Capítulo 21

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Los primeros intentos de Jimin fueron absolutamente fallidos, no coordinaba sus movimientos con la altura del candado y se topaba constantemente con la barrera que ejercía la cadena de hierro lastimando severamente sus manos. Refunfuñando de rabia e impotencia presionó la llave con todas sus fuerzas pero solo logró que resbalaran de sus manos.

-¡No por favor ahora no!—Susurraba Jimin para sí mismo con gran preocupación.

Estiró todo lo que pudo el brazo, sin embargo la llave cayó fuera del perímetro alcanzable, en ese momento lloró de frustración, quería ver a Jungkook, sabía que estaban en peligro y él no podía hacer nada más que estar encerrado. Por un momento se deslizó por la puerta media abierta y recargó su cabeza en sus rodillas, necesitaba un descanso. Luchó por mantener sus ojos abiertos pero el cansancio mental y físico lo obligaban a dejarse llevar en los brazos de Morfeo y sin percatarse el pequeño se ovilló en su lugar cayendo completamente dormido.

Alaridos lejanos y chillidos agudos lo despertaron horas más tarde, se sobresaltó debido a los extraños ruidos y se percató que ya estaba entrada la noche cubriendo el cielo con una oscuridad densa. Se asomó por la abertura de la puerta y con horror visualizó una bruma gris extendiéndose sobre la punta del edificio central, Jimin observó anonadado el espectáculo y luego otro barrido de gritos lo despertó de su trance, entonces comprendió que era humo que se expandía desde el otro lado del seminario, el área este, el área vieja de castigos, donde posiblemente se encontraba Jungkook.

Con desesperación empujó una vez más su mano, estaba a centímetros de tocar la llave pero no funcionaba y sus zapatos eran demasiado voluminosos para traspasar la abertura, al igual que su chaleco de lana. Iba contra el tiempo, lo que generaba aún más presión en su cerebro; por lo que, recurrió a su última opción. Rápidamente se desprendió de su chaleco y de su camisa blanca, enrolló esta última y se amarró a su muñeca el extremo de uno de los puños para arrojarla con todas sus fuerzas y cubrir la llave, la oscuridad no le permitía verificar que cumplió su propósito así que arrastró la tela por el barro sin importarle quedarse despojado de ropas, una vez que estuvo en sus manos levantó la tela y nada apareció, desesperado tiró la camisa a un lado y un breve sonido de metal hizo eco por la habitación. Arrastró sus manos por todo el suelo, se astilló y se rompió la piel nuevamente hasta que por fin sus ensangrentadas manos encontraron la llave. Se acercó a la abertura de la puerta con determinación, la primera vez volvió a fallar, la segunda vez estuvo a poco de soltar la llave y la tercera vez con lágrimas en su rostro logró atinar a la cerradura.

Se dobló la muñeca girando la llave debido al ángulo en el que estaba pero no le importó, pues todo lo que ocupaba su mente era al fin salir de allí. Como pudo empujó una última vez y la cadena de hierro que aún se sostenía firmemente, cedió lo suficiente para pasar su delgado cuerpo, como pudo se colocó el chaleco y corrió con todas sus escazas fuerzas.

Mientras más avanzaba más humo veía y el calor se hacía insoportable, el seminario se estaba incendiando.

Corrió por los pasillos, pasó por fuera de la casa central y se percató de lo vacío que se encontraba, por el rabillo de sus ojos justo a su derecha pudo ver a los últimos alumnos corriendo y evacuando a la salida principal, sin embargo sus pies giraron a la izquierda en busca de su amado.

Llegó al jardín principal, jadeaba por oxígeno, sin embargo esa necesidad quedó olvidada cuando observó las llamas que consumían toda la parte trasera de la estructura vieja y abandonada donde se encontraban las renombradas salas de castigo, su respiración se cortó y un nudo de angustia se alojó en su garganta. Sollozos desesperados brotaban de sus ojos, luchaba con sus piernas para que avanzaran más rápido, no sabía que le provocaría mayor alivio, encontrar a Jungkook ahí o no hallarlo en ese lugar.

Sinful (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora