Capítulo 3

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Querido niño Jesús en una canasta de mimbre—Fue lo único que pudo modular Jimin luego de largos minutos en trance mirando la ventana por donde desapareció lo que él denominaba como "El encuentro con el mismo Satanás que viste y calza". Se preguntaba una y otra vez quién era ese enigmático ser humano, si es que entraba en la categoría de mortal, y qué hacía específicamente en el perdido seminario italiano olvidado por la urbanización. Luego de convencerse a sí mismo que no tendría respuesta a sus interrogantes esa noche, se levantó y cerró la ventana con pestillo acariciando levemente el marco donde las manos ajenas habían estado posadas instantes antes, con un pesado suspiro de confusión e inquietud se acostó bajo las sábanas de su cama y en posición fetal buscó confort en la orilla colindante con la pared como forma de refugio ante cualquier amenaza que perturbara su sueño, cerró los ojos fuertemente y empuñó las cobijas en sus pequeñas manos para ser guiado por Morfeo directo a sus brazos y así por fin descansar de los extraños sucesos que le ocurrieron recientemente.

A la mañana siguiente se despertó con un letargo único y característico de él, se tomó el tiempo de revolcarse entre las sábanas mientras estiraba sus músculos y bostezaba con toda la extensión que su boca la permitía. Detuvo sus acciones y pensó en el encuentro misterioso que tuvo la noche anterior, no sabía si Dios lo estaba poniendo a prueba pero quería comportarse de la manera más correcta posible, pues no quería decepcionar a los santos y si debía ser bueno con esa ánima que lo amenazó lo haría sin dudas. "Es un alma en pena que probablemente estaba buscando el camino al cielo" se dijo Jimin a sí mismo para convencerse de que había mantenido una conversación con un espíritu y que los acontecimiento de los últimos días fueron solo producto de su imaginación, aunque sintiera como el pañuelo blanco le hacía burla desde el piso a los pies de su cama, decidió no prestar atención y pretender que no recordaba cómo había llegado ahí, sin embargo no podía ignorar el hecho de que había otra cama para alguien más. El pequeño sabía que estaba siendo tonto y que entregarse a la ignorancia no sería la solución en este caso, sin embargo insistió y prefirió seguir como si nada hubiese pasado.

El recuerdo de su castigo le hizo detener todo momento de comodidad y con un sobresalto junto a la taquicardia en su pecho corrió para vestirse, buscar los implementos de aseo y limpiar los baños, su ánimo cambio radicalmente a uno más enérgico y optimista, ya no tenía miedo y podría continuar con la vida monótona que llevaba hasta ahora, pero a medida que avanzaba en los pasillos algo llamaba su atención, no había absolutamente nadie, buscó en el comedor, se asomó a las aulas de clases y estaba todo vacío, en ese momento cayó en cuenta que nadie había ido a reprenderlo por quedarse dormido y faltar al castigo. Con el corazón en la garganta corrió por el imponente seminario, nunca había tenido miedo de su estructura, pues era su hogar pero algo esta vez hizo que le dieran escalofríos en la espalda. Sin percatarse por donde iba chocó directamente con una persona, al principió tendió a taparse los ojos en un intento de protegerse como el cobarde que era con todas sus letras, sin embargo la conocida voz del padre Vicente le devolvió el alma al cuerpo.

-¡Padre!—Dijo Jimin mientras tomaba la mano del sacerdote con una sonrisa de alivio en el rostro.

-Jimin ¿Qué haces aquí?—Le respondió el padre mientras observaba atentamente su alrededor como si buscara algo.

-¿A qué se refiere? Debo limpiar los baños y también tengo clases—Estaba muy confundido, el seminario jamás había estado con un silencio tan tétrico y menos pensar en detener las actividades planificadas en el estricto horario.

-Olvida eso hijo, ve a tu dormitorio y no salgas, los demás alumnos están cada uno en sus habitaciones.

-¿Qué está pasando?—Interrogó con su voz estrangulada, tenía un mal presentimiento y poco a poco el muro que construyó en su cabeza para protegerse del encuentro nocturno con el mal se iba desvaneciendo.

Sinful (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora