Mi más grande sueño se volvió realidad, conocí a Alan Rickman pero hay un problema, a pesar de la creencia popular él no es para nada amable, al menos no conmigo, ni siquiera me dirige la palabra. Haré lo imposible con tal que me hable.
Cinco días sin saber nada de Alan ahora eran mi infierno personal, me limitaba a estar en la sala de espera con la desesperación a flor de piel y recordar la última vez que estuve con él.
(FLASHBACK)
-Me gusta Rosie, es un lindo nombre.- Alan se acomodó en mi regazo.
-Ni siquiera he pensado en nombres.- Admití.
-Si es niño se puede llamar Mark, es un nombre con carácter.- Continuó Alan ignorando mi comentario.
-Creo que mientras este sano me conformo, ya después nos preocuparemos por como se llamará.- Dije.
-Amor.-
-Dime cielo.-
-Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo.- Me besó en la mejilla y se durmió.-
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(FIN DEL FLASHBACK)
Con lagrimas en los ojos me maldije a mi misma.
-Soy una idiota egoísta. Todo este tiempo dudando sobre este bebé y ahora puedo perder a la familia que tanto quise.-
Mire hacia arriba.
-Si hay alguien allá en el cielo por favor permiteme enmendar mi error, déjame hacer feliz a Alan por el resto de mis días y darle todos los hijos que quiera.- Supliqué.
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