Décima cuarta parte.

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Un chillidos se escuchó por toda la habitación despertando a los jóvenes que descansaban en ésta. Armus​ miró a su lado y bufó al ver como Draco miraba con lágrimas de asco su cama.

—¿Qué carajos pasa, Malfoy? —siseó Tom en su oído con molestia, acercando más el cuerpo del ojiverde a él— Son las cuatro de la mañana y, lo más importante, es sábado.

—¡La estúpida serpiente de tu novio a dejado su piel en mi cama! —chilló haciendo un puchero asqueado.

—¡Eh! Ómorfos no es estúpido, pedazo de mierda —defendió Armus mirando a su primo, retando al rubio a contradecir sus palabras—. Ómorfos puede dejar su piel donde quiera.

—¡En todos los lugares menos en mi cama! Esto es asqueroso.

Tom gruñó y soltó a su pareja cuando éste se quiso levantar para ver el supuesto pedazo de piel en la cama de su compañero.

—No seas dramático —regañó el chico poniendo los ojos en blanco. Zabini siseó antes de poner su cabeza bajo la almohada para amortiguar el sonido—, es un pequeño pedazo.

—¡Es enorme!

—¡Es del tamaño de mi uña!

—¡Eso porque no has visto lo que hay bajo mi almohada!

El heredero Black caminó hacia la cama y levantó la almohada con cuidado, viendo el montón de escamas una vez que fue removido.

—Draco, cariño —llamó Armus con cariño—, Ómorfos no mide más de dos metros, joder, Ómorfos mide un metro veinte centímetros.

—¿Cómo explicas que hay como tres metros de escamas bajo mi almohada y otros trozos repartidos por toda mi cama? —acusó el ojigris con enojo enberrinchado.

Ómorfos, ¿dónde estás? —preguntó el azabache mirando a su alrededor.

Bajo la cama, pequeña cría —respondió la serpiente con tranquilidad.

Oh, como hay una cama —siseó con sarcasmo mientras se hincaba y miraba bajo la cama de Tom, encontrando a su fiel amigo acompañado por una hermosa víbora el doble de su tamaño y, Armus apostaba, el triple de su edad—... ¿Me puedes decir quién es?

La víbora salió de debajo de la cama y se paró -por así decirlo- frente al hablante joven. Tan sólo ver a la enorme serpiente, Tom se cayó de la cama con asombro.

Soy Nagini, pequeño humano —se presentó la víbora con cariño—. Estaba buscando a mi amo cuando encontré a Orfos...

Un gusto, Nagini —saludó el chico sonriendo—, sólo te pido no dejar tus escamas en alguna de las camas.

La serpiente asintió y regresó al piso para serpentear hacia los pies del chico y acariciarle con agradecimiento. El azabache sólo negó con la cabeza y limpió la cama mediante magia, mirando a su mejor amigo como si se tratase e un estúpido.

—¿Qué te costaba hacer eso?

—No es mi serpiente —argumentó molesto.

El azabache puso los ojos en blanco antes de estirarse y empezar a acomodar sus cosas para la escuela, no podría dormir a esa hora, mejor se distraía un poco, tal vez leería algo hasta que todos menos él y Tom se volvieran a despertar -cosa que le sorprendió después del grita histérico del rubio-. Bufó y agarró su toalla para dirigirse al baño a despertarse un poco más.

Nagini —llamó sonriendo cuando la serpiente le miró curiosa—, dijiste que buscabas a tu amo —el reptil asintió—, ¿quién es?

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