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Normalmente cuando uno escucha la palabra Infierno, se imagina un lugar tenebroso, un lugar lleno de llamas con voces pidiendo tener piedad con sus almas, o era eso lo que Michael pensaba antes de conocerlo, porque sí, el joven de cabello tinturado de negro con un mechón rubio, había conocido algo parecido a lo que sería el infierno, él lo había creado y ahora no se podía librar de él.

Hacía una semana ya, había comenzado a escuchar una voz, alguien le hablaba, alguien le decía que el día viernes se tiraría a las vías del tren y no sería capaz de despedirse de nadie. Hacía una semana, se levantaba con miedo y esperaba a que el tren tuviera las puertas abiertas ya para acercarse y montarse en el.

No había mencionado nada a nadie, tenía miedo.

Finalmente el día viernes llegó, Michael sabía lo que debía hacer, lo tenía más que claro.

Se levantó, se metió a la ducha para darse un baño rápido y salió en dirección a su habitación para vestirse, saludó a su padre en el trayecto del baño a su habitación y se vistió con rapidez una vez dentro de esta.

Tomó su mochila negra ya gastada con vagas letras hechas con corrector y salió de casa, afuera le esperaba su padre dentro del auto, Michael se subió en el asiento del copiloto y así emprendieron camino hacia la estación de metro.

Michael se despidió de su padre con una sonrisa, y bajó.

Entró a la estación, pagó su pasaje y bajó escalón, tras escalón contando repetidamente en su cabeza Un, dos, un, dos, un, dos... Hasta que finalmente se vio allí, frente a las vías del tren.

Se posicionó en un lugar más apartado, había comenzado a sudar frío, caminaba de un lugar a otro mirando las vías.

Muere

Muere

Salta

Salta

Repetía la voz en su cabeza, sus pies pasaron la línea amarilla, estaba al borde y cuando iba por fin a hacerlo para terminar con todo, un hombre le empujó hacia atrás mirándole con molestia. Michael no dijo nada, no replicó, nada, tan sólo esperó a que el tren pasara, cabe destacar también, que aquel hombre le siguió hasta que tomó el tren.

Todo iba bien, él había vivido, él estaba vivo, su corazón palpitaba despacio, por fin se había estabilizado. Y entonces el tren se detuvo, al igual que su corazón, las luces se apagaron y el murmullo de la gente le invadió.

Estimados pasajeros, les informamos que el tren quedará detenido ya que alguien se ha tirado a las vías.
Por su comprensión, gracias.

MIKE IS A CAT 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora