Capítulo 4

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Ya han pasado tres días desde que la vi en la cafetería de la universidad. La busqué por todos sitios. Hasta pregunté por ella en la recepción, pero decían que no podían darme información sobre ella. Estaba dispuesto a besarle las manos por que me dijera donde vivía, su número de teléfono, o simplemente su nombre completo. Tenía una necesidad insaciable de verla. Aunque realmente no solo quería verla, pero eso era algo casi imposible, siendo realistas. 

Pero esa mañana era diferente. Mi móvil vibró en señal de un menaje. Esperaba a Miriam o Carlos, o a algunos de los pringaos de los de la carrera. Pero no, era de mi profesor de la universidad. << Hola señor Salinas, hoy le necesito presente antes de clase en la sala de reuniones a las 9:30>> 

Y a las nueve y media estaba en la puerta de la sala de reuniones. Toco dos veces y entro. Están todos sentados, el director, la subdirectora, mis profesores y cuatro de mis compañeros. Había un sitio en medio reservado para mi. Al entrar los saludo a todos y me siento en la silla vacía. Nos quedamos mirándonos los unos a los otros ¿Qué esperamos? No puedo acercarme a uno de los chicos y preguntarle ya que sería una falta de respeto. pMe lo comienzo a plantear cuando pasa casi un minuto de espera. Pero unos tacones comienzan a resonar por la puerta de atrás. Me giro esperando a ver quién aparece por ella. Unos tacones cortos, de color azul, unos pantalones vaqueros, azul muy claro, casi gris. Una camisa larga, que se habría a los lados dejando ver sus piernas embutidas en los vaqueros y el velo le recaía sobre el pecho tapando el escote.

— Ay perdonen la tardanza, era un asunto urgente- Guardó su móvil en el bolso del que ni siquiera me había percatado, y coge unos folios de encima de la mesa- Ah ya estamos todos, ya podemos empezar— se colocó en pie delante de nosotros y nos comenzó a mirar detenidamente. 

Esperé ansioso a que me mirara a los ojos. Pero cuando me mira no clava su mirada en la mía. Cuando pasa a la chica que tengo al lado veo que se detiene a mirarla a los ojos y siento envidia, y por primera vez en mi vida deseaba ser mujer.

— Tengo vuestras notas— dijo al fin— Enhorabuena, habéis pasado la prueba, y con excelentes notas. Ahora viene la segunda fase, y es trabajar con gente de verdad. Sé que ya habéis hecho vuestro máster, y esto es sólo una prueba, pero habéis de hacerlo bien. En vuestras prácticas no habéis tenido la oportunidad de ir a juicio solos, y creo que esta es la oportunidad. Bien, sólo he de advertiros que los casos son reales, que si no salváis a la gente irá a la cárcel, no es como en las prácticas— se gira y coge algunas de las carpetas que había encima del escritorio— Bien, se os ha sido asignado un niño, y como ya sabéis los de mi clase de psicología también han hecho esta prueba, por lo cual con cada niño trabajará un psicólogo en prácticas— dejó una carpeta en cada mesa. 

Yo abrí la carpeta rezando con que aparezca su nombre en ella. Mierda. Miro a mi derecha, no es ella, miro a mi izquierda y veo que el chico que tengo al lado tiene el caso que ella lleva. Ese era mío. 

— Bueno chicos, ahora vuestros compañeros estarán haciendo el examen, por lo tanto tenemos algo de tiempo para ir a ver el establecimiento de la asociación y pasaros a conocer a vuestros clientes

Una vez que ella acaba el director nos da su discursito de turno. Yo entretanto escribo una nota a mi compañero pidiéndole que nos intercambiáramos los casos. Él aceptó, nos lo cambiamos y nos dimos un apretón de manos cuando salíamos. 

— Emm... ¿tenéis coche?— todos asentimos— Pues me seguís, no está muy lejos de aquí, pero es mejor ir en coche. 

Mientras caminábamos al aparcamiento, yo pensaba en algo que decirle, para comenzar una conversación. Pero no se me ocurría nada. Al llegar al aparcamiento ella se sube a su coche, yo camino algunos pasos para subir al mío, mis compañeros subieron todos al coche de uno de ellos.  Entonces escucho cómo el motor del coche de Melek ruge, pero vuelve a parar. Salgo del coche y espero a que arranque. El motor vuelve a rugir y vuelve a parar. Veo cómo choca los puños contra el volante. Me acerco a ella y le hago una seña para que subiera a mi coche. Ella sale del suyo y me mira extrañada. Le sonrío amablemente. Suspira frustrada, cierra la puerta del piloto con fuerza y camina hacia mí. 

La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora