Amor

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Apretaba su teléfono con ira leyendo una y otra vez el mensaje que el engreído canadiense le había mandado, si bien eran palabras de apoyo y que si algo le faltaba no dudara en comunicarse con él la idea de que alguien fuera de su núcleo familiar ...

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Apretaba su teléfono con ira leyendo una y otra vez el mensaje que el engreído canadiense le había mandado, si bien eran palabras de apoyo y que si algo le faltaba no dudara en comunicarse con él la idea de que alguien fuera de su núcleo familiar supiera del asunto lo enfurecía.

El único culpable de que la noticia comenzara a esparcirse era Otabek Altin.

-Cuando lo vea le partiré el cráneo en dos de una patada- murmuró entre dientes apretando una y otra vez el botón de bloqueo de su teléfono encendiendo y apagando así la pantalla. La idea de lanzar el aparato a la muralla era tentadora pero no quería arriesgar la pantalla de este mismo, luego tendría que gastar dinero innecesario en repararla y en esos momentos su prioridad era la pequeña niña que crecía en su interior.

-Vamos Yurio, no pongas esa cara- murmuró el japonés terminando de pelear una manzana verde, cortándola en trozos y sirviéndola en un plato- En algún momento todos se iban a enterar. Mila se lo pasa hablando de lo linda que será tu bebé y hasta ya tiene una lista de nombres para elegir.

-Eso es desagradable...- murmuró el ruso recibiendo el plato con manzanas, el primer mordisco a la fruta le hizo sonreír- Pues dile a Mila que no se atreva a usar sus poderes de bruja loca para acercarse a mi hija. Seré yo quien elija el nombre de la niña, yo y nadie más que yo.

-Eres tan egoísta cuando se trata de tu pelusa- Yuuri rió levemente ganándose una mirada molesta por parte del ruso.

-No es "pelusa"- cortó de mala gana el menor sorprendiendo al japonés- Es "Pirozhki"

-¿Pirozhki?- Yuuri sonrió divertido, una sonrisa que en solo segundos se transformo en una risa ligera y alegre.

-¡No te rías cerdo!- chilló el rubio avergonzado- Aun no he pensado un nombre para ella...

-¿Y no se te ocurrió nada mejor que el nombre de tu comida favorita?- Fue el japonés quien termino la frase sacando del rostro del Omega un puchero molesto- no te apures, aun queda mucho tiempo para pensar en un nombre bonito.

Su conversación se vio interrumpida por la entrada del anciano, una vez más había escondido un postre con manzana de ingrediente principal en su bolso y se lo había dado antes de que una enfermera le atrapase. Los tres intercambiaron palabras por unas cuantas horas hasta que Yuuri decidió irse, Víctor había tenido práctica y prometió hacer Katsudon para la cena de ambos. Yuri comenzó a cuestionar si la pelea que habían tenido hace menos de una semana por su culpa se había resuelto y su matrimonio siguiera en pie, Yuuri tenía mucha suerte de conocer a alguien como el anciano y comprometerse de esa manera. Por un momento sintió envidia del amor que se tenían.

-¿En qué tanto piensas hijo mío?- preguntó de la nada el anciano sentándose en el banquillo que estaba junto a su cama extendiendo su mano y tomando la de su nieto.

-No es nada, no te preocupes...

-Yuri, ¿Qué hablamos de ocultarnos cosas?- Sus ojos verdes se achicaron y el ceño se frunció en una expresión severa e insistente. Yuri no podía contra su abuelo, le sabía tan mal mentir o ocultar cosas a su amado familiar.

36 contigo, 36 sin ti. [Otayuri] ~Omegaverse~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora