¡que no es mi novio!

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No se le ocurría quien podría ser, ni a su madre ni a Río de le quedaban las llaves, y de ser así no golpearía la puerta como asesino serial en película de terror. Estaba nervioso pero eso no le detendría, respiró profundamente y tratando de no tartamudear preguntó.

—¿Quién es? —

Nada, silencio absoluto. Volvieron a golpear la puerta, golpes fuertes y pausados que solo lograban ponerlo aún más nervioso de lo que ya estaba, entonces el pequeño hablo de nuevo

—¡Hey! Diga quién es o llamo a la policía —uso una voz un tanto más firme y está vez si consiguio respuesta, una pesada respiración, como de alguien cansado.

—Tranquilo cosita pequeña...  No vamos a violarte a menos que quieras...  Abre la puerta —la inconfundible voz de Tsuzuku llegó hasta sus oídos, de seguro le había seguido hasta su casa... ¿pero y Mía?

—¡Meto!  ....  Por.. favor...  Abre la puerta... Ha-hace frío... —Y ahí estaba la voz del rubio, igual de cansada y hablaba entre jadeos. No lo habrán seguido a su casa ¿o si?

Meto se tomó unos instantes para pensar. Si nos deteniamos a analizar la situación no sería la gran cosa, una broma más una broma menos, una burla más una menos... ¿que diferencia habría? Rendido y vencido por la curiosidad de que querian estos adolescentes de él, giro el pomo de la puerta y la abrió. Lo que no sabía es que ambos estaban apoyados en ella terminaron cayendo de espaldas al piso. El pequeño se sobresaltó un poco, los tres se miraban entre sí sin saber muy bien que hacer a continuación y, en un intento desesperado por romper el silencio, el peliazul corrió a su cuarto por un papel y un lápiz donde escribió

No me gusta mi voz, por eso no hablo
Si quieren secarse hay toallas en la cocina
Si quieren comer hay pastel en la heladera
Si quieren burlarse estaré en mi cuarto.

Volvió con los chicos, quienes seguían en el piso, y le tendió la nota a Tsuzuku para volvió a su cuarto. Una hora pasó y Meto seguía encerrado y tratando de dibujar con las risotadas de esos dos como música de fondo, adiós a la tarde de bocetos sin sentido que había planeado. Pensó en escribirles otra nota pero no podría ir por la vida entregando escritos a la gente con lo que les quería decir, así que se armó de valor por segunda vez en el día y junto a Ruana fue directo a la cocina donde los encontró comiendo las últimas rebanadas de pastel.

—Oh, lo lamento cosita pequeña ¿acaso querías pastel? —preguntó Tsuzuku deslizando hacia el pequeño el plato con un poco de pastel, quien negó en repuesta y se cubrio el rostro con su peluche.

—¿Viste?, Ya lo pusiste nervioso —culpo Mía. —Ya te he dicho que su nombre no es "cosita pequeña", se llama Meto —termino de reclamar el rubio algo celoso por que Tsuzuku no le hubiera puesto un apodo en dos años y el primer día que conoce a este chico ya le tiene un nombre de cariño.

—¡No me puse nervioso! —reclamó ahora el más bajo de los tres. —No gracias Tsuzuku-san, no quiero pastel. —

—Vaya, si hablas...—hablo Tsu. —¿Serías tan gentil de mostrarnos tu cuarto? —pidió el mayor y Meto sonrió tomando a ambos de las muñecas y llevándolos a rastras hasta su habitación con Ruana colgando de su boca por medio de una  de las orejas del animal. Una vez que ambos estuvieron dentro no salieron más de allí en toda la tarde, el pequeño fue siendo un poco más abierto con ellos y enseñándoles su forma de ser y de vestir, hablando de sus gustos peculiares y todo lo demás. Jugaron un poco con la computadora y el pequeño termino enseñándoles su blog Le Marionnet'te, el cual les gustó bastante. Paso el rato y dejaron el aparato encendido, para cuando ya habían entablado una animada charla el sonido de notificación desde su blog se hizo presente en la habitación. Las primeras dos veces fue ignorado por los adolescentes pero para la décima vez que sonó Tsuzuku estaba más que harto.

Todo Por Tu Amor  [MEJIBRAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora