Capítulo 20

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-¿Dónde está Jimin?— Gritó Jungkook recibiendo como respuesta el fuerte azote de lo que parecía ser un cinturón de cuero que dejaba su huella por décima vez en la ensangrentada espalda del azabache.

Luego de separar a la joven pareja, Jungkook fue tomado a la fuerza para encerrarlo en la vieja sala de castigos que permanecía sombría y húmeda, el polvo del lugar evidenciaba la falta de uso en un tiempo estimado de diez años, la falta de limpieza lo exponía como un sitio insalubre en donde nadie quisiera estar. Pese a las precaria condiciones, empujaron a Jeon dentro y lo redujeron a golpes hasta dejarlo completamente débil sin que pudiese seguir preguntando en voz alta por el pequeño, su rostro estaba hinchado y los labios rotos no ayudaban para pronunciar palabras solo susurros angustiosos.

La presencia del padre Vicente se impuso ante los ojos del azabache mientras le amarraban grilletes a sus tobillos y sostenía sus muñecas juntas por una cadena de hierro que poco a poco se encarnaba en su piel. El pensamiento de luchar se impregnó fuertemente en Jeon que manifestó con sus últimos ánimos su descontento e ira golpeando con la cabeza a un lacayo que le devolvió una fuerte patada en la costilla, lo que terminó por dificultar aún más su respiración, el hombre hizo ademán de golpearlo nuevamente pero el sacerdote levantó la mano en señal de detención.

-Váyanse, déjenme con él— Declaró el sacerdote observando con repugnancia a azabache.

-Ahora que no tienes a tus marionetas vas a golpearme, para sentirte un poco más hombre, marica.

Como respuesta recibió una fuerte bofetada en el lado izquierdo de su rostro. Jungkook observó cuando tomó una fusta con cordones de cuero grueso y volvía a posicionarse frente a él.

-Jungkook, te daré la oportunidad de arrepentirte en nombre de Dios padre, antes de que te condenes aún más.

-No pediré perdón si no he hecho nada malo— Dijo Jeon mientras escupía en los zapatos del cura.

-Participar en un asesinato, divulgar la palabra del Señor con blasfemias, transgredir las reglas del seminario y corromper a Jimin, un inocente ¿Debo seguir?

-¡Le estabas quitando la vida a Jimin! ¡Corrupto de mierda!

Un puñetazo silencio nuevamente a Jungkook, el hombre era viejo pero conservaba su fuerza que se potenciaba en su cuerpo producto del débil estado en el que se encontraba.

-Ya te di la oportunidad, debo castigarte y hacerte entender que solo perjudicas tu alma.

El sacerdote comenzó a deambular silenciosamente en un juego retorcido con el fin de acrecentar la ansiedad en Jeon, salió de su campo visual rodeando su figura inclinada hasta ubicarse tras sus espaldas, sabía perfectamente lo que vendría pero no se lo esperaba con tal magnitud.

El primer azote le arrancó un jadeo de dolor angustioso, se mordió fuertemente la lengua para evitar gritar.

-¿Pedirás perdón?— Habló calmadamente el anciano abriendo con la punta de la fusta la primera herida en la espalda de Jungkook.

-Haz lo que quieras conmigo pero dejen a Jimin en paz.

El segundo azote llegó con mayor rapidez y potencia logrando abrir su carne, la sangre se impregnaba en toda su camisa que conservaba intencionalmente para luego, una vez cicatrizadas las heridas, la piel volviese a romperse.

-Deja a Jimin— Susurró Jungkook antes de que el tercer azote lo golpease desde la nuca hasta el desglose de la columna.

El castigo contuvo diez azotes en total, una vez terminado, Jungkook jadeaba de dolor pero contuvo cada impulso que lo empujó a gritar sin mostrarse atemorizado frente al eclesiástico. Finalmente, con un esfuerzo por no desmayarse, vio la silueta del hombre saliendo de la sala y el azabache expulsó todo el aire que retenía en sus pulmones, se arrastró la más lejos del charco de sangre a sus pies, sin embargo no llegó lejos al estar encadenado, se tumbó de estómago para darle descanso a su espalda herida.

Sinful (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora