Mi más grande sueño se volvió realidad, conocí a Alan Rickman pero hay un problema, a pesar de la creencia popular él no es para nada amable, al menos no conmigo, ni siquiera me dirige la palabra. Haré lo imposible con tal que me hable.
-Prometo amarte y respetarte todos los dias de mi vida.-
-Perfecto cielito ahora dilo sin tartamudear.-
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Emma apareció de la nada con Rosie en brazos.
-¿No deberías estar ayudando a la novia?- Alcé una ceja inquisitiva.
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-Se las puede arreglar 5 minutos sin mí, es el novio quien me preocupa - me miró seriamente- ¿cómo te sientes?-
Cargué a mi hija y comencé a caminar por el pasillo.
- Como si un elefante estuviera parado en mi pecho.- Confesé.
-Lo vas a hacer muy bien.- Me animó.
-¿Cómo está ella?- Pregunté.
-Impaciente por convertirse en la señora Rickman.-
-Soy muy afortunado.- Sonreí orgulloso.
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- Vas a hacernos falta cielito.- Se le quebró la voz.
-Prométeme que vas a estar para ella y mis hijos.-
-¿Qué clase de madrina crees que soy si no estoy a su lado?-
-Te amo Emma.- Bese su mejilla.
-Tampoco te aceleres Rickman o te acuso con la prometida.- Bromeó.
Mire por detrás de su hombro y vi una visión vestida de blanco, vi a la madre de mis hijos caminando imponente al son de la marcha nupcial y mi corazón se estrujó porque mi tiempo con ella se estaba agotando.
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