Décima primera parte.

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Miró por la ventanilla y, como si de un Gryffindor se tratase, corrió por el tren hasta encontrarse con la puerta, saliendo de ella aún con la máquina en marcha. Sonrió al ver a Regulus gritar de terror y mirar la sonrisa orgullosa de Sirius. Corrió sin tregua alguna hacia el dúo y se abalanzó a su pequeño padre, quien le estaba regañando por tal acto tan suicida.

—¿Qué hubiera pasado si te caías? —preguntó estrujando a su niño con cariño. Hace mucho que no le veía y no iba a dejar que una estupidez tan grande se atreviera a arruinar ese momento, ya tenía mucho con el estúpido de su hermano.

—Pero no lo hizo, ya deja al pobre chico —regañó el mayor arrancando de sus brazos a su hijo—... ¿Hiciste bromas? —Armus sonrió y negó mentalmente por la primera pregunta que le dirigió su padre.

Podía jurar que Sirius Black seguía siendo un adolescente problemático.

—¿Poner ratas en las habitaciones de la profesora Trewlany cuenta? —preguntó con fingida inocencia.

Tom rió por lo bajo tratando de no llamar la atención, cosa que no sirvió contando que era el el intruso dentro del grupo grupo de personas.

—¿Y tú eres...? —siseó Sirius abrazando a su hijo y acercándolo a él de forma protectora.

—¡Oh! Él es Thoma Sayre y... ¿Dónde está Remus? —preguntó Armus al darse cuenta de la falta de su preciado padrino/amigo/hermano.

—Está en casa descansando, ayer se fue a verla hermosa luna y las de agotó mucho —respondió Regulus jalando al ojiverde y acercándolo a él, matando a Sirius con la mirada.

—¿Y qué haces aquí? —volvió a sisear el mayor de los Black.

—¡Papá! —regañó el chico, sorprendiendo a Tom por el título que le daba al adulto, aunque, bueno, es su padrino, casi un padre, debe ser por eso— Viene a pasar las vacaciones con nosotros.

—¿Y a quién le pediste permiso?

—A mí —esta vez Regulus respondió—, le comenté a Remus y él accedió.

—¡Es mi casa!

—Deja tus niñerías —escupió Regulus acariciando la cabeza de su hijo con cariño. Harry se sonrojó por el acto que hacía con él, como si se tratara de un pequeño niño—. Preséntate al amigo de tu hijo, el cual debe de ser de confianza, ¿no, querido?

Armus asintió con energía, dejando que su papá recuperara todo el tiempo perdido con los años que estuvieron separados y los meses en Hogwarts.

—Soy Sirius Black, la persona que te joderá por el resto de tu vida si le haces algo a mi niño —se presentó el mayor extendiendo su mano al invitado con una fingida sonrisa en la cara.

—Thomas Sayre, la persona que recibirá con gusto el castigo si llego a lastimar a Harry en algún futuro —declaró estrechando su mano.

Sirius sonrió y miró a su hijo sin soltar la mano del castaño.

—Me agrada —comentó.

—A mí también —admitió Regulus abrazando los hombros de su hijo.

—¿Usted es...?

—Oh, querido, debemos ir a casa antes de responder eso —comentó el disfrazado sonriendo—. Yo llevo a Harry y tú a Thomas.

—¿Qué? Yo quiero llevar a... —el repentino 'pop' le hizo quedar callado, haciendo una mueca con su labios— Desgraciado...

Tom sintió el repentino jalón en su estómago antes de aparecer en una habitación con chimenea y un pequeño sillón en ella.

—Bienvenido a Grimmauld Place —dijo Sirius saliendo de aquella habitación—, ésa era la Sala de Apariciones.

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