Octava parte.

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—Debieron ver a mi padre —comentó Draco negando con la cabeza—, ¡estaba hecho una furia!

—Oh, pero que quede claro que no fue mi culpa —aclaró Harry riendo.

El grupo de amigos se encontraba caminando por el pasillo tres bromeando. No había nadie rondando por aquel lugar, así que no veían ningún problema bajar sus máscaras y disfrutar el momento con sus amigos.

—¡Claro que lo fue! ¡Le teñiste el cabello! —gritó indignado Draco.

—Y le puse pecas —completó el ojiverde sonriendo.

—¿Qué? —preguntó Theo riendo— ¿Acaso querías convertirlo en un Weasley?

—Sólo quería saber cómo se veía con características Weasley —corrigió sonriendo.

—Bueno, al menos seguía teniendo su ropa hecha en Francia —se burló Zabini antes de ver como los dos primos se veían con una sonrisa en el rostro—. No...

—¿Por qué crees que Harry durmió todas las vacaciones en la cocina con los elfos domésticos? —preguntó el de ojos plateados.

—¡No puedo creerlo! ¡Eres mi ídolo! —gritó Pansy riendo y abrazando al azabache.

Tom puso los ojos en blanco al ver como la chica abrazaba a Armus, aunque lo único que lo aliviada era que éste no le correspondía, simplemente se reía... ¿qué pasaría si él fuera quien lo abrazaba?

—Después de ese día soy amigo de todos los elfos de la mansión Malfoy —terminó Harry sonriendo con orgullo—: Todos me aman.

El  heredero de Slytherin rió en voz baja, claro que todos amaban a ese pedazo de niño, ¿cómo no hacerlo? Carismático, atractivo, inteligente, poderoso, astuto y valiente, por no mencionar más sinónimos que le describieron.

Las clases del día habían terminado y se encontraban caminando hacia la Torre de Astronomía, ya que, según Harry, ver el atardecer era una de las maravillas del mundo que debían ser apreciadas, como si él no fuera el burro hablando de orejas.

Al llegar a la enorme aula se dirigieron hacía el lugar más cercano al cielo, hablando de lo hermoso que era ese día o de -toda información compartida por Pansy- algunos rumores que recorrían por los amplios pasillos de castillo. El de ojos castaños sólo se conformó con sentarse lejos y mirar el cielo, pensando en lo que debería hacer después de ese día.

Al llegar a Hogwarts Tom pensó en disfrutar de su antiguo hogar en vez de matarse estudiando cosas que ya había aprendido tiempo atrás, pero, con el tiempo, comprendió que su pareja solamente regalaba sus casuales coqueteos a los alumnos que mostraban ciertas habilidades en diversas áreas... aunque sus amigos eran ciertamente inteligentes.

—¿Qué estará pensando esa cabecita llena de conocimiento? —preguntó Harry sentándose al lado del Lord Oscuro, aprovechando la distracción que habían creado sus amigos al discutir entre ellos si las grageas de huevo podrido eran blancas con manchas rojas o con manchas amarillas— ¿En qué piensas, Tom?

El nombrado sonrió al oír su verdadero nombre en los labios de su chico, danzando en su voz con sutileza.

—Últimamente he estado pensando algo en específico —murmuró mirando hacia el azabache y sonreír—, pero no es un qué, sino un quién —aclaró.

—Oh, ¿y en quién piensas? —preguntó interesado—: ¿En Chang?

—Uhg, no —dijo con asco—. Es de Slytherin, con una sonrisa que siempre baila en sus labios y unos ojos tan puros como la misma esmeralda. Suele ser diferente conmigo que con sus amigos, algunas veces me pregunto quién es realmente...

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