Capítulo 17

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Estaba sentado sobre la la isla, tomando una napolitana con chocolate para desayunar. 

— Señor— decía Natalia, la criada— Hay una chicia fuera preguntando por usted

— Ah, sí. Hazla pasar— me peino el pelo con los dedos, y me arreglo la camiseta. 

Sus tacones retumban por toda la casa. Escucho como mi madre la saluda y ella le responde con la misma energía. Decido unirme a la conversación. 

— Sí, hacemos un trabajo juntos— decía Melek— Hablado del rey de Roma

— Buenos días— voy a levantar la mano para estrechársela y recuerdo que no debo

— Encantada de conocerla Señora— estecha la mano de mi madre, que se apreuró a desaparecer, y me miró con una radiante sonrisa —No tengo mucho tiempo, cojo el avión en media hora.

Asiento y le indico con la mano que me siga, a mi cuarto. No penséis en nada obsceno, que os conozco. Sólo quería llevarla a un sitio donde no nos puedan molestar, ya que decía que era algo confidencial

— Vaya cuarto más bonito— miraba por las ventanas— Ay que me pierdo— coje su volso y saca de él unos documentos— Esto es lo que tienes que firmar

Lo leo un poco por encima y dice que me comprometo a guardar el secreto, a no enseñar a nadie aquellos documentos, a dar todo tipo de información si es pedida por los tribunales, a no dejar el documento a la vista de nadie... Lo típico de un documento confidencial. Lo firmo y se lo entrego. Ella, sonriente, me entrega una carpeta.

— Suerte y muchas gracias— coje su volso y se dirige a la puerta

— Si quieres te llevo al aeropuerto— me ofrezco

— Em... Claro, así llevas mi coche a un aparcamiento...— y dicho esto cojo mi cartera y la sigo escaleras abajo

— Bueno, buen viaje— digo cuando llegó la hora de que se fuera

— Adiós, y cuidate— hace el gesto con la mano y cruza la puerta

Veo cómo desaparece poco a poco, mientras mi cuerpo se estremece ante el pensamiento de que no la voy a ver por toda una larga semana

Subo a su coche, sintiendo su aroma en el asiento. Pongo las manos sobre el volante sintiendo el tacto de sus dedos, y ni os cuento cuando pisé las palancas, sintiendo sus piernas entrelazadas a las mías... Creo que necesito un psicólogo, esto no es normal. 

Ella me dijo que lo llevara a un aparcamiento, pero no pienso dejarlo ahí. Llego a mi caso y lo aparco en la cochera. Realmente no quiero salir, pero tengo que hacerlo la curiosidad me mataba por dentro.

De dos en dos subo escaleras arriba, entro a mi cuarto, cierro con llave y saco la carpeta de mi caja fuerte. 

Mohammed Shaddy Barakat ¿De qué me sonaba su apellido? Abro el archivo y comienzo a leer. Estaba acusado de terrorismo. Hace años fue condenado al centro de menores, hasta que su edad sea mayor, y se verá su condena. Claramente el chico ya es mayor de edad, y se habla muy bien de él en el centro de menores. Podría decir que sólo era un niño influenciable, con el que jugaron, y las consecuencias jugaron en su contra ¿Pero qué consecuencias? En el archivo no decía nada de su familia. Y faltaban muchos huecos por rellenar. Cogí mi portátil y tecleé en el buscador su apellido. De algo me sonaba y mi instinto me decía que la cosa no se quedaba ahí. 

"Yusor Abu-Salha y Razan Abu-Salha" Vuelvo a teclear los nombres de estas dos personas. En la primera página Víctimas del Chapell Hill Cliqueo y leo la noticia

  Luego de que la policía recibiera un reporte de disparos en la zona, se trasladó al lugar de los hechos donde identificaron a Craig Stephen Hicks de 46 años como el culpable de la muerte de Deah Shaddy Barakat de 23 años, su esposa, Yusor Mohammad Abu-Salha, de 21; y su hermana, Razan Mohammad Abu-Salha, de 19.  

La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora