Mi más grande sueño se volvió realidad, conocí a Alan Rickman pero hay un problema, a pesar de la creencia popular él no es para nada amable, al menos no conmigo, ni siquiera me dirige la palabra. Haré lo imposible con tal que me hable.
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Dejé escapar un suspiro de frustración, ya veía venir su respuesta.
-Solo un poco más y ya pronto habrá acabado Emms.-
-Ese es el problema cariñito, para cuando toda esta mierda acabe yo tendré que limpiar el desastre.
Una presión en el pecho me dejó helado.
-¿Crees que no soy consciente de eso? Paso noches en vela por causa de la maldita culpa que me esta comiendo vivo.- No pude evitar alzar la voz.
-Es solo una niña- Comenzó a sollozar.
Eso terminó por romperme.
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-Lo sé, soy un maldito bastardo egoísta pero por eso necesito tu ayuda Emma, la amo tanto que me convertí en un cobarde al posponer su dolor. Me mata verla a los ojos sabiendo que la engaño- Se me quebró la voz.
-Dios Alan, si no estuviera completamente segura de cuánto te ama ella créeme que te hubiera mandado al carajo en el momento que me pediste ayuda.-
-Solo un poco más.-Supliqué.
-Solo un poco más.- Repitió rendida.
-Eres la mejor Emms.-
-Lo sé cariñito, lo sé.-
Encendí un cigarrillo.
-Una ultima cosa cielito.-
-Dime.-
-Deja los putos cigarros.- Colgó.
-Bruja.-
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