Solo tenía ganas de hacer una sola cosa: Hablar con alguien de lo que había hecho.
Yuri Plisetsky no era solo un Omega, sino que también era un adolescente de 16 años que no llevaba más de dos meses de relación con quien se suponía que era su mejor amigo: Otabek Altin. Compañero de buenas y malas, excelente patinador y, por sobre todo, un Alfa cariñoso. Yuri había tenido la gran suerte de ser correspondido en sus confusos sentimientos, y ahora su relación se había hecho mucho más íntima entre los dos. Había empezado con la loca idea de ir a ver una película en la casa del rubio, que termino en algo más que solo besos y abrazos; y es por eso que todo le carcomía por dentro.
El ruso siempre veía en series de adolescentes locos, que cuando una chica o un Omega perdía la virginidad terminaban siendo interrogados como si de un crimen se tratara, soltaban todo con lujo de detalles, lo que habían hecho y como lo habían hecho y los jóvenes que se encontraban alrededor liberaban chillidos escandalosos y terminaban contando todos alguna experiencia sexual similar; aquí la diferencia era que Yuri no tenía un grupo de amigos adolescentes con quien hablar, no era tan sociable como todos creían. Además, la persona más cercana a esas características era Mila, pero probablemente esparciría el rumor de manera rápida y terminaría en oídos de adultos como Víctor o al cerdo, y mucho menos quería que Yakov se enterará. Así que tenía que aguantar las fervientes ganas de hablar con alguien del tema, no podía revelar nada de nada y se mantendría en silencio con ese secreto.
La única persona que podía compartir ese secreto era su novio Otabek, luego de aquella estupenda experiencia con él se había marchado a Kazajistán temprano por la mañana, prometiéndole un mensaje en cuanto llegara y estuviera libre, se acercaban algunas competencias y tenían que entrenar y, a pesar de que Yuri le insistió que se quedara unos días más en Rusia el kazajo solo negó y regreso a su país natal.
-Este idiota, no me ha llamado desde ayer- se quejó el de ojos esmeralda apretando la mandíbula conteniendo cualquier palabrota, miro la hora en la pantalla del teléfono, eran las 7 de la tarde, su novio podía perfectamente llamarlo, ¿por qué tardaba tanto? Gruñó como si fuera un cachorro molesto y se levantó de su cama, sus piernas le dolían un montón, entre los duros entrenamientos y la intensa "actividad" del día antes a este le habían dejado exhausto.
Salió de su cuarto y bajo las escaleras de manera perezosa, se encontró en el camino con su gato quien le maulló y se dirigió a la cocina, el joven Omega le siguió y le sirvió comida, como también tenía hambre decidió preparar un sándwich con queso y un vaso de jugo de melón.
Comenzó a pensar en lo que había ocurrido hace dos días en su mismo hogar, tomó su cena improvisada y camino hasta la sala para observar fijamente el sillón individual, sonrió para sí mismo, ahí había pasado de todo y si su abuelo se enteraba seguro le mataría. Se sentó en el sillón de tres piezas y encendió el televisor con la mera excusa de escuchar ruido en la sala, pero su mente estaba en otro lado, estaba en el caliente recuerdo de su primera experiencia sexual.
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36 contigo, 36 sin ti. [Otayuri] ~Omegaverse~
Fanfiction"Te tengo y a la vez no, me miras pero luego me ignoras, no te siento, no te oigo, no te entiendo. Es algo en lo que deberíamos estar juntos pero aun así... aun así te siento tan distante." Con 16 años una gran responsabilidad se ha puesto sobre su...