Mi más grande sueño se volvió realidad, conocí a Alan Rickman pero hay un problema, a pesar de la creencia popular él no es para nada amable, al menos no conmigo, ni siquiera me dirige la palabra. Haré lo imposible con tal que me hable.
El doctor que estuvo tratando a Alan estaba parado ante mi.
Me tallé los ojos.
-¿Cómo esta él?- Pregunte impaciente.
-Estable, acaba de ser trasladado a una habitación, sus signos vitales mejoran continuamente.
-¿Puedo verlo?-
-Por ahora esta dormido pero puede entrar un momento. Con permiso.-
Acostado en la cama de hospital se veía tan débil que dolía, tenia un mundo de cables conectados al cuerpo y un aparato que marcaba su ritmo cardíaco. Corrí a su lado.
-Mi vida -susurré con miedo a despertarlo- pronto estarás en casa conmigo, con nosotros.- Prometí.
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