XVI

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Observaba entre estupefacto y desesperado la reciente disputa que comenzaba a desenvolverse frente a sus ojos.

-¡¿Cuántas veces te he dicho que no robes mi cuerpo?! -Chillo Deku desde el cuerpo ajeno. Mientras... ¿La chica? Ni siquiera sabía su nombre... Lo imitaba haciendo gestos con sus manos.

-¡Hey! -Grito finalmente harto llamando la atención de ambos. -¡¿Qué demonios está pasando?! -Señaló al cuerpo del peliverde. -¡Tú dijiste que "mi amada" corre peligro! ¡Y tú! -Señaló al cuerpo femenino.-¡¿Cómo terminaste así?!

-¡Fue su culpa! -Gritaron ambos señalándose a la vez. Un tic nervioso se formó en su ojo derecho. Maldición... realmente se sentía muy alterado. Si lo que había dicho era verdad, si realmente Haru corría peligro entonces él...

-Por favor... -Suplico con un nudo atándose en su garganta, y sintiendo pesada su voz. -No quiero perder a alguien importante... no otra vez. 

Ambos dejaron de discutir. Los ojos de Midoriya lo miraron compasivo, mientras la de mirada plateada también recobró la compostura.

-Esta al otro lado de la ciudad. -Comenzó diciendo mientras le mostraba un mapa, extraído de los bolsillos en la falda de Midoriya. -Justo aquí. -Señaló. Era lejos... demasiado lejos. -Esta a punto de hacer algo suicida. Nos quedan alrededor de treinta minutos...

Todoroki mordió la uña de su dedo pulgar frustrado. Buscando las rutas más rápidas para llegar ahí. Luego, levantó el rostro para mirarle con un semblante serio y más calmado. No debía precipitarse. No ahora.

-¿Cómo estás tan segura?

Fue extraño y hasta cierto punto aterrador, ver el rostro de Midoriya sonriendo de una manera tan... peligrosa. Por una fracción de segundo se sintió ligeramente inmovilizado por la profundidad absorbente de sus ojos. ¿Quién era esta persona...?

-Digamos, que se cosas que no debería. -Añadió colocándose el gorro de Sherlock Holmes sobre el despeinado cabello verde. - Por ahora, movámonos.

• ▪ • ▪ •

A medida que caminaba, Haru balanceva sus brazos como una niña pequeña. De un lado a otro, con las manos dentro de sus bolsillos. Admirando el sinfín de adornos navideños en las calles. Las masas de gentes con quirks que resaltan ciertas características en ellos, no paraban de moverse.

Ver a los niños tan pegados a sus padres, señalando los numerosos juguetes que se mostraban en las vitrinas, vigorosos y emocionados por lo cerca que estaban las fiestas. Hizo que un suspiro se escapará de sus labios. Su sonrisa se borró trayendo consigo el latente y muy doloroso recuerdo de lo que había pasado hace mucho.

No noto cuando, ni como, pero una parte de su mente la había devuelto al día mas oscuro en su memoria.

Era una de las pocas veces en las que Haru y su madre peleaban enserio. Su cólera era tan grande que había sido capaz hasta de gritarle que la odiaba... dejando en su progenitora un sentimiento melancólicoYa ni recordaba la razón de su disputa, tan sólo podía llorar a causa de malagradecida que había actuado.

Su padre miraba de reojo su rostro rojo a causa del enojo, su ceño muy fruncido y sus labios torcidos, a travez del retrovisor del auto. Sentada en la esquina del asiento trasero. Y luego, a su esposa sentada a un lado, en el asiento de copiloto, con la mirada apagada y una mueca triste mirando mirando a travez de la ventana la empresa lluvia caer.

Quien diría que su ultimo recuerdo con ella sería el verla triste por su egoísta comportamiento. La calle engañosa, un agudo chillido de llantas haciendo un inútil esfuerzo por frenar, otro auto afectado por la lluvia chocando de llenos con ellos, todo se volvió oscuro.

De lo poco que recordaba era su cuerpo desparramado a metros del ahora destrozado y llameante auto de sus padres. El intoxicante dióxido de carbono rasgando sus pulmones, la extraña sensación que te hacia incapaz de distinguir si ya estabas muerto o a punto de estarloEntre tanto caos y sensaciones que la hacían gritar, a pesar de que su voz no salía, logró distinguir entre las llamas el dedo de su madre señalándola débilmente. Ensangrentada.

Conocía ese gesto. Trato de arrastrarse hacia ella para poder salvarla, aún cuando no ni siquiera era capaz de salvarse a si misma. No podía oír nada, y apenas y uno de sus ojos se mantenía abierto a duras penas... pero, reconoció los agonizantes gemidos provenientes de su madre...

«Te amo»

Las lágrimas no dejaron de caer, y combinarse con sus fluidos carmesí.
Ni siquiera cuando la cúpula de roca y tierra creada con las últimos fuerzas de su madre, pudieron salvarla de toda la culpa y miedo... miedo a morir, miedo al ser incapaz de hacer nada, miedo a que lo último que recordaría de su madre sería su rostro melancólico... tantos sentimientos la ahogaban, y continúan haciéndolo.

Lo último que sintió fue una gran explosión que la sacudió hasta dejarla sin fuerzas.

Se había detenido, con la cabeza gacha, dejando caer sus lágrimas y soltando sus pequeños gemidos. Un nudo presionó con fuerza y sin compasión en su garganta. Se llevó una mano a su labios, tratando de callar su llanto.

El vago recuerdo de la promesa que se había hecho aquel día llego a su mente.

«Los humanos somos inestables. Aveces simplemente buscamos una razón para enojarnos con aquellos que están a nuestro alrededor, sin saber lo impredecible que es la vida.

'Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde'

Siempre me cuestionaron la razón por la que arriesgó mi vida en los momentos más difíciles por gente que ni siquiera conozco... Pero... Quien sabe la situación en la que se encontraba ese "alguien" y lo que no habría logrado hacer si no fuera por mi intervención.

Suena egoísta pero... me hubiera gustado que alguien hubiera hecho lo mismo por mi en aquel momento...»

-¡No puede ser! -El repentino griterío la saco de su trance, acompañado con un aroma a quemado.

-¡Se esta quemando! -Levantó la vista. Sus ojos se abrieron al encontrarse el orfanato que solía visitar, envuelto en espesa capaz de llamas.

-¡Llamen a algún héroe!

Su cuerpo tembló. Recordando el fuego que engullo a su madre aquella noche... ¡No! ¡No era el momento para acobardarse! Miro a su alrededor, noto no ser la única asustada. El sentimiento de impotencia inundó su pecho, rechazándolo en cuanto corrió en dirección al edifico ganándose las atónitas miradas de la multitud junto a sus gritos y advertencias.

No lo haría... no volvería a dejarse llevar por el miedo.

Lovely girl | Finalizado [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora