C O M O U N S U E Ñ O D E P R I M A V E R A.

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—¿Vict...? —me volvió a mirar fijamente y sonrió con tranquilidad.

—Yuri no puede estar en el suelo frío tanto tiempo —tomándome en brazos, Victor me cargó hasta dejarme en la cama de nuevo.

Me comenzó a platicar de cosas triviales como si nada hubiera pasado. No quería ver a Victor triste, así que dejé de insistir con las preguntas.

Al día siguiente salí del hospital. Me sentía con más fuerza y menos mareado. Victor dijo que quería que fueramos a una cita a la ciudad y acepté no muy seguro.

Fuimos de tienda en tienda, pasando por ropa nueva para mí y muchas valijas para Victor. Pasamos a comprar comida y sentarnos por un buen rato en el parque para que descansara.

Victor me contaba cosas graciosas y algunas experiencias vergonzosas. Tomaba mi mano y la besaba. Me abrazaba con cariño y suavidad y una que otra vez rozaba sus labios con los míos y sonreímos avergonzados.

Cuando se hizo tarde, caminábamos de regreso a casa. Sin antes pasar por una tienda que vende ropa de bebé.
Ambos decidimos entrar no muy seguros, por suerte no había tantos clientes.
Nos pasamos por los estantes, viendo los jueguetes y la ropa, algunos baberos e imágenes pegadas en la pared de bebés con sus padres.

Victor tomó mi mano y nos sonreímos. Después de eso salimos sin decir ni una palabra, pues no era necesario. Victor y yo estábamos emocionados por ésta oportunidad de tener a un hermoso hijo. Sea niño o niña, lo querríamos de igual forma. Le enseñaremos a patinar y le compraríamos muchas cosas, estaríamos a su lado para que no esté solo y crezca rodeado de amor.

Ése es nuestro mayor sueño.

(...)

Los días y semanas pasaban tan rápido que era difícil darse cuenta. Varias veces tuve que regresar al hospital por paranoia de Victor. La primavera había llegado, era abril. Tenía ya cuatro meses de embarazo y la barriguita ya se notaba lo suficiente.

Mamá y papá me consentían demasiado. Estaban tan felices de ser futuros abuelos y casi casi lo presumían con los clientes que llegaban. Mi hermana compraba y compraba cosas para bebés y me los regalaba gustosa.

Desde ese mes, ya no podía salir de casa. Mi cuerpo era más frágil y débil, además de que mis padres decían que al notarse ya mi embarazo, la gente comenzaría a decirme cosas malas y preferían no tener que verme sufrir.

Yuko y Nishigori tampoco sabían de eso, y al verme no tan seguido aumentaba su preocupación. Y con una larga plática con Victor y mis padres, aceptaron en decirles sobre la noticia.

Fue un sábado. Victor se veía ido, distante. En estos meses ha estado divagando en sus pensamientos, siendo distraído. Especialmente cuando recibía esas llamas secretas.

Sé que Victor no me está engañando, pero hay algo que lo atormenta y cuando quiero preguntarle, él siempre cambia la conversación.

En la tarde, después de comer. Llegó la familia Nishigori. Las trillizas en seguida se abalanzaron sobre Victor interrogandolo con cosas del patinaje y de sus clases. Nishigori se estaba entreteniendo hablando con mis padres y Yuko, fue la que decidió visitarme a la habitación.

Al entrar y verme recostado se preocupó, lo sé porque su cara lo refleja.

—Yuko-san —ella fijó su mirada en la mía, preguntándose porque sonreía de esa manera.

—Yuri, ¿estás bien? —Yuko se sentó en mi cama y tomó mi mano.

—Si —ella me miró no muy convencida—. Perdón por molestarte haciendo que vinieras hasta acá, pero viendo mi condición, no tenía mucha opción. Yuko-san...

—Yuri, ya te dije muchas veces que me digas Yuu-chan —respondió haciendo un puchero. Sonreí a tal acción.

—Lo siento, Yuu-chan. Verás... yo... humm... no sé cómo decirlo, es algo difícil de explicar —comencé a decir nervioso—. Yo... estoy embarazado.

—¿Eh? —dijo sin entender nada.

—Yuu-chan, soy un hombre que tiene la capacidad de procrear. No entiendo del todo porque puedo, pero es así y no te lo he dicho porque tengo miedo a tu rechazo, pero no me pareció justo ocultartelo porque eres mi mejor amiga y... —Yuu-chan me acalló con sus manos, colocándolas sobre mi boca. Ella sonrió tiernamente.

—Yo tampoco lo entiendo y sé que no me mientes. Nunca te rechazaría, eres mi mejor amigo —pasó sus manos a mis mejillas para acariciarlas suavemente, como una mamá amorosa—. Tienes todo mi apoyo.

—Yuu-chan —dije por lo bajo. Sonreí alegre. Sabía que era bueno contárselo—. Además, quería hacerte unas preguntas...

—¿Preguntas? —asentí—. ¿Cuáles?

—Pues esto... ¿E-es normal sentirse muy ansioso por el embarazo? ¿Por qué tengo mucha hambre unos días y otros no? Mi cuerpo luego se siente caliente y no sé cómo calmarlo, ¿qué debería hacer? ¿Crees qué es bueno estar acostado todo el día? ¿Mi cuerpo podría engordar más y quedar todo deforme? ¿Es normal que se me antoje pura cosas realmente extraña? —la comencé a bombardear con muchas preguntas vergonzosas pero vitales para saber la respuesta y entender a mi cuerpo.

Yuu-chan comenzó a reír. Y luego me explicó sobre su experiencia con su embarazo, lo difícil que fue y las sensaciones que experimentaba su cuerpo. En verdad sentía que podía entenderla y ella a mí. Explicándome cosas que ni un hombre podría imaginarse.

De pronto, escuchamos una risita proveniente de la puerta. Victor estaba recargado en en la umbral sonriendo tan tranquila y pacífico, hace tiempo que no veía una auténtica sonrisa suya.

Él se acercó se recostó a mi lado, abrazandome y dándome muchos besos por toda mi cara. Nishigori y las niñas entraron de repente y comenzaron a armar alboroto. Cuando descubrieron el embarazo, ellos se sorprendieron demasiado pero de igual forma me dieron su apoyo.

(...)

Después de una semana, Yuu-chan me visitaba seguido y platicábamos sobre el embarazo. Las llamadas a Victor y su preocupación aumentaba y realmente tenía que contarle a alguien sobre eso.

—Yuu-chan, ¿qué debería hacer? —pregunté sin encontrar las palabras adecuadas—. Victor está actuando raro, él recibe llamadas extrañas y se pone pensativo y triste. Siempre que le pregunto sobre eso me cambia el tema. No sé qué hacer...

Yuu-chan me aconsejó hablar con él seriamente. Que no debía tener más secretos conmigo. Y eso pensaba hacer, pensaba hablar con Victor. Pero algo me lo impedía, desde el fondo de mi corazón me repetía que no debería insistir, pero mi cabeza llena de dudas e inseguridades me gritaba otra cosa.

Y así pasó un mes, casi dos meses. Hasta que una tarde, mientras estaba viendo las competiciones del Grand Prix que comenzaría ya la nueva temporada. Victor me dió una noticia inesperada.

—Yuri, volveré a Rusia a resolver unas cosas pendientes —sus ojos azules no reflejaban el mismo brillo y su alegría se había esfumado. Es como si fuera otro él.

Hola (*゚▽゚)ノ gracias por seguir leyendo mi historia (/´Д`)/ trato de alargar más los capítulos y sé que no me sale tan bien pero se hace lo que se puede ¯\_(ツ)_/¯

Y la buena noticia es que voy a poder actualizar más rápido, así que por su atención, gracias y nos vemos en el siguiente capitulo.

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  Y             Y
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Hanarezuni soba ni ite / Sólo quedate a mi lado (Yuri On Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora