E S C E N C I A.

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—Espera, ¿Qué? ¿Me estás pidiendo ayuda? ¿A mí? Esto tiene que ser una broma —dijo con ironía como si fuera algo de lo que realmente no debería preocuparse.

—Deja que lo explique —pedí en un grito desesperado. Mark solo se mantenía a más de un metro de distancia de mi, mirándome peor que un perro—. Yo no quiero casarme porque ya estoy comprometido y esa persona está esperando un hijo mío.

—¿Qué? —ni siquiera se lo esperó, si le digo que no planeo quedarme nada de las acciones de padre, puede que salga de aquí.

—Mark, a mi nunca me interesó nada que fuera de padre, así que por favor ayúdame —quedamos en silencio. Mientras el lo pensaba y lo pensaba.

—Así que Victor está comprometido y será futuro padre. ¿Cómo se llama la chica?

Yuri me hizo prometer que su identidad durante todo el embarazo no se revelaría. Pero si quiero que Mark me ayude entonces tengo que decirlo. Sólo espero que me crea, aunque intentara de todo, me sentía imposible escapar solo de aquí.

—Se llama Yuri —tengo que decirle todo, sin mentiras, aún sin saber cómo va a reaccionar—, y él es... Un chico.

—¿Qué? —dijo sorprendido. Si le explico la situación de Yuri puede que todavía lo entienda...—. ¿Y así quieres mi maldita ayuda? ¿Con estúpidas mentiras?

—¡Te equivocas, no es una broma! —tengo que hacer algo pronto.

—Deja de justificar tu mentira. A menos que... —una sonrisa se le formó entre sus labios, como si encontrara la forma de torturarme—, a menos que ese chico sea un fenómeno, que asco.

Perdí toda razón, tomé a Mark de la camisa estrellándolo contra la pared. Él seguía sonriendo satisfecho mientras yo estaba que me hervía la sangre. Nada puede ni debe ofender a mi lindo Yuri.

—Lo vuelves a insultar y juro que... —Mark siempre tuvo una manera de tratar con las personas a su alrededor, pero con su familia era diferente. No sé inmutó con mi reacción y mi amenaza. ¿Qué le pasó en estos años cuando me fui de casa?

—¿Qué cosa? Tú ya no tienes nada que quitarme, me lo has arrebatado todo —se quitó de mi agarre, acomodándose la camisa—. Pero si tú eres feliz con un fenómeno gay es tu problema, si estás aquí, debes callarte y obedecer, así como lo he hecho yo durante más de veinte años.

Esas palabra las oí alguna vez...

...

Cuando cumplí diez, Mark cumplía apenas los cuatro años. Él era un niño que le gustaba jugar en su propio contexto y en su propio mundo. Por más que intentara acercarme a él me era imposible, jamás crecimos jugando como hermanos, parecíamos dos desconocidos bajo el mismo techo. Pero nadie hacia nada para arreglar la situación, pareciera que a propósito nos separaron.

Un día de enero, madre peinaba mi cabello largo en su habitación, mientras tarareaba una canción de cuna. Padre salió de viaje un día antes y dijo que volvería pasado mañana. Mark se hallaba en otra habitación, todo estaba silencioso y tranquilo como siempre. Nadie de la casa tenía permitido salir sin el permiso de padre y si alguien no acataba sus reglas venía lo peor.

—¿Por qué tengo el cabello largo? Padre dice que es ridículo —un par de días antes, padre decía que era estúpido tener el cabello largo, que parecía una mujer. A mi me gustaba, pero siempre nos llevamos la contra, al fin y al cabo quien salía perdiendo en las discusiones era yo.

—Porque representa que eres nuestro, que éste es tu lugar —sonrió satisfecha. Amarrando mi cabello en una cola alta, pasando sus delegados dedos entre las hebras desenmarañando—. Quiero que me acompañes a un lugar, Vitya. Pero no sé lo digas a tu padre, es una sorpresa.

¿De qué se trataba?

Madre y yo salimos de casa en silencio, la única que sabía de nuestro secreto era Larisa, pero prometió no decir nada. Tomamos el transporte, la primera vez que lo hacía, pareciera que por primera vez estoy viviendo.

Experimentar cosas nuevas que a la gente con vida normal se les hace común, es simplemente único. Siento que he perdido mucho encerrado en esa casa, hay muchas cosas que vivir y sentir, cosas que hay que aprender y vivir.

Después de un rato viajando, embobado en los bellos paisajes urbanos, llegamos al centro de la ciudad, donde fuimos a un edificio grande, que pareciera tener un domo. Al entrar, el clima frío se sintió en todo mi cuerpo, especialmente en las mejillas.

Era una pista de hielo.

...

Sin entender del todo la situación en la que me encontraba. Yurio y yo nos encontrábamos sentados en el sofá sin decirnos nada. Otabek estaba en la cocina y Yakov estaba hablando por teléfono en la otra habitación.

De vez en cuando, sentía la mirada de Yurio posar sobre mi cara y mi estómago. Analizando y tratando de comprender mi embarazo. De seguro que le debe parecer extraño esto, incluso puede pensar lo peor de mí, y no lo culpo.

—No puedo creerlo —dijo mirando sin pudor alguno mi estómago. Más que un gesto de repulsión, era uno de dudas e inquietudes—. ¿Cómo es qué...?

—¿Eh? Bueno... Cuando fui al médico por qué me sentía mal me dijeron que al nacer yo... —fui interrumpido de pronto.

—No tu embarazo estúpido cerdo —dijo enojado. Parecía exasperado porque no entendía a lo que se refería.

—¿Entonces? —miró a otro lado nervioso.

—Sobre eso... —dijo en voz baja, apenado.

—Si no me lo dices, no te entenderé.

—Sobre Victor y tú... ya sabes —con ambos dedos índices rectos, los chocó indicando una señal. Comprendía la situación, a lo que él tenía duda.

—¿Sexo? —dió un brinco en su propio lugar avergonzado. Al parecer aún no han llegado a esa fase de su relación—. Bueno, no es como si lo supieras del todo... Es decir, tu cuerpo te dice, es una sensación de querer estar con esa persona.

Casi todo el tiempo olvido que Yurio sigue siendo un adolescente y que muchas de sus dudas surgen a esa edad.

El parecía reflexionar sobre lo que dije, se veía un tanto inseguro y con ganas de preguntar más. Pero su vergüenza puede más que eso, provocando que se sonrojara peor que un tomate.

—¿De qué están hablando? —Otabek apareció de pronto, mirándome y mirando a Yurio. Sin entender nada.

—Yurio me pregunta... —me calló enseguida.

—¡D-de nada! —gritó asustado.

Antes de alejarse me susurró "dices algo y te haré volver a Japón maldito Katsudon". Yurio si que es muy gracioso.
Después de un rato más esperando a que Yakov terminara de hablar por teléfono, se acercó a nosotros con una cara mucho más seria que antes.

—Por ahora no hay nada que podamos hacer. Yuri, tenemos que volver. Y el japonés...

—Se puede quedar aquí —propuso Otabek. Lo cual agradecí, no sabía moverme en Rusia.

—Bien, volveremos mañana. Nosostros averiguaremos sobre Victor, pero dada tu condición no debes salir de este apartamento, ¿entendido? —sólo asentí.

Victor...

Gracias por leer ♥

Hanarezuni soba ni ite / Sólo quedate a mi lado (Yuri On Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora