M I A C - Capítulo 3

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Era sábado por la tarde sus padres se habían ido la noche anterior por lo que se había quedado sólo, miró con aburrimiento la televisión frente a él, pura programación basura. Una mueca se formó en sus labios mientras tomaba su teléfono para buscar en sus contactos alguien que le pudiera hacer compañía, leyó contacto por contacto con detenimiento dándose cuenta de que habían algunos que siquiera recordaba o reconocía, menos sabía cómo habían llegado allí. Finalmente terminó por lanzar el móvil lejos, arrepintiéndose de inmediato al escuchar el sonido sordo del aparato cuando cayó al suelo, se agachó y lo recogió acunándolo entre sus brazos como si fuera un bebé. 

Se disponía nuevamente a tomar asiento sobre el mullido sofá cuando escuchó golpes suaves en la puerta, suspiró mientras estiraba sus brazos por sobre su cabeza y se dirigió hacia donde provenían los golpes sin importarle estar aún en pijama. Abrió la puerta con desgano encontrándose con un sonriente moreno, sin decir mucho dejó que su amigo entrara y luego cerró la puerta. Ambos se lanzaron sobre el sofá. 

─Lindos pantalones. ─Comentó Calum observando con una sonrisa burlesca los pantalones azules con estampados de pequeños y lindos conejitos, Michael miró sus pantalones luego miró al moreno y le mostró el dedo de en medio.

─Cállate.─Demandó el mayor volviendo su vista a la aburrida caja frente a él, de pronto suspiró deseando tener un trabajo para mantenerse ocupado y ganar algo de dinero. Si tuviera dinero, se hubiera ido a pasar el fin de semana a otra ciudad o posiblemente lo hubiera gastado en alcohol y algo de mota, pero ambas opciones le parecían perfectamente válidas. 

Por su cabeza pasó una idea algo perversa, pero nada perdía con intentarlo de todos modos. Se sentó en posición india y miró atentamente a Calum, este intentó ignorarlo sabiendo que su amigo había tenido alguna loca idea de la cual quería hacerlo partícipe y aquello no era bueno, las ideas de Michael siempre eran descabelladas, o gran mayoría de las veces. Aún así terminó dándose por vencido con la insistencia de su amigo por lo que le observó en completo silencio dándole a entender que le escuchaba. 

─Diez mil por una mamada.─Dijo con una sonrisa enorme mostrando sus dientes y achinando sus ojos, Calum no dijo nada, cerró sus ojos y frunció el ceño para luego abrirlos mirando atentamente a su amigo. 

─Estás de coña. Consigue un trabajo decente.─Fue todo lo que dijo volviendo a mirar el televisor, tuvo el impulso de decirle que si quería venderse fuera a un prostíbulo pero se detuvo, conocía a su amigo perfectamente y sabía que el muchacho era capaz de hacerlo, y estaba seguro también que si se contagiaba de alguna enfermedad venérea le echaría en cara todos los días que por culpa de su idea se había contagiado de tal mierda, hizo una mueca e intentó borrar esos pensamientos. 

─Necesito el puto dinero.─Exclamó el muchacho estirando su cuello haciendo que sus huesos sonaran en el acto, Calum le observó con las cejas alzadas. 

─¿Para qué? 

─Quiero comprar mis cosas. 

─Exactamente... ¿Qué cosas? 

─Ya sabes... Ropa, vídeojuegos, una guitarra, eso. 

Mentía, Calum supo que Michael estaba mintiendo. Suspiró y sin pensarlo demasiado le dio un golpe en la cabeza pensando que de esa forma podría hacer que sus neuronas volvieran a funcionar. De pronto, se percató de que ese Michael no era el chico alegre y jovial de siempre, aquel chico que ahora estaba a su lado, era alguien desconocido, alguien que estaba roto en todo sentido, podía apreciar en sus ojos que ya no había ningún tipo de chispa, carecía enormemente de motivación. 

Michael ya no vivía.           

Contuvo el impulso de echarse a correr fuera de esa casa, lejos de ese Michael pero no pudo, sus piernas no le respondían cómo quería, sus ojos se aguaron y terminó por abrazar a su amigo. Este algo desconcertado le abrazó de vuelta y le dio palmaditas en su espalda para tranquilizarlo.

─Tranquilo bebé, estoy aquí. 

Murmuró el joven de teñido cabello de forma burlona pero también con consuelo, y el moreno se preguntó si su amigo seguía realmente allí. 

  

MIKE IS A CAT 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora