Día 191

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Todo iba viento en popa, Alan se encontraba notablemente mejor, no me había despegado ni un solo momento de su lado hasta hoy que fue a buscar ropa limpia.

Al entrar a la habitación el doctor y Alan mantenían una acalorada charla, en cuanto se dieron cuenta de mi presencia dejaron de hablar aunque el semblante serio del doctor no cambió.

-Amor.- Alzo su mano hacia mi.

-Cariño -corrí a tomar su mano- que bien te vez hoy.-

-Bien señor Rickman, reanudando nuestra conversación, déjeme continuar con la sugerencia...

-Eso es todo doctor, lo tomaré en cuenta pero por ahora solo quiero regresar a casa.- Interrumpió mi novio.

-Si es eso es lo que desea señor Rickman lo daré de alta inmediatamente. Buen día.- Se retiró.

-Creí que jamás escucharía esas palabras -suspiré aliviada- fue un infierno los días que no me dejaron entrar a verte.-

Su gesto cambió.

-¿Por qué no te dejaron entrar?-

-Solo familiares pueden entrar y el hecho de llevar a tu hijo dentro no cuenta aparentemente.-

Se quedó en silencio.

-Bueno ya eso quedó atrás, ahora empaquemos tus cosas que nos haces falta en casa.- Admití.

-¿Nos?- Preguntó curioso.

-Nuestro hijo extraña a su padre.- Acaricié al diminuto bulto que apenas se formaba en mi vientre.

Una ancha sonrisa iluminó su rostro.

-Nuestro hijo.- Repitió maravillado.

- Repitió maravillado

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HABLEME MR. RICKMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora