Capítulo 13

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Una vez que el azabache desapareció de su campo visual, el pequeño permaneció durante horas dando vueltas en su habitación y mirando a través de la ventana para ver si regresaba pero la eterna espera solo se convirtió en un martirio para él, además de que fue obligado a asistir a sus clases para no levantar sospechas y así justificar la inasistencia de su compañero de habitación cuya ausencia no pasó de ser percibida por el profesor.

Jimin ingresó al aula de clases con recelo, se detuvo a un costado de la puerta observando a sus compañeros que no reparaban en su figura y luego asomó su cabeza para verificar que todos estaban distraídos, de esa forma entró corriendo torpemente hasta que alcanzó su lugar de siempre, invisible como todos los días. Sus acciones eran totalmente exageradas y lo hacían ver aún más sospechoso pero él no se daba cuenta y con toda su ingenuidad creía que lograba camuflarse como un espía, quizás se debía al poco contacto con personas de su edad durante su niñez pero la personalidad infantil le daba tantas ventajas como desventajas.

Permaneció quieto como una estatua mientras el sacerdote Vicente entraba a la sala con un silencio sepulcral para dictar la clase de teología, tanto Jimin como los demás seminaristas eran alumnos prácticamente perfectos en cuanto a disciplina, apenas entraba una autoridad todos parecían lo suficientemente bien adoctrinados para guardar silencio, levantarse de sus asientos y saludar al unísono.

Involuntariamente, el pequeño contuvo la respiración cuando el sacerdote examinó detenidamente la sala, sabía que probablemente se había percatado de la ausencia de Jungkook y tendría que inventar algo.

-¿Dónde está Jeon?—Preguntó el padre Vicente cuando llegó el turno del azabache en la lista de alumnos presentes en la clase y nadie contestó. Nadie podía faltar a clases, estaba estrictamente prohibido a excepción de los casos que tenían una justificación entregada con un mínimo de un día de anticipación por el cuerpo médico del seminario o por alguna autoridad que se encargaba de advertir a los profesores sobre la inasistencia del estudiante, sin embargo no era el caso de Jeon.

Todo el mundo miró automáticamente a Jimin, a quien le comenzaban a sudar las manos producto de la presión que ejercía el sacerdote observándolo directamente como si pidiese explicaciones, el pequeño sabía que desviar la mirada era de mala educación y no quería ser descortés pero no le quedó otra opción más que apoyar su rostro disimuladamente en su mano para girarse hacia la ventana en un intento de simular que no prestaba atención.

-Joven Park, la pregunta está dirigida hacia ti.

Con esa frase Jimin pensó que ya estaba condenado, lo expulsarían por mentir y se quedaría en la calle sin saber dónde estaba Jungkook. Una bola de saliva se acumuló en su garganta dificultando su respiración y el sudor no se hizo esperar para escurrirse por los costados de su frente, el hecho de entrar en pánico cada vez que mentía no era broma.

-Jimin...¡Jimin!—Uno de sus compañeros más próximos a su lugar lo llamaba para que el pequeño contestase.

-¿Y-yo?—Fue lo único que pudo decir para ganar un poco de tiempo.

-No existe otro Park en esta clase. Conteste antes de que condene a un castigo después de clases a todos sus compañeros.

Los suspiros de resignación y las exclamaciones de molestia levemente pronunciadas no se hicieron esperar y el pequeño se sintió horrible por crear todo ese escándalo.

-Ju-jungkook está enfermo—Dijo bajito mientras tiraba de las mangas de su chaleco para esconder sus manos.

-¿Qué tiene?—Cuestionó el padre Vicente con una expresión que reflejaba que claramente no le creía.

-Mm él tiene fiebre y...y tiene mucho dolor estomacal—Improvisó el pequeño poniéndose cada vez más nervioso, no servía para mentir, pues sus gestos lo delataban al instante.

Sinful (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora