Las semanas pasaron y Meto ya no se sentía tan mal como antes debido a su nueva compañía, Tsuzuku y Mía se habían vuelto las personas más importantes en su vida desde que llegó a Australia, se divertía con ellos y sus visitas a la casa del pequeño eran frecuentes, por lo que no le quedaba mucho tiempo para usar la aguja o el cuchillo cartonero contra si mismo.
Un nuevo día y el peliazul se dirigía a la escuela más a animado que de costumbre, tal vez porque estaría con Mía en cálculo, o con Tsuzuku en el baño vomitando el almuerzo, o simplemente porque no se sentiría tan mal como en casa. Al llegar fue a su salón y espero que Mía cruzara la puerta, pero nunca llegó. El pequeño pensó que se le había hecho tarde o había de estar enfermo así que lo paso por alto con algo de nostalgia. La hora del almuerzo se anunció con la campana y caminó a la cafetería esperando toparse con Tsuzuku, pero el pelinegro no se encontraba tragando a duras penas unas cucharadas de comida, el pequeño aún guardaba las esperanzas de encontrarlo en el baño vomitando, pero no. Nada. Ni la más mínima señal de que alguien hubiese estado ahí.
Ninguno de los dos vino hoy, ninguno de los dos quiso venir hoy, ninguno de los dos... quiso estar con el hoy.
Meto no pudo aguantar las ganas de llorar, una sensación de vacío lo lleno desde dentro y lo consumió por completo en poco tiempo. Todo tenía sentido ahora, la amabilidad, el cariño, el acogimiento y todo lo demás no era más que una mentira, y una muy bien hecha, porque se creyó todo. Había caído directo en la trampa otra vez, ¿como pudo ser tan iluso? ¿porque no lo vio venir? porque...Era de esperarse ¿no?. La gente no puede ser tan buena, ni tan comprensiva con alguien tan diferente como el...al menos no en este mundo.
Seco con brusquedad las lágrimas que aún recorrían su rostro. Se abrazo a Ruana para tranquilizarse y enfrento la clase solo. No presto atención a lo que el profesor decía, no podía, su mente estaba ocupada en asuntos más importantes. Anunciaron un reseso de veinte minutos, pero el pequeño no tenía ni ánimos de salir del salon, con completa lentitud fue al pasillo pero vio rodeado por un montón de chicos un grado mayor que el y lo acorralaron contra una pared.
—¿Que pasó rarito? ¿ya no están tus amigos contigo? —pregunto con fingida lastima uno de los tres enormes chicos.
—Si, dinos...¿acaso ya se dieron cuenta de la clase de mierda que vales rarito? —pregunto de igual manera otro de los tipos.
Entonces el que parecía el líder se adelanto haciendo que Meto se encogiera más contra la pared, estaba asustado pero no podía hacer nada.
—Dame tu dinero idiota y te dejamos en paz por hoy. —eso fue todo lo que dijo, pero Meto había gastado su dinero del almuerzo y no tenía más. El pequeño no hizo nada y eso colmo la paciencia del que suponía líder, por lo que le golpeó la cara y el estómago dejando que cayera al piso y sin poder moverse por el dolor. Comenzaron a toquetear lo en busca de algo que robar, pero no había nada así que le golpearon de nuevo el rostro haciendo su labio sangrar y se largaron no sin antes advertirle que comenzara a acostumbrarse.
En cuanto el dolor disminuyó al punto de lograr estar en pie fue al baño otra vez y se limpio el rostro, se sentía tan cansado y adolorido que lo único que quería era poder estar en su habitación con Ruana, solo un poco de tranquilidad...¿porque pasaba esto? Luego de calmarse volvió a su salón y trato de prestar atención a la clase.
Ordenó su bolso veinte minutos antes de que sonara la campana, solo quería largarse y lo más pronto posible. Una vez que se anunció el final de la jornada Meto se dirigió a la oficina del director, solo deseaba verificar lo que su mente le afirmaba desde la hora del almuerzo.
Le pregunto lo mejor que pudo a la secretaria si podría revisar que en los archivos de los alumnos se encontraban Mía y Tsuzuku, pero ella le respondió sin siquiera moverse un poco de su asiento.
—Ellos han cambiado de escuela, hace unos días ambos vinieron aquí con una nota firmada por sus padres de que estaban hartos de esta escuela y... —hizo una pausa para mirar a Meto de pies a cabeza. —...también de sus alumnos. Así que para ahorrarnos problemas les devolvimos las copias de sus documentos y los borramos del sistema. —concluyó aquella mujer ordenando algunos papeles.
El pequeño sintio una punzada en su estómago y ese enorme nudo en su garganta que no podía tragar. Hizo un esfuerzo por no derrumbarse frente a esa señora y tragando un poco de saliva logro decir un debil gracias... Y luego se fue. Desde la puerta de salida de la escuela el pequeño echo a correr sin mirar atrás, como Río le había enseñado
"Pequeño, siempre que notes que algo ya es demasiado y no vale la pena seguir peleando o simplemente ya te hace demasiado daño...Corre, corre y no mires atrás"
Ahora Meto comprendía el valor de aquellas palabras, y si, correr era la mejor opción. Llevaba corriendo un buen tramo pero aún faltaba para llegar a casa, tiempo suficiente para repasar en su mente todo. Las palabras de la secretaria, el no ver a los chicos hoy, lo que pasó con esos tipos del grado superior...Todo en un día era demasiado y le pondrá fin de una manera...O de otra.
Al llegar a casa fue directo a su habitación, tiro el bolso y fue en busca de una toalla. Ni siquiera se molestó en llamarlos, no quería tener la memoria de la voz de Tsuzuku o Mía diciéndole "-No, simplemente nos aburrimos de jugar contigo, no era muy divertido, nos cansamos mucho y ya nos aburriste. Adios-". Tomaría una ducha para calmarse, pero vio un cuchillo cartonero sobre su escritorio. Se quedo pensando unos segundos mientras observaba aquel objeto que parecía ser su único escape.
¿estaria bien? ¿que importa hacerlo de nuevo? Uno mas..Uno menos...¿a quien le preocuparía? ¿acaso alguien se tomaría la molestia de detenerlo? ¿a alguien le importaría si de repente desapareciera?...
Pues no, a nadie le importaría lo más mínimo si el dejara de existir.Con esa idea en su cabeza fue al baño de su habitación y le puso seguro a la puerta.
...
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Todo Por Tu Amor [MEJIBRAY]
FanfictionLa vida no siempre es lo que esperamos, y mucho menos lo que queremos. Ella es quien decide lo que nos pasará, el cuando y el como de todo... pero no todos están de acuerdo con eso. Un pequeño niño peliazul, inocente, quebrado por los golpes que le...