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–Emma, hija mía –Dylan está de brazos cruzados, apoyado en el marco de la puerta–. ¿Crees que estás haciendo lo correcto?

Ella sonríe. Padres… Siempre tan sobreprotectores.

–Así es –Rebuscó entre su armario el atuendo perfecto para esa noche. Su graduación y el baile habían llegado, junto con la libertad a un paso de distancia–. Está decidido, me voy a Los Ángeles.

–Necesito que me escuches –Y ahí vamos de nuevo. Él siempre con sus consejos paternales–. Si necesitas algo, no dudes en llamarme. Y si por azar del destino, ese tal ‘Izzy’ te hace algo, y decides regresar con tu viejo padre… –Emma ríe.

–Estaré perfectamente bien, papá –Lo abrazó, dándole unas palmaditas cariñosas en la espalda–. Él es, y será todo lo que necesito.

–Ve a prepararte, antes de que me hagas llorar –Ambos sonrieron, y Emma tomó el vestido que reposaba sobre el edredón de su cama.

Los dos meses posteriores a la noche detonante, Emma se concentró en terminar sus estudios con honores –como era de esperarse–, pero mayormente, se dedicó a que su relación avanzara positivamente.

Su personalidad había cambiado radicalmente, pero eso no significara que esa aún le quedara una pizca de timidez. Lo que también había cambiado, fue su relación con su ex-enemiga, Jenna. Ésta era realmente era feliz junto a Axl y sus dos hijos; Benjamín y Eugenia. Era notorio el amor y cariño que les tenían.

–Hola, rojiza –Escuchó la voz grave del muchacho que la hacía sentir tan viva. Corrió hacia él, y le abrazó con fuerza, mientras la giraba en el aire–. ¿Cómo estás, preciosa?

– ¿Cómo conseguiste mi dirección? –Se había mudado recientemente, luego del divorcio de sus padres a la casa de sus abuelos paternos. No había querido darle la dirección a Izzy, ya que aún no estaba segura de sí se quedaría ahí por mucho tiempo. En el rostro del moreno asomó una sonrisa desconcertada–. Estoy excelentemente bien, muchísimas gracias por preguntar.

–Ay, Em. Yo también estoy bien, gracias. ¡Eres un amor! –Exclamó, con voz afeminada–. ¿Que qué hago aquí? Pues bien, déjame decirte que sólo vine a visitar a mi chica, a la cual no veo hace una semana, y que por lo que veo, no extraña éste cuerpazo –Señaló sus abdominales, mientras la pelirroja reía–, en absoluto.

–Y no te equivocas –Lo tomó de la mano, mientras él se hacia el ofendido–. ¡Eres tan adorable cuando te enojas! –Tomó sus mejillas y selló sus labios con un beso. Todo era tan confuso, parecían haber cambiado de papeles, y ahora Izzy era el sumiso.

–Vine aquí para hacerte una propuesta ‘formal’ –Lo miró, extrañada–. Estamos juntos hace casi cinco meses, y jamás te he hecho una verdadera –El corazón de Emma, comenzó a latir fuertemente. Sus palabras eran ciertas, nunca habían hecho el ‘trato’ oficial–. Así que… Se me ocurrió una linda sorpresa para ti.

– ¿A-Ajá? –Asintió, conduciéndola a la ventana.

Asomó la mirada, y sonrió enormemente al ver hacia abajo.

La calle principal estaba decorada con letras color rojo, y una burbuja de rosas las encerraban. Seguramente, iba a llevarse una gran reprimida por parte de los vecinos.

Emma Elizabeth Miller, ¿Quieres ser mi novia?

–Sé que no es una limusina, llena de dinero y yo qué sé –Emma rió entrecortadamente, al borde de las lágrimas–. Pero, aun así ¿Aceptas?

Ayúdame |Izzy Stradlin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora