Capítulo 7

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Jimin no alcanzó a procesar las palabras de Jungkook cuando, sin previo aviso, tomó su chaqueta de cuero y salió rápidamente de la habitación con aire majestuoso sin mirar atrás, dejando al pequeño solo y confundido en el suelo.

La conciencia de Jimin lo estaba matando, había pecado de la forma más carnal que puede existir y se sentía como el ser más vulgar en la faz de la tierra, violó sus votos de castidad, le fue infiel a Dios, incumplió su propia promesa de amar únicamente a Cristo y lo que ameritaba más culpa en su alma era haberse entusiasmado de sobremanera con un asesino y dejarse llevar por el mal, se supone que se estaba instruyendo y estudiaba para combatir con la oscuridad como un servidor de Dios, no cooperar con un individuo que representaba todo lo que le habían enseñado que no debía ser. El pequeño tenía claro que Jeon no asistía al seminario por decisión propia, por el contrario era solo un refugio para encubrir el verdadero caos y aparentar la calma.

A pesar de todos sus lamentos, Jimin no podía negar que aquel extraño sujeto despertaba emociones que jamás pensó experimentar y lo impulsaba a descubrir un lado prohibido de sí mismo, sin embargo para ello debía romper las reglas y su miedo a errar y fallarle a Dios era demasiado grande como para atreverse a pensar en algo más relacionado con la "figura demoniaca".

Espero a Jungkook durante una hora entera sentado con las piernas cruzadas en la misma posición, sin embargo no apareció y rendido por el cansancio se trasladó hasta su cama para intentar descansar aunque sea un par de horas antes de comenzar con una nueva jornada. Se durmió pensando en el cálido contacto físico con el azabache y soñó con la sensación de probar nuevamente los labios de Jungkook.

A la mañana siguiente, lo primero que hizo al abrir sus ojos fue comprobar si Jungkook estaba en la cama que debía ocupar, pero esta se mostraba intacta sin señales de que algún cuerpo se haya posado en ella. Restregó sus ojos y con un suspiro se levantó para encaminarse a las duchas, una vez allí saludó a los pocos compañeros que se encontraban encargándose de su higiene y se despojó con cuidado de sus ropas. Poco a poco las duchas se vaciaron y como siempre Jimin era el último que quedaba, tomando su tiempo en remover delicadamente el shampoo de su cabello pasando sus manos lentamente por su cuerpo, hasta que se detuvo en sus labios con el recuerdo del beso latente en su cabeza, durante la noche sueños y pesadillas habían perturbado su descanso, en algunos sueños Jungkook era un ángel de negro que se acercaba a él para estrecharlo en sus brazos sintiéndose completamente protegido y en las pesadillas se convertía en una víctima del demonio disfrazado de la más hermosa tentación.

Un leve silbido de gracia interrumpió sus pensamientos e hizo que el pequeño se girara de forma abrupta.

Allí, frente a sus ojos estaba Jeon con la misma chaqueta de cuero que atraía tanto su atención, sentía la mirada intensa sobre su cuerpo hasta que sus ojos se toparon y por un momento Jimin creyó que se perdería en la profunda oscuridad que explayaban y que, aunque no lo admitiera, quería conocer.

-Qué lindo trasero escondes—Habló Jungkook con voz profunda y rasposa que reflejaba la lujuria del encuentro. Sin embargo, Jimin solo se percató que estaba totalmente desnudo ante el demonio y una vez más estaba siendo parte de algo impuro e inapropiado.

-¡No mires!—Chilló con las mejillas rojas y el ceño fruncido mientras se agachaba bajo la regadera para evitar que Jeon lo examinara aún más con la pervertida mirada.

-Me temo que me importan una mierda tus órdenes bonito—Dijo Jungkook acercándose a Jimin sin importar que la suela de sus botas negras se mojaran por estar en las duchas.

-¡Dios me perdone y a ti también! ¡Vete Jungkook!—Jimin comenzaba a ponerse histérico una vez más por culpa de Jungkook y las situaciones en las que lo ponía. Recorrió con sus ojos el lugar en busca de su toalla que reposaba en una banqueta a una distancia media de ambos.

Sinful (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora