Capítulo 32

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Melek:

Imbécil, imbécil y cien mil veces imbécil. Sólo tenía que repetírmelo una vez más y habría corrido a sus brazos. 

La azafata como siempre explica las medidas de seguridad, mientras yo texteo mi último mensaje

<<No quiero que me esperes en el aeropuerto, ya no te lo repito más veces. No me presiones>> Y le doy a enviar, antes de poner el móvil en modo avión

Mike se ha puesto un poco pesado desde que se cambió al islam. Entiendo que tengo que darle una respuesta, pero aún no me siento preparada para decir nada. No quiero equivocarme, y prefiero tomar las cosas con calma.

Mientras tanto en mi cabeza sólo ronda un nombre: Ángel Salinas

* * *

Guardo mis cosas en mi armario, tras haber sacudido todo el polvo. La casa lleva mucho tiempo deshabitada. La última vez que entré fue hace ocho años, cuando íbamos a salir a comprar helados.

No puedo evitar soltar unas lagrimillas, me trae demasiados recuerdos, tanto me duele volver aquí, que ni siquiera me atrevo a bajar al aparcamiento, ahí donde mi vida dió un tremendo giro de 360º, gracias a cuatro trozos de metal y un hombre con mucha rabia acumulada. 

Finalmente me dejo caer sobre el sofá y cierro los ojos. Pero el pitido de mi móvil no me deja descansar. Es una llamada por whatsapp, lo sé por el timbre. Mis ojos se abren de golpe cuando leo su nombre en mi pantalla. Debe ser muy tarde en España ahora mismo ¿Porqué me llama a éstas horas? Descuelgo con rapidez y me llevo el móvil al oído

— ¿Melek?— si voz suena ronca

— Dime Ángel

— ¿Podrías volver y hacernos un favor

— Un favor... ¿A quiénes?— tendrá algo que ver con mi hermano

— A mi, a mi corazón y... a mi polla— mi corazón se acelera ante sus sucias e inapropiadas palabras

— Ángel, estás borracho, mejor dúchate y vete a la cama, es muy tarde

— Me niego. No puedo ir a la cama sin ti— suelta una risita— me niego a vivir sin ti. Porque como gilipollas que soy me colgué de una mujer que no e de mi alcance, una que con una sola sonrisa alegra mi mundo— su voz se quiebra en esa última frase.

Me quedo en silencio escuchando cómo da tragos, y pide otros más. Una frase viene a mi mente

« Te prometo que no volveré a beber cuando estoy contigo»

— Ángel— escucho cómo gime al otro lado de la línea en respuesta, dando otro trago— Deja de beber

— Si dejo de beber me acordaré de ti

— Me prometiste dejar de beber...— escucho cómo suspira al otro lado, y pide un último trago— pásame al camarero por favor

— No— responde cortante

— Ángel haz el favor de no ser tan testarudo— vuelve a suspirar y escucho cómo llama al camarero. Una voz grave me responde— ¿Podrías por favor pedirle un taxi?— el chico acepta y yo le doy la dirección de la casa de los padres de Ángel. 

Cuelgo y vuelvo a recostar mi cabeza sobre el brazo del sofá, pero el sueño no llega. El muy imbécil me quitó el sueño. 

* * *

Compro un par de cosas y me dirijo a mi casa, donde me pongo a ordenar y a colocarlo todo en su lugar. Pronto acabará todo y quiero volver a vivir aquí, como hacía hace algunos años.

Pero me llega un mensaje al móvil que me deja aturdida. Es de mi abuelo, pidiendo que me conectara a Skype. Me pongo el velo con rapidez y corro al portátil. 

Al conectarme veo el alegre rostro de mi abuelo, que hace que suspire en alivio. Tras saludarme airadamente, comienza con el tema que siempre evité

— Hija, necesitamos una respuesta... No podemos dejar al pobre chaval esperando tanto tiempo por ti. Además, ya se acabó el mes que pediste. 

Agacho la cabeza avergonzada. Normalmente estas cosas me las comentaba la abuela, pero ahora que no esta...

— Abuelo, tienes que saber que aún no me siento preparada

— Entonces no quieres terminar la otra parte de la religión— me interrumpe en un tono molesto

— Abuelo entiéndeme— levanto la cabeza para encararlo— no puedo aceptar porque no siento nada por él, cada vez que lo veo sólo veo a mi compañero de trabajo o a mi hermano. 

Mi abuelo se queda de piedra, nunca me había atrevido a hablarle así. 

— Está bien, le diré que no y zanjamos el tema

— Gracias por entender abuelo, te quiero— y se corta la videollamada. 

«Seguro que está enfadado porque rechacé a Mike, que tan bien se llevaba con él»

Ya que estoy me paso por el e-mail, y encuentro un texto del juez asignado a Mohammed.

Estimada señorita Shaddy:

Me comunico con usted personalmente para ofrecerle una mano. Vuestro abogado pidió una autorización de viaje para su hermano. Me dirijo a usted, como única familiar que tiene, para comunicarle que la petición ha sido accedida, y se le concederá la autorización de viajar a Estados Unidos, bajo la protección y responsabilidad de uno de sus familiares, en este caso usted, por una semana. Para ello deberá traer toda su documentación, y presentarse antes del 20 de septiembre en mi oficina. 

Atentamente, Señor Montes Alcalá

Releo el mensaje cinco veces, el propio juez había enviado un e-mail desde su cuenta personal para darme la noticia. Ni siquiera esperó a que me lo dijera Ángel. Mi corazón se salta un par de latidos de la felicidad. Cierro el buzón, y abro una ventana para reservar un vuelo a España.

Cuando voy a darme cuenta, estoy en el aeropuerto, llamando a Ángel. No contesta, ni siquiera está conectado... Así que apago mi móvil y tomo mi vuelo hacia la felicidad extrema

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Retomo por donde dejé en un comentario... 

Si lo que quieres es que pasen cosas en una historia que quieres leer, y si no pasan lo sigues leyendo, entonces es mejor dejar de leer y dedicarte a escribir (Respetando las normas del copyright)

Yo no puedo decirle a mi escritor favorito que reescriba el libro porque no me gusta, simplemente dejo de leer... 

Y como decía el tema de ésta historia no es demostrar cuánto se aman Ángel y Melek, sino demostrar las dificultades que puede pasar alguien, sobretodo si es mujer, al ser de otra religión. Por lo tanto yo puedo reescribir el capítulo anterior y en vez de que Melek diga «Imposible» dice «Te amo» se abrazan, viven felices y comen perdices... La historia no tiene base, de hecho en todas mis historias intento denunciar algo, y en ésta quiero dar a conocer lo que vive una mujer con velo, sus límites. 

Por lo cual escribiré lo que los personajes piden de mi que pase.

Además, aún queda muuuuuuuuucho por aclarar, así que paciencia.

Y ahora sí, ¡chaiiiii!

La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora