S O L E D A D.

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Lo vi sacar de su escritorio una botella chica de clonazepam y se tomó media pastilla.

—¿Aun las sigues tomando?

—si, ¿otra pregunta inteligente? —contestó molesto. Madre evito decir otra palabra más. Estaba aterrada.

Seguía sin comprender como es que después de tanto tiempo y tanto daño siga a su lado, es algo imposible y doloroso. Ella dijo que cuando fuera más grande y madurara lo entendería pero, por más que le de vueltas al asunto no comprendo.

—Vámonos, madre —ella asintió, no dijo más y salimos de la oficina sin siquiera voltear a verlo por última vez

En silencio caminábamos por el pasillo, como si hubiéramos visto un fantasma. Madre estaba tan impactada que apenas podía moverse de la impresión.
Así que decidí llevarla a su habitación, sin atreverme a preguntar la duda que rondaba por mi cabeza.
Ella, tardó para quedarse dormida. Sólo miraba hacia la ventana, como si nadie más estuviera acompañándola.

Cuando la dejé, decidí volver a tener la charla y hablarle claramente a ese hombre, como lo hice hace casi diez años. Pero, el encontrarme a Mark, recargado en la puerta de la oficina me sorprendió bastante. A pesar de que en este tiempo me he quedado a vivir en esta casa, el encontrarme con Mark es muy extraño. Como si estuviera esperando.

—Si lo estás buscando mejor vete, él se acaba de ir —suspiré decepcionado y un tanto enojado por su modo de hablar.

—¿Puedo preguntarte algo?

—¿Acaso no lo estás haciendo? —este maldito mocoso, me saca de mis casillas.

—¿Katia ha hablado contigo? —su mirada mostró sorpresa, pero por mas que lo intentaba disimular, fracasó en el intento. Ambos sabíamos que le interesaba.

—¿Por qué te interesa?

—Eres mi hermano.

—¿Fui tu hermano cuando abandonaste tu casa, tu familia, a mi? —era la primera gran charla que tenia con él en mucho tiempo, una en la que no terminábamos a gritos o golpes. Hasta cierto punto, puedo pensar que ni siquiera habla con hostilidad.

—¿No vas a perdonarme?

—El resentimiento que te guardo es lo que me mantiene aquí, soportando tanta estupidez —se alejó de la puerta, dirigiéndose a otro sitió—. Deberías andar con cuidado, si pisas mal puedes caer, hermano.

Y se fue, sin entender que quiso decir con eso.

...

—Yuri, hijo, ¿Por qué no cargas a tu bebé? Todo hijo necesita la protección de su madre —mamá me insistía en que todo lo que siento es pasajero, pero dudo que entienda mi sentir.

Pronto me darán de alta, pero a mi bebé no. Aun tiene que permanecer la mayor parte del tiempo en la incubadora, ya que no soporta tanto tiempo estar afuera.

Cuando mamá se fue a comer algo, me escapé de la habitación a dar una vuelta por los pasillos del hospital. Veía a todo tipo de personas con enfermedades extrañas. A los niños pequeños en pediatría y a los más ancianos rumbo al asilo. Todo se movía funcional, mientras yo me pasaba atormentándome todo el tiempo. A lo lejos, pude ver a una niña llorando solita. Me quise acercar pero simplemente no pude, hay algo aquí, en mi pecho, que me provoca miles de sentimientos, especialmente tristes y que dan ganas de llorar.

En eso, el altavoz de los pasillos rechinó despacio para que se escuchara la voz de alguien.

Habitación 215, paciente... Katsuki Yuri, tiene una llamada. Favor de presentarse en la recepción.

Hanarezuni soba ni ite / Sólo quedate a mi lado (Yuri On Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora