Perseverante

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Nikolai Plisetsky era un manojo de nervios e ira, era tanta la rabia que sentía por el japonés y el otro joven que no conocía que les grito y advirtió que no iba a permitir que Yura tuviera más visitas si él no estaba presente en el cuarto, hasta ...

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Nikolai Plisetsky era un manojo de nervios e ira, era tanta la rabia que sentía por el japonés y el otro joven que no conocía que les grito y advirtió que no iba a permitir que Yura tuviera más visitas si él no estaba presente en el cuarto, hasta entonces había sido muy paciente y relajado con la salud de su nieto, pero luego de enterarse de que este se había desvanecido de la nada ya no iba a permitir más que se le pasara a llevar su autoridad. Muy buen viejo podía ser pero sus dos tesoros más preciados eran mil veces más importantes en su vida que nada.

Yuuri Katsuki recibió el regaño del viejo en silencio, se sentía un poco culpable de que el Omega estuviera otra vez mal pero era en vano disculparse mil veces, eso lo haría cuando el hombre mayor estuviera más relajado y solucionaran el tema; mientras tanto hablaría con el kazajo sobre sus imperdonables decisiones y el extraño semblante que mantenía desde que habían sido corridos del cuarto por una enfermera.

En silencio bajaron hasta la cafetería, Yuuri miró el menú y con mera cortesía invitó a Otabek a comer algo, este negó con la cabeza y le acompañó hasta una mesa junto a una ventana, el verano estaba recién comenzando y el sol que les daba de lleno era lo suficientemente suave para no hacerlos sudar en exceso. Fue el japonés quien abrió el tema de conversación, aquel que Otabek había estado un tiempo evitando tocar.

-Muy bien- empezó el beta soltando las palabras en un suspiro, se quitó las gafas y restregó el puente de su nariz con su pulgar e índice- Otabek, no sé qué es lo que está sucediendo y necesito respuestas. Mi matrimonio está en una pequeña crisis a causa de todos estos problemas y necesito conocer tu versión de la historia, así que habla, ¿Qué pasó entre tú y Yuri?

Por su lado, el moreno bajó su mirada hasta sus temblorosas manos, hasta ese momento había dudado de la realidad y se creía sumido en un desagradable sueño, más bien una pesadilla; no fue hasta la bofetada que ahora le escocía la piel que se dio cuenta de que estaba bien despierto y con las botas muy pegadas al suelo.

-Empezamos a salir luego del Grand Prix, me declaré el día en que Yura hizo su exhibición y él con el pretexto de intentarlo acepto mis sentimientos – Otabek soltó una queja y rascó su nuca buscando que las palabras saliera de la mejor manera posible- Fue un desliz, lo juro. No tenía esas intenciones con Yuri, iba en serio y lo que pasó ese día...

-¿El día en que te acostaste con él? – Yuuri soltó la pregunta de manera tosca y arisca, Otabek otra vez gruñó molesto.

-Juro que yo no lo busque nunca por esas intenciones. De verdad amo a Yuri y pensaba que lo de nosotros iba a durar mucho, pero...- el Alfa alargo el silencio buscando otra vez algo que decir, alguna excusa barata podía zafarlo del incomodo momento pero ya estaba cansado de evadir, de mentir y de callar.

-¿Pero?- Los orbes chocolate detrás del cristal lo miraron de manera curiosa, un poco interesada pero muy severa.

-Tuve miedo ¿Ok? No estoy pasando por el mejor año y que Yura llegara y me dijera que estaba esperando un bebé solo ajustaba aun más el nudo en mi cuello.

36 contigo, 36 sin ti. [Otayuri] ~Omegaverse~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora