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Ya era la hora. El hacer sus tareas le había llevado mucho más de lo planeado, y en serio que eso le molestaba. Sin mucho entusiasmo fue hacia su closet y decidió ponerse lo primero que vio (tras darse una ducha, por supuesto). Unos pantalones grises, zapatos deportivos y una camiseta negra sin estampado manga larga, doblada hasta un poco más abajo de los codos.

Guardo su celular en el bolsillo y se encaminó hacia su puerta. Una vez fuera podía escuchar voces a lo lejos, lo más probable es que toda la clase estaba almorzando. Un problema, su salida no iba ser tan discreta como planeaba. Lo más probable era que lo vieran ya que para llegar a la puerta principal, debía pasar el comedor y la sala.

-¡Kirishima, idiota! -O tal vez estaban lo bastante ocupados en Bakugou como para notarlo. -¡Deja de robar mi pescado o juro que te romperá cada uno de tus estúpidos dientes!

-Chicos, traten de calmarse. Este almuerzo fue preparado voluntariamente por las chicas -Eso explicaba la ausencia de las misma, y el cuchicheo en la cocina. -, ¿No deberían ser un poquito más considerad--

-¡Tu te callas estúpido nerd! -Cómo siempre, el rubio grisáceo se metió con el peliverde. Pero este al estar acostumbrado no le presto mucha atención. Mientras el resto de muchachos reían a carcajadas por los chiste de Denki. Dejando de lado el diálogo (más bien escándalo) de la mesa, fue a paso rápido pero ligero hacia la puerta. ¡Libertad!, fue lo primero que le vino a la mente tras cerrarla ya desde afuera. Llevo las manos a sus bolsillos y sin tiempo que perder salió de las instalaciones de la institución.

Al pasar por el parque en donde pudo experimentar el cargar con una vida en sus manos, le dio escalofríos. A la distancia, aún se podía notar la macha de sangre en la calle y el agujero que había dejado el quirk de Haru. Además, cintas policiales le rodeaban para impedir el paso.

Como era de esperarse, los tres niños que habían estado ahí el día anterior se encontraban ausentes. Lo más probable es que eso allá dejado un pequeño trauma en su subconscientes.

• ▪ • ▪ •

-¡Oh, Shouto-kun! ¡Bienvenido! -Tsubasa lo saludo desde el escritorio de la secretaria del hospital. Al parecer ella cumplía con muchos roles en su trabajo, cosa que quedaba bastante bien con su personalidad activa y eufórica.

-Buenas tardes, Tsubasa-san. -Saludo con un tono formal y respetuoso. Tsubasa rodó los ojos dandole un suave golpe en el abdomen por ese trato tan extraño que siempre se negaba a aceptar, y más si se trataba de alguien de confianza como lo era él. 

-¡Vamos, vamos! -Dijo muy vivaz como siempre, con esa gran y blanca sonrisa con la que se había ganado el apodo de "Brillitos" en el hospital. -No me trates con una anciana. -Se levanto un poco del asiento detrás de la semiesfera que cubría la mesa de la secretaría para despeinarle el cabello, robándole una sonrisa pequeña y dandole a cambio un sentimiento reconfortante. -Llegas temprano hoy, ¿Ya has comido? -Lo más probable es que no hubiera recordado el hambre que llevaba si no fuera por la morena. Se lo tenia merecido tras casi desperdiciar todo el cereal en la mañana.

Negó lentamente algo avergonzado, no quería ser una molestia. Ella río suavemente ante la muy tierna expresión del joven frente a sus ojos, deseando tontamente en sus adentros no llevarle tantos años.

-Ya veo, ve a la habitación de tu madre. En seguido te llevo algo de comer.

-Muchas gracias. -Su leve reverencia fue recibida con una sonrisa resignada. Negó suavemente, ¿Cuándo iba a dejar de ser tan serio con esas cosa?

Fue al elevador y tamborileo sus dedos contra sus piernas al ritmo de la suave y tranquila melodía que se bañaba el pequeño pero cómodo espacio en este. ¿Por qué rayos estaba tan nervioso? Sin notarlo sus pies lo habían llevado frente a la puerta de la habitación de su madre, miro la puerta 412 de reojo. Y con un suspiro se abrió pasó, al recibir un "Adelante" segundos después de tocar.

