Capítulo 1

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El sol cálido de verano se acoplaba a la esencia reconfortante que caracterizaba los días en la hermosa Italia. Jimin disfrutaba cada vez que tenía tiempo libre para regodearse en los interminables campos de tulipanes que ofrecía el seminario Redemptoris Master a las afueras de la ciudad de Florencia.

Esa tarde no era la excepción, Jimin terminó sus lecciones de filosofía con el sacerdote Vicente durante la mañana, lo que le dio tiempo de saltarse el almuerzo y correr al enorme prado detrás de los dormitorios de los jóvenes recientemente ingresados. Se cobijó en el tronco de un solitario aromo en medio del campo con su libro de teología en su regazo y la cabeza apoyada en un pequeño hueco del árbol, el día era perfecto y la suave brisa lo refrescaba del grueso chaleco que traía puesto, única prenda de vestir como regalo de los sacerdotes hace aproximadamente cuatro años. Jamás accedió a más de los bienes necesarios, con suerte contaba con dos pantalones, tres poleras y el único chaleco ya mencionado, su conciencia y moral estaban tan instruidas que no consideró nunca la ambición de tener un gusto o un pequeño regalo extra así era su vida y así asumía que sería por el resto de sus vidas, no le quedaba más que deleitarse con las sensaciones del suave césped bajo sus manos y permitirse soñar y fantasear con los encantos de la naturaleza como sentir sus pies en contacto con la humedad de la tierra y el rozar del viento en su mejilla. 

Desde su posición observó a lo lejos el muro que lo separaba del mundo externo al seminario y no pudo evitar sentir un escalofrío. El joven fue criado y educado dentro de las paredes firmes del establecimiento bajo la fuerte doctrina católica que le inculcaron desde que tenía memoria, a cargo de los sacerdotes del lugar. Al ser abandonado con apenas un año de vida en el seminario, Jimin jamás cuestionó ningún aspecto de su vida, simplemente aceptaba la estricta educación y la concebía como una forma de vida normal y cotidiana, ya que nunca antes había experimentado otra perspectiva del mundo, no conocía el sentimiento de amor hacia una madre ni un padre, no comprendía porqué sus compañeros que ingresaban durante la adolescencia al sacerdocio, extrañaban tanto a sus familias, tampoco sentía la necesidad de complacer su cuerpo con las necesidades físicas y carnales, prácticamente era un ser puro con sentimientos etéreos en el máximo esplendor de la palabra.

Su curiosidad no traspasaba los límites del conocimiento académico, era culto e instruido en diversas disciplinas, con lo que respecta al saber científico Jimin no presentaba problema alguno, sin embargo en el ámbito de aproximación social con su entorno, se mostraba como un individuo totalmente nulo, ni siquiera tenía amigos dentro del solitario lugar, de lejos veía como los estudiantes para sacerdotes de su misma edad compartían vivencias y experiencias, sin embargo él se limitaba a escuchar y sonreír educadamente, tenía demasiada vergüenza para preguntar palabras desconocidas en su vocabulario como "follar", al final lograba inferir de que hablaban pero no participaba de la interacción.

Jimin reflexionó sobre las características de los cuerpos celestes que se abordaban en el libro de astronomía, miró al cielo y se concentró en la vaga silueta de la luna que asomaba cerca de las montañas, con letanía se fijó en la hora y rápidamente se puso los zapatos, las horas habían pasado volando mientras se perdía en sus pensamientos, no se percató que se ausentó en las clases de la tarde y ya estaba por comenzar la oración de las seis. Su falta traería un castigo lo sabía, probablemente limpiar los baños durante dos semanas o preparar el desayuno para los cursos jóvenes de seminaristas, lo que implicaba levantarse a las cuatro de la madrugada.

Corrió de manera atolondrara por los pasillos del seminario, entro por los dormitorios y cruzó el patio interno que era rodeado por el casino común, siguió acelerando su trote hasta que llegó a la capilla del área sur y entró con disimulo por un costado. Con cuidado se ubicó de rodillas junto a sus compañeros y junto sus manos para luego inclinar levemente s cabeza hacia abajo con la mirada hacia el piso y los ojos cerrados, permaneció durante dos horas recitando las oraciones y los postulados de la doctrina a coro con los demás hasta que se finalizó con la oración de la tarde. Se levantó rápidamente y se aproximó a la salida, a pasos de lograr respirar aire puro el sacerdote Vicente lo detuvo. Jimin se congeló en su lugar, giró levemente su cabeza y sonrió de una manera inocente ante el ceño fruncido del religioso.

Sinful (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora