Capítulo 28

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Ángel

Saco de su armario unas braguitas, unos sujetadores, y un chal negro. Busco entre su ropa y saco una túnica negra, me lo pienso y busco un pijama. No encontré largos, sólo pantaloncitos cortos y camisetas tirantes. Así que por mucho que quise llevarle algo corto no pude, porque sé que no estará cómoda con el delantal del hospital cuando vengan sus amigos y compañeros de trabajo. Cuando voy a cerrar la puerta del armario una pequeña fotografía pegada en éste me llama la atención. Un hombre y una mujer, vestidos de novios, pegaban sus frentes con los ojos cerrados. 

<<Yosur y Barakat>>

Tomo una foto de ellos y cierro el armario. Camino hacia su cama y al lado, sobre su mesita de noche, encuentro una pequeña alfombrilla roja de terciopelo doblada. Tiene un tacto muy suave. La abro y descubro pequeños trazos de mezquitas y la  meca. Supongo que es la alfombrilla para rezar. La meto en el macuto con las otras cosas y bajo las escaleras.

¿Que de dónde saqué las llaves? Pues de su bolso. 

Subo las escaleras de dos en dos y pregunto a la recepcionista. Aún no me dejan entrar con ella. Dicen que tiene que descansar, aunque yo no quiera molestarla. 

Me acaban de comunicar que pronto podré entrar a verla. No tenía muchas heridas en la cara, por lo que pude ver en la ambulancia, pero me molestaba verla en aquel estado. Saco mi móvil, y lo primero que veo es su foto en el fondo de mi pantalla. Abro instagram y comienzo a ver las fotos y videos que no vi. 

El vídeo de Melek recitando el corán mientras desactivaban la bomba se volvió viral. Todo el mundo se empatizó con ella y le enviaron muchas flores. No puedo decir nada, está en el contrato que firmé. Por eso me dedico a ver las publicaciones y darles like sin comentar nada, y sin subir nada con relación a Melek y su hermano. 

Mis amigos no han subido nada interesante, hasta que me detengo en un vídeo que me llamó la atención. Era en mi cocina, con todos bailando mientras bebían redbull. Pero lo interesante no está ahí, sino más allá, sobre la encimera, donde se puede ver la mitad del cuerpo de una mujer echando algo en un vaso rojo, el mismo vaso que le dieron a Melek. Reconocería esas manos donde sea, y no por conocerlas muy bien, sino por el tatuaje a mi honor que había en una de las muñecas

<<Miriam>> 

Tomo una captura de pantalla y me dedico a buscar en la galería fotos suyas en las que aparezcan sus manos.

— Señor, ya puede pasar a ver a la paciente— dice la enfermera.  Alzo la mirada y veo que ya comenzó a caminar. Bloqueo la pantalla del móvil y corro tras ella. 

Está tumbada sobre la camilla, la luz del sol le da de lleno en la cara, iluminando sus facciones. Sus largas pestañas se mecían sobre sus mejillas, y sus labios, gracias a la iluminación, parecían mucho más voluminosos y deseables. Sus pómulos lucían marcados y altivos, no sólo por su evidente pérdida de peso, sino que también por la luz que se proyectaba. Sus bucles castaños caían a los lados dándole un efecto de bella durmiente. El delantal apenas cubría su pecho y poco más. Dejando ver el pequeño lunar que tiene en una de las blancas clavículas. 

Me siento como un intruso mirándola de ésta forma. No me sentía para nada cómodo, ni mucho menos deseaba seguir viéndola de tal forma. Así que abro el macuto, saco de él el cepillo, la goma del pelo y el pañuelo que le había traído. Cepillo con delicadeza su pelo y lo recojo en un moño, antes de colocar el pañuelo al rededor de su cabeza, dejando a la vista su cuello. Luego levanté las sábanas y las subí, tapando las partes que quedaban sin tapar de su pecho. 

Luego, ordeno un poco el desorden de peines y ropa por todos lados y acerco la silla a la camilla. La enfermera me dijo que le habían suministrado algunos sedantes vía intravenosa para que se tranquilizara y pudiera descansar, que su cuerpo se veía sin fuerzas y el estrés podía jugarle una mala pasada.

Entrelazo mis dedos con los de ella y dejo un beso en su mano. Ésta se aprieta a mi mano, mientras su gestualidad se frunce. Mueve los pies, las manos, la cabeza, en movimientos rápidos y pausados.

<<Está teniendo una pesadilla>>

Levanto la mano y acaricio su mejilla, lo que hace que su gestualidad se relaje y una sonrisa brota en su rostro. Vuelvo a tomar asiento mientras admiro las perfectas facciones de la heroína que tengo a mi lado.

Sus pestañas se separan dejando a la vista las pardas y confundidas pupilas de Melek. Frunce el entrecejo mientras recorre el cuarto con la mirada. Cuando su mirada se detiene en mi. Nuestros dedos siguen entrelazados, y su mano aprieta mucho la mía. Al darse cuenta afloja su agarre y me mira a los ojos, mientras éstos de humedecen. 

Quita su mano de la mía, y se la pasa por el pelo, para tocar el velo. Luego se incorpora sobre la cama, lleva sus rodillas a su pecho y se tapa la cara. Un sollozo se le escapa, haciendo que mi corazón se estrujara hasta el punto de querer romperse. Me levanto y la rodeo con mis brazos. Ella solloza aún más fuerte y rodea mi torso con sus brazos. Voy a acariciar su espalda, pero al ver su desnudez prefiero no hacerlo y desvío la mirada a otro lado. 

— Lo siento mucho— dice desde mi pecho

— No tienes por qué, soy yo quién lo siente...— me separo de ella para coger su rostro entre mis manos— Te prometo que Mohammed se convertirá en todo un hombre, y juro que haré que salga de la cárcel. 

Limpio sus lágrimas con mi pulgares y la vuelvo a estrechar contra mi pecho. Ella coloca una de sus manos sobre mi pecho, sobre el lado izquierdo, donde palpita mi corazón,  y la otra la pasa por mi espalda. Solloza un poco más bajo, hasta que por fín se relaja y su respiración es más regular. Siento que su mano acaricia mi corazón, siento que ha conseguido atravesar todos los huesos y músculos y ahora tiene mi corazón en la palma de su mano. Su cercanía me embriaga, haciéndome nadar en un río de paz. Un silencioso y calmado río de paz. Cierro los ojos  disfruto del momento

<<Dios, nunca nos separes por favor>> 

— ¡Señor, no puede pasar!— decía la enfermera.

La puerta se abrió de golpe haciendo que rompamos nuestro abrazo. Un hombre, de una altura considerable, que supera los dos metros, con una musculatura increíble, y un rostro blanco bordado con la barba rubia y tocado con los ojos azules entra a la habitación. En dos zancadas está delante de Melek, y sin parar a respirar siquiera la estrecha en un abrazo

— Oh God, you are okay— se separa de ella para recorrer todo su cuerpo con la mirada, mientras inspeccionaba sus heridas

Mi sangre hierve, sólo yo puedo mirarla de esa forma, imbécil.  

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Éste capítulo te lo dedico a tí MohamedLmeiludiLmeil y que sepas que no es la muerte lo único que les puede separar... 

OOOyyyyyyy estoy muuuuuy emocionada. Ésta semana hay tres cositas muy importantes que me han pasado (A parte de tener exámenes de dos horas cada uno)

1- Mi novela "Alas de Libélula" ha sido nominada con el Logo de Oro a los premios de ArabicNomination así que pasaros por ahí y dejarme vuestro amor

2- HEMOS LLEGADO A LOS 2K!!!! Me siento superemocionada de que todo lo que escribo llegue a tanta gente. Cada comentario que leo me siento todavía más feliz de escribir, y aunque estoy en época de exámenes y tengo mil cosas que hacer, hago un hueco para escribir.

Y POR ÚLTIMO Y NO POR ELLO MENOS IMPORTANTE

3- Mañana es mi cumpleeeeeeeeeeeeeee!! (No diré los años que cumplo que me veré muy vieja y arrugada)

Así que por éstas tres razones hoy tenéis que dejarme muuuuucho amor y como siempre no vemos en el siguiente capítulo ——————VOTA, COMENTA Y COMPARTEEEEEE

La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora