La médico anestesista especialista en rescate y reanimación, Lauren Jauregui, ha decido comenzar una nueva etapa de su vida dejando atrás un oscuro pasado que sólo desea superar enfocándose en su trabajo en Alepo-Siria. En sus primeros días allí, y...
Lauren volvió a recostarse en aquella solitaria camilla que ya se había vuelto su lugar de descanso cada vez que encontraba un casi inexistente tiempo libre durante su guardia.
Y es que en la situación que vivían en Alepo, con los constantes altercados, tiroteos, bombardeos y otras situaciones, para ellos, que actualmente eran el único hospital funcionando en la ciudad, significaban largas horas de no detenerse y atender cantidades casi inimaginables de pacientes.
Su rutina en Nueva York tampoco era ligera, pero al menos podía contar con el factor de que situaciones catastróficas no se repetían con tanta frecuencia como en una ciudad que estaba en medio de una guerra civil.
¿Extrañaba su antiguo trabajo?... Sí, el NewYork–Presbyterian Hospital había sido el lugar de su formación profesional desde su ingreso a la residencia de anestesia hacía ya algunos años. Estaba tan habituada a los horarios de las cirugías, las guardias en el servicio de urgencias, y las llamadas para rescates en el helicóptero ambulancia que a veces se pasaba el día intentando capturar todas aquellas memorias... Aquel hospital había sido su segundo hogar desde muchos años antes incluso de que ella ingresara a la facultad de medicina. Conocía casi mejor que los propios cirujanos los detalles de todos los quirófanos del inmenso edificio.
- ¿Si te digo que haré la cena dejarás tu cómoda camilla para acompañarme? – Resonó una voz rompiendo el silencio.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro aún con los párpados cerrados identificando con facilidad la voz de Camila quien lentamente se acercó hasta ella haciendo sonar las deportivas sobre el sucio piso.
- Y mañana tendrías uno de los peores dolores de espalda que podrías imaginar. – Apuntó.
Afirmó en silencio abriendo lentamente sus parpados para admirar el rostro de Camila en el cual se plasmaba la luz de la luna que entraba por una de las ventanas que tenía los vidrios quebrados.
- Te invitaría un vino o algo por el estilo, pero como no bebes... - Hizo una mueca la más baja.
Lauren se mantuvo con una expresión rígida en el rostro para luego notar cómo la chica de ojos marrones dirigía su mirada hacia la luna que a pesar del nublado cielo algo dejaba admirarse.
- Vamos antes de que se haga más tarde y más peligroso. – Pidió la intensivista.
...
Sonriendo ampliamente Camila se mantuvo observando cómo Lauren ordenaba la loza que habían ocupado aquella noche para la cena mientras ella volvía a acomodarse en el antiguo sofá que había en el pequeño lugar.
