Ayúdame |Izzy Stradlin|

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Terminó de acomodar uno de los pliegue de su falda floreada, embozando una sonrisa. Estaba lista.

Emma acomodó su cabello por décima vez en último minuto y repasó la dirección del restaurante donde él la llevaría. Con nerviosismo, bajó las escaleras, encontrándose con un Axl sonriente y de lo más arreglado. Simplemente era la cosa que sus ojos jamás habían visto, o al menos hasta ahora.

Axl dejó el enorme ramo con el que había llegado hace unos momentos y se puso de pie, admirándola.

-E…stás preciosa –tomó su mano con dulzura.

Emma no pudo contener su sonrojo y simplemente respondió un tímido “Gracias” y bajó la mirada, sonriendo.

Ambos se montaron en el coche y se pusieron en marcha, rumbo a su destino. Quizá esa noche no serían los únicos conocidos por allí.

                                                                                [***]

-Aún no logro entenderlo –Izzy hizo el nudo con su cobarta roja- ¿A qué se debe tu repentina invitación, querida Lea? –acondicionó su voz como si fuera un hombre de la alta sociedad y su prima soltó una carcajada.

-¿Acaso no puedo ir a cenar con mi adorable primo? –sonrió cual niña pequeña.

-Lea –enarcó una ceja, curvando sus labios hacia un lado.

-Es la verdad , Izzacho – se encogió en hombros.

-Lea –repitió, molesto.

La pelinegra suspiró pesadamente mientras posaba su mirada en la pared.

-Está bien –hizo una mueca- te lo diré. La razón es… ¡Oh, mira! ¡Se nos hace tarde! –jaló de su ante-brazo y tironeó de él, ignorando los insultos Izzy murmuraba en voz baja. Lo metió en el auto y cerró la puerta. Ya no tenía escapatoria.

-Me siento secuestrado –bufó, pateando levemente su asiento.

Lea soltó una risa.

-Sh… -susurró, sin despegar la vista del camino- Ya me lo agradecerás… algún día.

                                                                               [***]

-Emma –el pelirrojo acarició su mejilla- ¿Estás bien, nena?

La chica tenía la mirada perdida en algún lugar del restaurante. Estaba fuera de sí, su mente se había de viaje, lejos, lo suficiente para que no distinguiera entre la realidad y los sueños.

-Hey, linda- Axl llamó su atención por segunda vez y el sonido de la campanilla en la puerta chocando contra la misma, la sacó de su transe.

-¿S…í? –apretó su labio inferior y a la vez, la mano de su acompañante.

-Quiero preguntarte algo –acercó su rostro más al de ella. La campanilla volvió a sonar, por segunda vez, haciendo que ambos se separasen. 

                                                                              [***]

Izzy ingresó al gran edificio recubierto de ladrillos rojos. Siendo arrastrado por su prima, pensaba el por qué Lea lo había llevado hasta ahí.

El molesto sonido de la entrada lo fastidió más de lo que la chica a su lado ya lo había echo en todo el día. Una chica alta, vestida con una camisa blanca y unos jeans de mezclilla negros, los guio hasta una de las mesas más alejadas del restaurante, no sin antes dedicarle algunas miradas a Izzy de vez en cuando.

Ni siquiera habían llegado a sentarse cuando la vio. Ahí sentada, jugando con sus dedos, nerviosa. Estaba ella. Vio a su acompañante y sintió una fuerte punzada de repente, estaba con él.

                                                                              [***]

Pasaron días, semanas. Emma no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había visto a Izzy. Ahora esa oficialmente novia del mujeriego rompe-corazones del instituto y ni siquiera eso bastaba para llenar el vacío que ahora prevalecía en ella. Había perdido todo contacto con él. Todo se estaba yendo al Diablo, literalmente.

Esa mañana de sábado, Emma despertó tarde. Los ensayos estaban acabando con ella. El timbre sonó insistentemente y se vio obligada a caminar por el frío piso hasta llegar a la puerta.

Media dormida y media despierta, abrió la puerta al extraño que aguardaba del otro lado.

Al momento que lo hizo, no le dio tiempo siquiera para preguntar quién era. La otra persona ya estaba prácticamente sobre ella, abrazándola.

-Perdóname- susurró una voz ronca en su oído- Por favor…

Y antes de que él pudiera seguir implorando perdón, ella ya estaba besándolo. Importándole un bledo que pasaba a su alrededor.