-¡Shouto! -Rei lo recibió con una radiante sonrisa con los brazos extendidos. Él correspondió al abrazo y beso su mejilla con mucho afecto, en señal de saludo. -Llegaste temprano, ¿Ha pasado algo?

-Bueno... -Ella lo miro atenta, él bajo la mirada no del todo seguro de lo que estaba a punto de preguntar. Al final muy tímidamente dejo salir un: -Madre, ¿Usted cree en el amor a primera vista?

Su reacción no le sorprendió demasiado, era obvio si te lo preguntaban de la nada. Luego, su expresión se torno triste. Había sido estúpido preguntarle eso a una mujer cuyo compromiso sólo fue una obligación carente de sentimientos cariñoso y mucho menos, amor. Bajó la mirada entristecido y hasta molesto, recordando el arrogante rostro de su padre, responsable del estado actual de su madre. Apretó los puños, con fuerza.

-Lo siento, no debí...

-Está bien, esta bien. -Le dedico una triste sonrisa, suavizando la expresión de su hijo. -¿A que viene esa pregunta? -Los nervios volvieron al instante. El corazón pareció galopar con velocidad en su pecho y una extraña sequedad se apodero de su boca, casi incapaz de soltar alguna frase sin sentirse abochornado. 

-Bueno, creo que estoy...

-¡Rei-san, Shouto-kun, ya estoy aquí~! -Tsubasa había irrumpido la habitación con una bandeja cargada de comida, dando varios giros en el proceso con energía. Al notar la reacción sorprendida de ambos se preocupo y cohibió un poco. -Lo siento, ¿Interrumpo algo?

-No, no. Adelante. -Por alguna razón se sentía aliviado de no tener que dar explicaciones. Lo mejor era que reservará aquella información hasta estar completamente seguro de lo que se suponía que sentía. Mientras comían, Tsubasa había sacado varios temas de conversación gracias a su carismática personalidad. Por lo que se pregunta había sido olvidada en el aire. Al concluir, ella retiro los platos y se marchó para continuar con sus obligaciones laborales. Todoroki acomodo la almohada de su madre, había tomado una pastilla por lo que significaba que era hora de dormir.

-Vendré el viernes por la tarde. -Acomodo con delicadeza sus cabellos detrás de su oreja, sonriéndole con los ojos bañados en aprecio. Ella acaricio el rostro de su hijo, somnolienta.

-Oh querido, si tienes cosas más importantes que hacer no me molestará que no vengas. -Le devolvió la sonrisa, con el mismo cariño. -No hay necesidad de darle tanta atención a esta anciana.

-No diga eso -Beso su frente. -, le traeré algo. Lo prometo.

Y salió de la habitación. La sonrisa que llevaba en el rostro iba ser algo difícil de disimular. El tiempo que pasaba con su madre, era uno de los placeres de su vida. Por instinto giro su cabeza hacia la puerta de Haru. Nuevamente, un debate se formaba en su cabeza. Sólo una miradita, no es como si estuviera haciendo algo malo, ¿verdad?

Al entrar, pudo volver a experimentar la esencia de aire puro y admirar la figura de la rubia sobre la camilla. Esta vez su rostro se encontraba sin la mascarilla de oxígeno del día anterior, significaba una mejora. Miro el reloj de su muñeca al tiempo que se sentaba en la silla a un lado de la camilla, las agujas marcaban las dos y media de la tarde. No era tan tarde como para tener que regresar ya. Llevo sus dedos hacia el dormido rostro de ella que descansaba con una delicadeza natural sobre su almohada, la acarició deleitando sus sentidos con el tacto. Suave, muy suave.

Sentía como si estuviera soñando, sobre todo porque sentía los párpados pesados y lentamente su postura comenzaba a curvarse. Esto se debía al insomnio de la noche pasada. Si tenía que ser honesto no le dolería admitir que en ningún momento lucho por mantenerse despierto. Al contrario, se dejó llevar por el puro y delicioso aroma que emanaba ella.

Definitivamente esa iba ser la siesta más deliciosa y calmada que no había tenido jamás.

Lovely girl | Finalizado [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora