1. ¡Café gratis!

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Estaba muy feliz de pasar el último año de Preparatoria en la escuela de mi prima, en Nueva York.

Yo estaba recién llegada de París, Francia. Mis padres habían tomado la decisión de mudarnos, cuando yo iba en primero de Secundaria. Esto me había permitido manejar muy bien tanto el español, como el francés y el inglés. Se podría decir que gustaban los idiomas, y viajar por el mundo.

Este último año de escuela, se me había presentado la oportunidad de venir a Nueva York, gracias a mis padrinos, que prometieron cuidarme bien y llevarme a la mejor escuela de aquí. Además de que mi prima Penelope y yo, éramos inseparables, y al idea de vernos todos los días nos parecía genial.

— Mamá y papá, han remodelado la habitación de huéspedes, solo para ti. Les conté de todos tus gustos y he aquí, la obra final —Mi prima empujó la puerta de lo que sería mi nueva habitación y yo no pude más que quedarme con la boca abierta.

Todas las paredes eran blancas, a excepción de la que tenía una cama matrimonial en medio, está llevaba nombres de muchos lugares del mundo en color negro y diferentes tipos de letras; también había un hermoso escritorio, y a su lado, un armario corredizo con un espejo de un lado y del otro madera pintada de blanco. Tenía una bonita ventana, donde se podía ver el hermoso Empire State. Entraba mucha luz, y eso era lo que más me gustaba.

Digamos que mis tíos no eran multimillonarios, pero el dinero no les faltaba. Ellos eran ejecutivos, de los que casi no había.

Vivían en unos departamentos bastante modernosos, que quedaban cerca de la 5ta Avenida.

— ¡Penelope! ¡No puedo creerlo me encanta! —dije aún sin poder creerlo. Cuando me acerqué más de cerca vi pequeños portarretratos donde podía poner las fotos que quisiera.

— Solo para la mejor prima del mundo.

La abracé fuerte. Fue lo único que se me ocurrió. Es decir, a mí me daba igual donde dormiría, la idea de venir a NYC, me emocionaba.

A penas llegaron mis tíos del trabajo, me recibieron gustosos. Ellos eran muy importantes para mí, casi tanto como mis padres. Les agradecí por todo.

Luego llamé a mamá y a papá, para avisarles lo feliz que estaba, y cuanto los iba a extrañar, pero sabía que estarían bien con mis hermanos mayores: Terrance y Quentin. Casi tan locos como yo. Me cuidaban como si aún fuera una niña. Y a penas eran dos años mayores. No había de que preocuparme, porque estaba a salvo con mi familia de aquí.

— Penny, Ivi, en un rato estará lista la cena —habló mi tía desde la moderna cocina.

— ¡Okay mamá! Estaré con Ivi en su habitación —gritó mi prima desde esta. Se giró a verme y comenzó a contarme un poco de aquí—. Bien, hay algunas cosas que tienes que saber, en cuanto a la escuela.

— Oh, quiero escuchar.

— Primero que todo, estarás todo el tiempo a mi lado. Nada de que una pelirroja se haga amiga tuya o eso típico de libro —Reí ante el comentario de Penny—. Además, no creas que estás tratando con una nerd.

Oh la lá —dije con acento francés.

— Tampoco creas que soy popular, porque, aunque no lo creas, no lo soy.

Ivanna & Nicholas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora