voz quebrada diciéndole al oído:

-Si te haces algo, no me lo perdonaré… rojiza.

Ayúdame |Izzy Stradlin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora