Décima quinta parte.

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Estaba confundido, no sabía dónde estaba ni como había llegado ahí. Tom y él habían caminado -porque nunca diría que corrió por todo Hogwarts con tanta libertad- y, de un momento a otro había sentido un jalón en el estómago, la experiencia le decía que lo sentido había sido una aparición, pero no sabía con exactitud qué ganaba su novio con hacer tal cosa, sin contar que no sabía que Tom pudiera desaparecer, mucho menos dentro de Hogwarts.

—Tom, ¿dónde...?

—Te presento mi casa —interrumpió el mayor abriendo sus brazos con alegría—, espero que la sientas tan familiar como la tuya... ¡Doth! —un pequeño elfo doméstico apareció frente a los dos jóvenes y se inclinó frente a Tom— Prepara la mesa, hay un invitado.

—Por favor —corrigió Armus poniendo los ojos en blanco.

—¿Qué?

—Es un ser vivo, Tom —explicó mirando a su novio como si de un estúpido se tratase—. Un ser vivo que se ocupa de limpiarte el maldito culo cada vez que tú lo desees, por lo menos deberías ser más agradecido.

—Es un elfo doméstico...

—Y tú un mago, igual que yo —siseó molesto el azabache—. Seres vivos, ¿lo comprendes?

Tom miró los ojos esmeraldas sin saber que hacer con exactitud, tratando de alejar los efectos de la poción para poder pensar con claridad.

—Doth no necesita que amo sea amigable. Doth ya está acostumbrado.

En ese momento el ojiverde se quitó el glamour del rostro y se acercó al elfo que tenía frente a él, hincándose a su altura y sonriéndole con amabilidad.

—Nunca dejes que alguien te pisotee, ¿entiendes? —preguntó mirándolo fijamente a los ojos— Eres más de lo que te hacen creer... Ahora, dime —murmuró sonriendo y sentándose en el piso—, ¿limpias toda esta enorme casa tú solito?

Mientras el elfo doméstico y su amado empezaban a tener una conversación civilizada, los pensamientos de Tom volaron hacia otra parte, como porqué había traído ahí a Armus sin haber considerado bien todas las cosas.

Recuperando la consciencia, Tom admiró a su novio con adoración, el chico no podía ser más perfecto, eran tan perfectamente diferente a él que se terminaban complementando el uno al otro con facilidad, pero a la vez se parecían. No podía quejarse de nada de su chico, era simplemente perfecto.

—¡Kreacher!

El nombrado no tardó en aparecer, dando una gran reverencia ante su amo antes de arrojarse sobre él para abrazarle con cariño.

—¡Amo Armus! —chilló alegre— Es una inmensa alegría, joven Black, no sabe la falta que hace en casa cada vez que se va. Kreacher ha cumplido su promesa y a cuidado bien a amito Regulus y amo Sirius, amo Lupin también ha ayudado mucho.

—Me alegro mucho —susurró Harry acariciando la cabeza de la criatura—, espero que sigas así, Kreacher, me enorgulleces mucho.

Los ojos saltones del elfo se cristalizaron, pero eso no le impidió hacer una reverencia ante su amo y amigo.

—¿Qué puede hacer Kreacher por el amo, amigo, amo Armus? —preguntó solemne.

—Quiero que ayudes a Doth a hacer la comida, ¿está bien? El pobre no ha tenido compañía desde hace mucho y el estúpido de su amo no puede ser un poco más noble y tratarlo como debe.

—¡Kreacher estará contento de ayudar a Doth! —respondió contento.

Antes de poder decir algo más, los dos pequeños desaparecieron después de haber compartido una mirada, Armus estaba seguro que aquellos dos se llevarían muy bien de alguna manera... Kreacher ya había pasado por eso en la casa Black antes de que sus abuela muriera, y Doth iba a necesitar el apoyo que su querido amigo sabía dar.

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