Capítulo 45

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Narra Noodle

Aquel desafinado timbre de su voz en sincronía con aquellas palabras y su deliciosa pronunciación fueron música para mis oídos. Era precisamente lo que más deseaba. Algo que tenía muchas ganas de hacer, pero mi encantador Stuart se me había adelantado.

S...sí, Stuart – tartamudeé de nervios – Si quiero – sonreí tal como en mi infancia y me incliné hacia él rodeando su cuello con mis brazos para depositar un beso un tanto ansioso pero lleno de ternura. Cuando él cerró sus ojos decidí que era bueno continuar y no decir una palabra para no interrumpir aquel momento.

Sentí mucha emoción con la petición de mi adorado Too-chi. Tanto que comencé a sentir mis emociones más intensas a medida que el beso se tornaba un tanto más apasionado. Me levanté de mi asiento y sin detener el beso ni abrir los ojos me senté sobre las piernas de Stuart, quien me rodeó con sus brazos acomodándome de lado y yo dejándome caer en ellos.

Sus labios parecían más dulces y suaves que de costumbre. Cada día dejaba de sentir a ese Stuart cansado, solitario y triste que reencontré después de Platic Beach. Como si hubiese recibido una inyección de vida. Pero mantenía su ángel, ese ángel gentil, despistado, amable, infantil, misterioso, de pensamientos perdidos, de manos suaves y delicadas como sus palabras y pensamientos. Me parecía cada vez más irresistible como persona. Como si su esencia hubiese florecido, como si al fin estuviera siendo él mismo.

-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Noods – suspiró apartándose. Tomando mi rostro entre sus manos y dedicándome una hermosa sonrisa. Se veía adorable, estaba un tanto sonrojado y respiraba con un ritmo diferente.

-Y tú a mí – froté con ternura mi nariz con la suya cerrando mis ojos – Novio de mi corazón – lancé una risa coqueta y besé brevemente sus labios.

-Sé que no es gran cosa – soltó una de mis manos para buscar algo en el bolsillo de su chaqueta. Observé sus movimientos pero sin darme cuenta estaba pasando sus manos por mi cuello, Y el frío contacto de algo metálico me despertó de aquella sensación.

-¡Una corona! – exclamé enternecida tomando el dije entre mis manos.

-Es algo simbólico... – dijo con suavidad – compré una para mí también – introdujo su mano por el cuello de su camisa hasta sacar una idéntica – No sabía si aceptarías ser mi novia, por eso no quise grabarlas. – admitió rascando su nuca.

-No es necesario grabarlas para recordar este momento – sonreí sonrojada - Muchas gracias, mi rey Stuart – lo abracé fraternalmente, él correspondió aquel gesto y la rueda de la fortuna de detuvo, quedando nosotros en la parte más alta mientras estallaban los fuegos artificiales, como cual película romántica.

-Deberíamos besarnos, ¿No crees? – sonrió con mucha coquetería, lo que me estremeció por completo.

-Por supuesto – respondí en el mismo tono.

Me acomodé sobre las piernas de mi novio, quien me rodeó con sus largos brazos para acabar con las manos en la parte trasera de mi cuello, acariciando mi cabello. Un beso intenso que comenzó a tomar otro ritmo. Nuestras respiraciones de a poco comenzaron a agitarse mientras una de las manos de Stuart bajaba lentamente por el contorno de mi cuerpo, desde el cuello hasta mi cintura, introduciendo con delicadeza su mano por debajo de mi playera para acariciar mi abdomen y mi espalda casi como siguiendo una melodía.

Si bien nosotros dormíamos juntos y también nos habíamos besado apasionadamente con anterioridad, esta vez sentí que se había encendido algo en mí, algo diferente nunca antes experimentado. Claro, esta vez no existía ese temor de ser vistos o escuchados, y afloraron unas incontrolables ganas mías de llevármelo a mi cuarto y cerrar la puerta para continuar esta escena en un lugar más cómodo. Aceleré el ritmo de aquel beso y con una de mis manos comencé a subir de a poco la camisa de Stuart mientras acariciaba su torso suavemente con mis uñas. Parecía haberse encendido algo entre nosotros, era algo extremadamente satisfactorio y placentero, hasta que de pronto algo me desconcentró. Sentí algo. Algo que venía desde el pantalón de Stuart. Cuando eso ocurrió él se detuvo y se apartó de mí muy nervioso.

Desde El MañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora