Capítulo 3.

25.3K 1.7K 824
                                    


La ojiverde entró lentamente por la puerta de la UCI detallando cómo un par de enfermeras hacían curaciones a algunos pacientes. Cerca de un antiguo escritorio Camila discutía con dos hombres que supuso serían los otros residentes del servicio.

- Buenos días, ¿Busca a alguien? – Le preguntó una enfermera de cabellos cortos.

- Oh, buenos días, soy la Dra. Jauregui, la nueva residente jefa de anestesia, busco a la Dra. Cabello... ¿Puedo hablar con ella? – Explicó.

La chica le dedicó una amplia sonrisa de bienvenida y luego le apuntó en dirección donde la morena seguía discutiendo con ambos hombres. A la distancia Lauren pudo detallar cómo aquel día Camila llevaba un jeans y la parte superior de un scrubs clínico color negro.

La intensivista notó la presencia de la anestesista haciéndole una seña con la mano para que le esperara. Lauren se entretuvo detallando un par de radiografías de tórax con extensas neumonías y la placa de una tomografía computarizada de un gran hematoma subdural que estaban colgando en un negatoscopío con la luz pestañeante. Claro, cosas que podía esperar en una UCI de un hospital de base en Alepo-Siria.

- Ey, buenos días, ¿Cómo ha ido la guardia? – Dijo Camila mientras la saludaba con un beso en la mejilla.

- Bastante tranquila... Incluso he conseguido dormir un poco.

- Que bien... ¿Te vas ahora?

- Sí, sólo venía a darte señalas de vida. – Sonrió.

- Me da un poco de pena, porque estas bastante cansada, pero, ¿Podrías ayudarme a colocar un catéter venoso central? – Pidió Camila apuntando a uno de los pacientes del lugar. – Él pesa algo así como 100 kilos y me da miedo provocarle un hemotórax.

Afirmó en silencio apreciando la claridad profesional de la morena al pedirle ayuda. Ella sabía que las competencias de colocar aquel método de monitoreo eran bastante compartidas entre anestesistas e intensivistas, pero seguramente Camila no tendría tanta experiencia en anatomías difíciles como la de aquel hombre de gran tamaño.

- Claramente no tenemos un ecógrafo como para que te guíes. – Dijo la morena.

- No te preocupes, he puesto cientos de ellos sin el ecógrafo. – Apuntó.

- Oh disculpa, he olvidado que estoy hablando con la diosa de la reanimación. – Picó.

- Yo no he estado en guerras, ni bombardeos... Pero he estado en cientos de accidentes múltiples, incendios, automóviles que han caído al río, etc... Incluso una vez intubé a un chico que estaba atrapado bajo su propio coche antes de que los bomberos llegaran.

Aun sintiendo la emoción en sus palabras Lauren sonrió recordando todos aquellos aterradores, pero impresionantes, momentos que había vivido durante su vida profesional. Podía recordar la adrenalina que sentía cada vez que su busca personal sonaba con un 911, o cuando debía subirse al helicóptero de rescate, o incluso colocarse el chaleco salvavidas para ingresar al río con una temperatura gélida.

- Lamento que éste procedimiento no sea tan emocionante. – Apuntó Camila.

- Eso es porque no te has pasado la noche en la urgencia... Tuve que hacer una cricotiroidotomía.

Camila hizo una mueca para luego girarse donde la enfermera de cabellos cortos que le había recibido, ahora hablaban preparando todo el material necesario para colocar el CVC.

- ¿Qué te gusta más? ¿Estar en quirófano, en urgencias o en terreno? – Dijo la morena con interés.

- Terreno... Definitivamente... Pero realmente disfruto cada momento de mi trabajo.

Strangers in the night. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora