Travesía a Londres: La llegada
Narra Russel
Noodle se estaba alterando por la ausencia de Murdoc. D intentaba calmarla, y si bien ella parecía hacerlo, no podía dejar todo en manos de él.
-Sujétense – dije y tomé el bote entre mis manos - ¿Q...qué hacen de manos tomadas? - Pregunté. Ambos muy nerviosos, se apartaron cuando hice esa pregunta.
-Aaahh... Stuart tiene mal equilibrio, yo sólo lo ayudé – dijo nerviosa.
-Cierto... mal equilibrio – dije con sarcasmo.
-L... lo siento Russ, yo... - dijo D.
-¡Hey! No te disculpes – interrumpió Noodle – Sólo estabas alterado y yo tomé tu mano. ¿Acaso eso tiene algo de malo? – preguntó molesta mirándome a los ojos.
-No, preciosa – dije – No tiene nada de malo. Sólo que... ¡Ayyy! – suspiré – Qué bueno que Murdoc no vio esa escena...
-Muds... - dijo Noodle.
-Hey, sólo tenemos que ser un poco más pacientes - dijo 2D – Murdoc siempre acaba salvándose de todas – sonrió – ¿No es así Russ?
-Sí, D. Tienes razón. Siento hablarles en ese tono... es sólo que me preocupo por ustedes...
-Pero si nosotros estamos bien, Russ – dijo D sonriendo – No entiendo cuál es el...
-¡ES MURDOC! – exclama con alegría Noodle, indicando el submarino que venía subiendo a la superficie.
El submarino quedó a flote. Nosotros estábamos expectantes a que la compuerta se abriera. Cuando eso ocurrió salió Murdoc, con marcas de lápiz labial en el cuello y y camisa.
-¡Aquí estamos, bitches! – río a carcajadas - ¡Aquí estamos, somos invencibles!
-¡MURDOC! ¿Por qué tardaste tanto? – preguntó Noodle – ¡Nos tenías preocupados!
-Aahhhrrgg, un poco de diversión no le hace mal a nadie – dijo Murdoc con tono de no importarle.
-¡ERES UN IDIOTA! ¡Casi me matas de pena! – dijo molesta.
-Cariño, no fue mi intención preocuparte – dijo Murdoc sorprendido – Yo sólo necesitaba...
-¡Murdoc! ¿Qué acaso no puedes dejar de lado tu calentura hasta que lleguemos a Londres? – le recriminé.
-¡Baaah! Ya era demasiado para mí... además, ya estoy aquí y punto – dijo molesto.
-¿Cómo es que no te tardaste más?... O... ¿Cómo es que regresaste? - preguntó D.
-¡Eso no es asunto tuyo, Face-ache!
-D tiene razón... Después de todo eres el más fácil de tentar... sobre todo si se trata de mujeres.
-Aaaah, la perra esa era horrible – dijo regañando – Imposible quedarme ahí...
-Era... era... ¿Resultó ser un hombre, Murdoc? – pregunté.
Hubo un gran silencio. Al segundo todos reímos a carcajadas, excepto Murdoc, claro.
-¡Russel, hijo de puta! ¡Yo no soy marica! – dijo muy molesto.
-Por eso mismo volviste – reí con fuerza – Porque descubriste que eras víctima de tremendo engaño.
-¡Basta, basta! – gritó intentando callarnos – ¿Y tú de qué te ríes tanto, Face-ache? - D se asustó - ¿Acaso no te sedujo ninguna perra?
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Desde El Mañana
FanfictionCuenta una leyenda oriental, que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en sus dedos meñiques. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni el tiempo que pases sin verla, ni en qué parte del mundo estén uno del otro...