Narra Russel
Flahback
Ahí estaba ella, con la mirada perdida. Apoyaba sus codos en el marco de la ventana sosteniendo su cabeza con ambas manos. El resplandor de la cálida tarde iluminaba su rostro, se veía radiante. Sonreía levemente y sus ojos brillaban.
Yo la observaba desde la puerta, mi intención no era interrumpirla, pero aún era una adolescente. Quizás tenía algún problema, o simplemente estaba muy cansada de las sesiones de grabación de los videos.
-¿Qué tanto ves por la ventana, Noodle? – pregunté acercándome. Y creo que la imagen fue suficiente para responderme.
-N-nada – respondió sonrojada y nerviosa, muy sorprendida por lo demás. Mi tono de voz la sacó totalmente de sus pensamientos y la había asustado.
-¿Estabas viendo a D? – pregunté asomándome por la ventana con algo de preocupación.
-N...no, digo sí – titubeó – Pero sólo porque me quedé pensando en algo que me dijo – volvió a tomar su posición anterior con angustia en su rostro.
D intentaba recuperar una cajetilla de cigarros de las manos de Mike, quién hábilmente se subió a un árbol del patio trasero.
-Mike sabe que D le teme a subirse a los árboles... desde su primer accidente – dije pensativo.
-Siempre luce algo triste – suspiró Noodle.
-¿Eso tiene que ver con lo que él te dijo? – pregunté curioso.
-No, es sólo una observación – dijo contemplando la escena – Lo veo en sus ojos, todo el tiempo... - cerró los suyos – Él intenta ocultármelo, me sonríe para hacerme creer que está bien, pero...
-¿Pero? – pregunté.
-Pero cuando él no se da cuenta que lo estoy viendo, veo la tristeza en sus ojos. Frecuentemente se pierde en sus pensamientos y puedo sentir sus angustia en esos momentos – dijo hundiéndose en sus brazos – Intento de todo para animarlo, pero ya no sé qué hacer... S-sólo quiero hacerlo feliz – dijo con su voz quebradiza y sus mejillas en tono rosa.
-Pequeña – dije en tono paternal sosteniendo con suavidad sus pequeños hombros - ¿Cómo quieres a D? – pregunté y se volteó algo sorprendida.
-B...bueno, yo lo quiero como a un hermano – respondió volteándose – Lo quiero mucho, como a ustedes. Son mis amigos.
-Yo sé que nos quieres mucho, linda. Y somos muy buenos amigos – sonreí – Pero, ¿No te has dado cuenta que Murdoc y yo somos un poco más figuras paternales para ti?
-Bueno, sí. Es que 2D no parece tener los 26 años que tiene – rio suave – Tenemos una... conexión especial... Pero al igual que ustedes, él siempre me cuida y está pendiente de mí.
-Eso lo sé, cariño. Pero D es más bien infantil e inocente. Quizás por eso ustedes tienen esa cercanía especial, están más o menos en la misma sintonía.
-Sí, debe ser eso – dijo acomodando con su cabello.
-¿No estarás un poco confundida? – pregunté.
-¿Confundida, yo? – preguntó con asombro – ¿P-por qué dices eso, Russel? – un pequeño sonrojo comenzaba a apoderarse de sus mejillas.
-A veces noto cómo lo miras, y siento que parece un poco más que simple preocupación.
-N-no, Russel. ¡Qué dices! – exclamó algo ofendida – 2D es mi amigo, mi mejor amigo. Sólo eso. ¿Estás creyendo las ideas estúpidas de Murdoc? – preguntó molesta.
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Desde El Mañana
FanfictionCuenta una leyenda oriental, que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en sus dedos meñiques. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni el tiempo que pases sin verla, ni en qué parte del mundo estén uno del otro...