-¿Cómo que no podemos pasar? Es la madre de sus hijos.- Azotó las manos en el mostrador.
-Señora necesito que se controle o tendré que llamar a seguridad.- Advirtió la enfermera.
-Seguridad mis ovarios.- Salió corriendo a buscar la habitación de Alan.
Me quedé pegada en mi lugar mientras observaba como un par de guardias la cargaban de los brazos al tiempo que gritaba por mi ayuda, los guardias se acercaron.
-¿Viene con ella?-Preguntaron
-Jamás la había visto en toda mi vida.-
Mi respuesta pareció complacerlos y se fueron a la salida, Emma arrastraba los pies y balbuceaba el nombre de Alan.
Me acerqué a la enfermera nuevamente.
Al verme saco un gas pimienta de su bolso y me miró aterrada.
-Le pido una disculpa por los problemas que pudimos causarle pero no tiene ni idea de lo que he vivido este mes...
-Solo familiares pueden acceder al área de cuidados intensivos.- Me interrumpió.
Fingí no haberla oído.
...le rompí la nariz al padre de mis hijos, di a luz a gemelos, pense que mi prometido me engañaba y su mejor amiga era su cómplice así que lo corrí de la casa, cancele mi compromiso con él y todo para que la loca a la que acaban de echar me dijera que nada de lo que creía es cierto sino que mi prometido se está muriendo.- Se me quebró la voz.
-Y yo que pensaba tener mala suerte.- Me miró con lástima.
-Por favor, es el amor de mi vida- Supliqué.
-Creo que por está vez puedo hacer una excepción. Habitación 394.- Me sonrió con pena.
Sin pensarlo dos veces salí corriendo en busca de Alan a pesar del dolor en el vientre y la fatiga acumulada, al abrir la habitación lo vi charlando con su doctor de cabecera.
-Alan.- Susurré.
Ambos voltearon a verme.
Pude ver alegría en sus ojos para después convertirse en terror puro.
Me señaló con un dedo.
-Estas sangrando.-
Me quite el sudor que me nublaba la vista y vi el charco de sangre en el que estaba parada.
-¡Enfermera!- Grito el doctor antes de que todo se pusiera negro.
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HABLEME MR. RICKMAN
FanfictionMi más grande sueño se volvió realidad, conocí a Alan Rickman pero hay un problema, a pesar de la creencia popular él no es para nada amable, al menos no conmigo, ni siquiera me dirige la palabra. Haré lo imposible con tal que me hable.