Segunda parte.

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El dolor desaparecía poco a poco, dejando una reconfortante calma. Por alguna razón se sentía mejor que nunca, sentía su magia recorrer todo su cuerpo con libertad y armonía, podía controlarla sin necesidad de algún límite. Se sentía jodidamente bien.

Se estiró oyendo sus huesos crujir a la hora de acomodarse en su lugar, realmente se sentía en el cielo. Abrió los ojos reconociendo el techo arriba de él, no sabía qué había pasado exactamente, pero tal vez la vida le empezaba a sonreír un poco. Se sentó en su cama y bostezó profundamente. Era como volver a nacer.

—Me alegro que ya hayas despertado—casi gritó cuando escuchó al hablante a su lado. No lo conocía, tal vez sólo en una foto, como la que había en la sala de toda la familia de Sirius en ella, pero nunca se atrevió a preguntar nada.

El hombre frente a él era muy parecido a su padrino, demasiado, mas había algo en él que le llamaba la atención, algo familiar -sin contar que era una copia más joven de Sirius-, tal vez la sonrisa que le daba, completamente fraternal y cálida. Miradas que sólo había recibido de su padrino y su antiguo profesor.

—¿Quién eres?—preguntó mirándolo con curiosidad. No sabía quién era ni cómo podía estar sentado a su lado, pero sabía que no era malo. No si Remus y Sirius permitieron su estadía en el lugar, porque lo sabía, sus padres-tíos habían matado a cualquier ser desdichado que quisiera hacerle daño.

Los labios del joven Black formaron una mueca de tristeza, mirando a Harry a los ojos, lo cuales se habían oscurecido. El ojiverde frunció el ceño confundido, ¿había dicho algo malo? Tal vez no es una pregunta que debía hacerse como si nada, aunque, considerando la posición en la cual se encontraban, era una pregunta más que normal.

—¿Señor?—volvió a preguntar curioso.

—Soy Regulus Black—murmuró mordiéndose el labio inferior—. Hermano de tu padrino Sirius...

—Yo pensé que Sirius era el último Black...

—Bueno, yo me escondí...

—¿Por qué?—cuestionó frunciendo el ceño.

—Seguridad—fue lo único que contestó tratando de sonreír.

Algo dentro de Harry se removió justo cuando Regulus sonrió de forma forzada, ¿qué necesidad de hacerlo? Sólo estaban ellos dos, y el azabache no iba a hacer algo porque dejase de sonreír.

—¿Y qué haces aquí?—en ese momento se dio cuesta de algo, el encuentro con el hermano de su padrino parecía ser una entrevista y, en su opinión, parecía que los dos buscaban algo del otro. Aunque no se conociesen.

—Vine a verte...

—No nos conocemos, ¿por qué hacerlo? 

—¡Harry! ¡Ya despertaste!—los gritos llegaron justo a tiempo cuando Regulus tenía planeado hablar. Unos brazos lo envolvieron y lo tumbaron a la cama con alegría—... ¡Remus, Harry ya despertó!  

El licántropo se recargó en el marco de la puerta viendo el espectáculo que hacía su amigo al encontrar al ojiverde despierto y, tal parecía, hablando con Regulus.

—Canuto, creo que no es el momento—regañó el castaño.

—¿No?—preguntó el mayor mirando a su ahijado y a su hermano, mas algo le llamó la atención al mayor— ¡Cachorro! Estás muy diferente—murmuró picando la mejilla de éste.

—¿Diferente?

—¡Sí!—murmuró sonriendo con orgullo— Deberías ir al baño y verlo por ti mismo.

Harry asintió confundido y, quitando a Sirius de encima suyo, caminó hacia el baño que de encontraba en su habitación, sorprendiéndose al verse en el reflejo de su espejo.

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