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Mordió su labio inferior otra vez. Ahora estaba frente a la gran mansión de la familia Carter. Parecía un gatito asustado en medio de una gran multitud pero la diferencia era que ella estaba sola. Uno, dos, tres golpes casi inaudibles le dio a la puerta antes de que un hombre de traje, esbelto, alto, con unos preciosos ojos bicolor y el cabello dorado como el mismo sol le abriera la puerta.

-¿Sí? ¿Qué necesita?- cuestionó con voz rasposa el joven.

Emma se aclaró la garganta.

-¿Está Jenna?- cambió su tono de siempre por uno serio.

-Pase y póngase cómoda, ahora la llamó- el ojos bicolor se retiró de la sala.

Caminó hasta unos sillones de cuero y admiró todo su alrededor. Paredes color crema decoradas por alguno que otro cuadro o adorno, pisos de madera relucientes y bien cuidados, la mesita de café estaba en medio de la sala y frente a esta un gran televisor plasma descansaba justo arriba de una gran chimenea. Cuadros familiares, entre otros, uno le llamó la atención. Era la pequeña Jenna jugando con un niño de más o menos doce años, castaño de ojos grises, parecían estar disfrutando la tarde con libertad, al lado de la misma, otra foto, del mismo chico pero vestido con uniforme militar y el casco de este en la mano. El ruido de unos zapatos bajando por las escaleras la sobresaltó, el joven de antes venía acompañado ahora por Jenna, quién llevaba una sonrisa de superioridad en su rostro, había que empezar con el sufrimiento.

Izzy contaba las grietas posicionadas en el techo de su habitación. Se estaba pasando la tarde sin hacer nada además de respirar y bueno, básicamente hacer lo que todo ser vivo tiene que hacer. A su mente vinieron los recuerdos de la noche anterior, la mirada de Emma clavada en la suya, rota, triste. “Ayúdame”, esas palabras por alguna razón se habían clavado profundo en él, ella se había metido en lo más profundo de su ser. Peinó con una mano su melena azabache y suspiró. Esa chica tenía algo…, algo que lo estaba volviendo más loco de lo que ya estaba pero… ¿qué?

La gran mesa de roble ubicada en el centro del gran comedor era su área de trabajo. Libros y hojas esparcidas por todo el lugar era lo único que se podía distinguir. Emma escribía y Jenna… bueno Jenna era Jenna. El gran reloj marcó las siete de la tarde y la hizo sobresaltar con el sonido que provocó, Jenna soltó una risa amarga y dijo;

-Sabes… no me arrepiento de que me haya tocado con un cerebrito, es fácil que hagan todo el trabajo- chasqueó la lengua y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Emma se estaba hartando. Su porcentaje de paciencia era cada vez más pequeño que el cerebro de la rubia. Movía su mano con rabia y presionaba cada vez más fuerte el plumón contra la hoja, inesperadamente este perforó la misma y ella soltó un gran suspiro.

-¡Eh! ¡Con mas cuidado idiota!- Jenna exclamó con voz aguda y chillona.

Por fin, después de dos largas horas en ese infierno pudo irse pero no sin antes escuchar uno de esos maravillosos cumplidos de Jenna.

-Espero que no te olvides de llevarlo mañana ¿entendido, estúpida?- se cruzó de brazos y cerró la puerta.

“Estúpida”, exactamente, eso era, estúpida. Cerró los ojos y se dio vuelta para comenzar a caminar, al menos hoy no tenía ensayo y lo más importante, su madre no estaría en casa. Quiso saltar de felicidad pero se aguantó hasta llegar a su hogar. Sacó la llave ubicada debajo del tapete y entró. De alguna manera sintió paz, felicidad. Cerró los ojos y embozó una sonrisita, corrió a su habitación y se colocó el calentito piyama que consistía en una remera de The Beatles y un pantalón gris holgado. Calentó sus pies con pantuflas y bajó a la sala donde puso el estéreo a todo lo que daba mientras bailaba al ritmo de ACDC. Un sentimiento de felicidad la invadió y comenzó a cantar eufórica tratando de seguir las líneas de la canción. Unos golpecitos la sacaron de su trance, vio en dirección hacia la ventana, ahí estaba él, una sonrisa hermosa le adornaba el rostro y su aliento se condensaba debido al tremendo frío que hacia afuera. Una de sus manos cubiertas por un guante de cuero estaba apoyada en la ventana y si bien Emma no sabía leer los labios todo indicaba que le estaba diciendo “Ábreme” o “Me muero de frío” lo que sea primero.

Corrió hacia la puerta avergonzada y más roja que cuando se le había abalanzado encima para abrazarlo. Abrió la puerta y la hola de calor de adentró del hogar impacto en el rostro de Izzy obligándolo a cerrar los ojos. ¿Por qué era tan jodidamente atractivo?... aguarden ¿qué?

El color de sus pálidas mejillas aumentó y el moreno soltó una risita. Ahora él se abalanzó sobre ella abrazándola con fuerza, Emma escondió su cara en el cuello de él y respiró profundo, su aroma, Dios.

-Espero que estés cumpliendo nuestra promesa, rojiza.- Izzy susurró en su oído y solamente con pronunciar esas palabras la hizo temblar.  

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Hodus lectoras c:
Sólo quería decirles que se den una vuelta por este libro 
http://www.wattpad.com/story/10681853, es de zombies y romance, bueno, está muy bueno y espero que voten y comenten :D 

Ayúdame |Izzy Stradlin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora