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Cerró los ojos con el corazón en la boca. Le acababa de pedir en la peor forma que le ayudara. Se puso de pie, más que avergonzada, y con sus manos cubrió su rostro.

-Y…o, no… debí –la voz le temblaba a cada palabra- Lo siento, soy una idiota –sobó su brazo, nerviosa.

Izzy caminó hasta quedar frente a frente. Era mucho más alto que ella, al menos por una cabeza. Sonrió, y con sus manos, reveló su rostro, ahora sonrojado. Emma abrió los ojos lentamente para mirarle.

-No eres una idiota –murmuró, jugando con su rojo cabello- Deja de tirarte abajo, linda –se agachó un poco, poniéndose a su altura.

-¿Por qué a mi, Izzy? –miró al suelo, apenada- No soy como ellas.

-Claro que no lo eres –colocó un dedo en su mentón, levantando su mirada- Eres mucho mejor –sonrió de lado, chocando su frente contra la de ella.

Volvió a cerrar los ojos. Sus piernas comenzaron a temblar, al igual que sus labios. Antes de caer en el piso desmayada, él enrolló sus brazos por su cintura y una leve risa escapó de sus labios. Ese era su primer beso y él, iba a tener el honor de ser el primero, pero en el fondo, deseaba ser el único.

Emma, aún temblando como gelatina y poniéndose en puntas de pie, logró rodear su cuello con sus brazos.

Apartó algunos mechones de cabello que bailaban por su rostro. Él también cerró sus ojos y lo hizo.

La besó como nunca antes había besado a alguien. Este no fue otro beso, fue mucho más allá de eso.  A Izzy le costaba mucho dejar salir a flote sus emociones pero ella, Dios, ella conseguía sacar el mejor de sus lados. 

Emma estaba en blanco. Lo había echo. ¡Lo había besado! Sabia que luego de eso, se sentiría una muy mala persona pero, después de todo, le importaba un bledo ¡Lo estaba besando! Y si con sólo abrazarla lograba teñirla de rojo, imagínense al besarla.

La boca de Izzy comenzó a dar señales para que se moviera. Se incorporó torpe y lentamente. Era el primer beso que le había dado y probablemente el mejor de toda su vida.

La falta de aire se hizo presente pero era más que evidente que ninguno quería parar. Por fin, despegaron sus labios de los del otro, con una sonrisa de oreja a oreja.

-Espero haber sido un buen maestro –carraspeó Izzy, más feliz e idiota que de costumbre.

                                                              [***]

-¡Michael! –gritó, golpeándole la cabeza.

-¡Auch! ¡No me digas Michael! –gimió, acariciando su melena rubia -¿Y eso por qué?

-Deja de gritar imbécil, despertaras a los vecinos –suspiró, embozando una pequeña sonrisa.

-No era necesario que me golpearas, estúpido –le mostró el dedo del medio mientras seguía haciendo el ridículo.

-¡Ya, para! –Izzy rió, soltando el humo atrapado en su boca.

Jaló del brazo a su amigo, estampándolo contra el sofá verde.

-Deja de maltratarme –bufó, fingiendo estar ofendido- ahora necesito a mi gato –curvó su labio inferior, haciendo un berrinche cual niño pequeño.

-No –dio otra calada a su cigarrillo- Lo que tú necesitas es un gran vaso de calmantes.

-Como sea –como por arte de magia, volvió a sonreír- ¿me vas a decir por qué me trajiste aquí?

-¡Te lo he explicado más de ocho veces, Steven! –exclamó, tomándole de los hombros.

-¡Oye, sólo bromeo! –rió ásperamente- Izzy, acabas de cometer la estupidez del siglo.

-¿Por qué?

-La has besado sabiendo que Axl la quiere.

-¡Pero no sé para qué la quiere Axl! ¿Qué tal si le rompe el corazón? ¡O pero aún…!

-Ya, amigo –colocó una mano en su hombro, suspirando- Quizás realmente la ama.

¿Axl? ¿Amar a alguien? Eso era una estupidez. Axl destrozaba todo lo que amaba sin excepción, por eso se había ganado el mote de rompe-corazones. Parecía un padre diciendo todo lo que decía pero no podía prohibirle a Emma que se enamorara ¿o si?

-¡Hey, reacciona! –Steven palmeó su hombro- primero ve como se desarrollan las cosas y controla tus celos ¿vale? Comprendo que estés enamorado, o lo que sea, pero ella también tiene derecho a ser feliz– y con esas palabras se retiró de su hogar, desapareciendo en el frio de la noche.

Él enamorado. Quizás tendría que considerar a creer que fuera real. Pero a ese punto ya no le importaba nada, no había otra cosa en su cabeza además del hecho de que acababan de darle el mejor beso de toda su vida.

Ayúdame |Izzy Stradlin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora